
Te amo, madre mía, te amo… ¿Cómo no amarte, madre
mía? ¿Cómo no acercarme a ti, como hija,
mirándote como mi más amada y atesorada madre? ¿Cómo dejar de buscarte? ¿Dejar
de escuchar tus consejos?
Eres mi madre, mí amada madre. La que día y
noche estas a mi lado. La que nunca me deja sola. La que ruega día y noche a su
Hijo, amantísimo, Jesús por esta pequeña y traviesa hija tuya. Si, traviesa y pequeña,
porque en cuantos problemas se mete, y tu Madre mía, vienes a mi socorro. Nunca
has dejado de sacarme de tantos problemas, de tantas situaciones, de tantos extravíos…
eres mi madre… eternamente agradecida… eternamente amada, porque tú eres mi
madre…
Te amo, Madre mía, te amo, y deseo ardientemente
amarte por los que no te aman. Obedecerte, porque obedeciéndote, obedezco a tu
amado Hijo, Jesús. Aprender de ti como amarle y como vivir solo para El… tu madre
mía eres mi maestra, contigo aprendo a conocer, a vivir y a recibir a tu amantísimo
Hijo, Jesús.
Gracias, madre mía, por tanto amor, por tus
desvelos, por tu oración, por toda tu ayuda. Gracias, madre mía, gracias. Te
amo, mamá.
Desde la Soledad del Sagrario
No hay comentarios:
Publicar un comentario