jueves, 15 de septiembre de 2016

Que no, que no me gusta que me corrijas... que yo sé lo que hago...


Quien ama siente la necesidad de corregir… amonestar… aconsejar… motivar…ayudar… a dar esos pasos necesarios para iniciar el camino de la santidad…


He sido maestra.  Esa es una profesión donde se educa, se motiva, se ayuda, se corrige y se amonesta, con el objetivo de guiar  al estudiante a alcanzar, a largo o corto plazo, un conocimiento que le beneficiara de por vida. Es una tarea que llevamos en la sangre.  

Desde mi   consagración,  esta  tarea,  toma  otra dimensión.   Otra profundidad.   Otra motivación. Ayudar   a  los  que   Dios   me  da  como  “hijos espirituales” a alcanzar   ese    conocimiento,   esa vivencia, esa experiencia con Dios,  que repercutirá en tomar muy en serio la vida de santidad, para ellos y para sus familias. 

¿Pero qué sucede hoy en día? Hoy en día,vivimos unos días que muchos, y no pocos, no les gusta ser corregidos ni amonestados.  Se da el fenómeno de quien no lo acepta, pero sin embargo esta  acostumbrado a amonestar y corregir a los demás, en el trabajo, en la casa, donde quiera… con una facilidad pasmosa. Pero en materia espiritual, “yo sé”, “yo leo”, “yo estoy al tanto”, “no me corrijas”… “no, lo necesito”… Ante esta situación inusual, se  da el fenómeno, en aquellos evangelizadores, o personas a cargos de grupos apostólicos, que están llamados a la corrección fraterna, preferir no corregir y dejarlos a la deriva… ¿Qué hacer? ¿Qué es lo correcto? 

¿Debe la persona que evangeliza, que tiene un grupo a su cargo,  corregir, amonestar? EL tema es sumamente  interesante... un tema muy debatido, si debemos amonestar y corregir cuando descubrimos al hermano caminando por el error o comentando algo que es incorrecto, y puede llegar a confundir a muchos... ¿Qué debemos hacer?  ¿Quedarnos callados?  ¿Dejarlos en su error?  ¿Sumergirnos en la oración por ellos? 

Vuelvo al punto: Hoy en día, no nos gusta ser amonestados o corregidos y mucho menos en materia espiritual.  Pero, ¿Qué pasa cuando alguien da por cierto una información falsa, sacada de los muchos “bolos” que corren por internet? ¿Quedarnos callados y dejar que sigan creyendo lo que es solo una “falacia” creada para confundir y alejarnos de la verdad?  

¿Cuántas personas se alejan de quienes los amonestan y corrigen,  solo porque,  “me cansa”, “me fastidia”  ser corregida o corregido, cuando se esta tan cómodo en el error, cuando el error se acomoda a nuestras necesidades,  a nuestro gusto?? Aunque se trate de amonestar y corregir con todo el corazón, aun así, las personas caen “pesadas”, al punto de alejarse de ellos porque “nos asfixian”.  

Cuantas quejas escucho a diario de ambos bandos, del que quiere ayudar y del que no se deja ayudar. Cuantas malas interpretaciones, cuantos se sienten heridos por ser corregidos. Cuantos se siente sin fuerzas para seguir ayudando a descubrir los errores . a mirar y descubrir el camino de la verdad. 

Y es aquí cuando mi mirada se vuelve al cielo: "Señor, el amor hace que nos preocupemos del bienestar de los demás, así como una madre o un padre se preocupa por sus hijos, así mismo el corazón que verdaderamente ama, se preocupa por guiar a los demás hacia feliz puerto eterno.  Viene a mi mente cuando amonestaste a Marta, que se quejaba porque su hermana no le ayudaba, corrigiéndola al decirle que andaba atareada y preocupada, mientras María había escogido el mejor puesto y no se le iba a quitar...   

Aun hoy en día, mi Jesús, adorado, Tú nos corriges en lo escondido del corazón. Nos corriges con tu palabra divina. Nos corriges a través de nuestros directores espirituales, a través del sacerdote. Nos corriges a través de las personas que nos regalas en esos momentos tan difíciles, que llegan a nuestras vidas, como paracaídas, como bálsamos, a rescatarnos y dejarnos en tus adorados brazos. 

Padre Santo, ¿por qué rebelarnos ante la corrección fraterna, corrección amorosa, que nos habla de regresar al verdadero conocimiento de la Verdad?? A dejar las veredas para seguir el verdadero Camino que nos lleva a feliz puerto eterno. 

Mater,  enséñame a dejarme corregir y amonestar por quien Dios ha puesto a mi lado para guiarme a feliz puerto.  Ayúdame a ver a Dios en esas correcciones y amonestaciones que recibo. Enséñame a amonestar y corregir amorosamente a quien Dios me ha dado para ayudar a caminar por el camino de la santidad.   

Mi único celo es verlos a todos en el Cielo… Cuando ya  no esté en estos caminos, todos puedan recordar mis pequeñas y pobrísimas palabras, buscando en todo momento las huellas de Cristo,  tomando muy en serio la santidad personal y la de sus familias, porque Dios vale la pena… Que todos nos encontremos un buen día en el Cielo… gozando de Dios y de tu presencia Madre mía… 

Desde la Soledad del Sagrario





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