No podemos quedarnos en los problemas, en las situaciones adversas, en ese pequeño o grande dolor. Hay que levantarse, secar las lágrimas y buscar con astucia y simplicidad las soluciones, nuevas estrategias, sumergidas en el baño delicado e intensivo de la oración, el rezo del santo rosario, aderezado por la confianza ciega y la fe sólida, verdadera y llena de esperanza. Dios está de nuestra parte. Dios tiene el poder y la voluntad de querer ayudarnos. No desesperar ni perder la calma. La mirada clavada en el obrar de Dios. La mirada clavada en ese rostro hermoso que nos sonríe y nos invita a dar la milla extra. A confiar ciegamente. A trabajar con entusiasmo por la victoria. La mirada en nuestra madre celestial. Ella nos anima a seguir. A no darnos por vencidas. Ella está a nuestro lado. Nada que temer. Con Jesús y María venceremos los obstáculos y tropiezos que impiden nuestra verdadera felicidad. La victoria es nuestra porque Jesús ha vencido. En pie de lucha.
Desde la Soledad del Sagrario
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