martes, 28 de junio de 2016

¿A mí me hablas??



Hoy me he levantado con un pensamiento fijo. Dios…Dios…Dios.  Un Dios que vale la pena. Un Dios que nos jugamos con nuestras obras, buenas o malas decisiones y elecciones… si, nos jugamos la eternidad cada minuto, hora de nuestro día cotidiano. 

Me acerco a mis pequeñas hijas espirituales para decirles… pero también, para todas las mujeres que me siguen en mis pequeños blogs.  Para ti, para ustedes, mujeres de Dios, hijas de Dios, van mis pequeñas y pobrísimas palabras.  Solo les pido medítarlas ante la presencia divina.  Mirar donde estan paradas en esta vida... escuchadme... reflexionar... y tomar una seria decisión que valga para la eternidad.

Hijitas, por  Él estamos en esta vida. Él nos mueve a seguir en pie de lucha. No debemos desfallecer. No debemos dejarnos vencer por las tentaciones que astutamente coloca  el enemigo.

Hemos nacido para cosas grandes, no para movernos como esclavas de la moda chabacana, de la diversión y pasiones desenfrenadas. Hemos nacido para Él. Para ese Dios que vive enamorado de ti y de mí. Ese Dios que lo ha dado todo, pero TODO, hasta su sangre. Ese Dios que vive enamorado e ilusionado esperándonos en el Sagrario.

Si, hijitas, hemos nacido para cosas grandes. Para amar a Dios y ser testigos de Dios. Para llenar nuestra vida con Dios y dar a Dios a manos llenas a todos. No seamos común al mundo, seamos mujeres de Dios, que quien nos mire se encuentre con Dios. Un Dios verdadero. Un Dios que dan ganas de darlo todo y seguirle hasta las últimas consecuencias.

Hemos nacido para Dios y en Dios debemos vivir. Nuestra vida no puede ser igual a los demás, porque DIOS ES NUESTRO NORTE, razón de vivir.  Sin Dios perecemos, y perecen nuestras familias… Meditarlo…por favor...


Desde la Soledad del Sagrario

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