“¡Oh, Dios mío,
Trinidad Beatísima! Sacad de mi pobre ser el máximo rendimiento para vuestra
gloria y haced de mí lo que queráis en el tiempo y en la eternidad . Que ya no
ponga jamás el menor obstáculo voluntario a vuestra acción transformadora. Que
la gracia alcance en mí el grado de desarrollo que me tenéis asignado desde
toda la eternidad con vuestra primera intención, y “según la medida de la
donación de Cristo”.
Segundo por segundo,
con intención siempre actual, quisiera ofreceros todo cuanto soy y tengo ; y
que mi pobre vida fuera en unión íntima con el Verbo Encarnado un sacrificio
incesante de alabanza de gloria de la Trinidad Beatísima. Y quisiera haberlo
hecho así desde el primer instante de mi concepción y seguir haciéndolo hasta
la consumación de los siglos, cada vez con más intensidad y perfección.
¡Oh, Dios mío, cómo
quisiera glorificaros! ¡Oh, si a cambio de mi completa inmolación, o de
cualquier otra condición, estuviera en mi mano incendiar el corazón de todas
vuestras criaturas y la Creación entera en las llamas de vuestro amor, qué de
corazón quisiera hacerlo! Que al menos mi pobre corazón os pertenezca por
entero, que nada me reserve para mí ni para las criaturas, ni uno solo de sus
latidos. Que ame inmensamente a todos mis hermanos, pero únicamente con Vos,
por Vos y para Vos.
¡Oh, Dios mío! Os amo
con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Más que a mi
pobre vida, más que a mi pobre alma, más que a mi propia salvación, que os pido
humildemente subordinándola a vuestra mayor gloria. Pero quisiera amaron con el
amor de los más abrasados serafines, con el de todos los ángeles y
bienaventurados del cielo, almas del purgatorio y justos de la tierra. Quisiera
amaros con el corazón de todas vuestras criaturas, incluyendo a las que no os
han amado, no os aman y no os amarán y a los mismos demonios y condenados del
infierno. Quisiera, sobre todo, amaros con el corazón de San José, con el
Corazón Inmaculado de María, con el Corazón adorable de Jesús. Quisiera,
finalmente, hundirme en ese Océano infinito, en ese Abismo de fuego que consume
al Padre y al Hijo en la unidad del Espíritu Santo y amaros con vuestro mismo
infinito amor. Y quisiera que todas vuestras criaturas pasadas, presentes y
futuras os hubiésemos amado y os amaran así desde el primer instante de su ser
y seguir haciéndolo hasta la consumación de los siglos y por toda la eternidad.
Quiero, Dios mío, poner
mi alegría en vuestra alegría, mi felicidad en vuestra felicidad, mi gloria en
vuestra gloria . Que el pensamiento de que Vos, Dios mío, sois infinitamente
feliz y no dejaréis de serlo jamás ocurra lo que ocurra, sea ya la fuente
única, el manantial inagotable de mis alegrías y toda mi felicidad.
¡Padre Eterno,
Principio y Fin de todas las cosas! Por el Corazón Inmaculado de María os
ofrezco a Jesús , vuestro Verbo Encarnado, y por Él, con Él y en Él, quiero
repetiros sin cesar este grito arrancado de lo más hondo de mi alma: Padre,
glorificad continuamente a vuestro Hijo, para que vuestro Hijo os glorifique en
la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos (Jn 17, 1).
¡Oh, Jesús, que habéis
dicho: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el
Hijo y aquel a quien el Hijo quisiera revelárselo (Mt 11, 27)!: “¡Mostradnos al
Padre y esto nos basta!” (Jn 14, 8).
Y Vos, ¡oh, Espíritu de
Amor!, enseñadnos todas las cosas (Jn 14, 26) y formad con María en nosotros a
Jesús (Gal 4, 19), hasta que seamos consumados en la unidad (Jn 17, 23) en el
seno del Padre (Jn 1, 18).
Amén”
Amén. Que toda nuestra vida sea un continúo Fíat, un Fíat sostenido por la Santísima Trinidad y la Virgen Maria.
ResponderEliminarAMEN
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EliminarAmén. Que toda nuestra vida sea un continúo Fíat, un Fíat sostenido por la Santísima Trinidad y la Virgen Maria.
ResponderEliminarAm€n! Santísima Trinidad que se una la humanidad enteramente a ti.
ResponderEliminarAmen
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EliminarAm€n! Santísima Trinidad que se una la humanidad enteramente a ti.
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