En estos días, una pareja
muy de Dios, se quejaba amargamente de una verdad que causa
sorpresa, dolor y algunas lágrimas, como a esta pareja tan singular y tan dada
a la evangelización. Al apostolado de ganar almas para la santidad.
Escuchándoles me preguntaba que decirles para consolarles. Pensaba, ¿acaso no hemos vivido algo así, todos los que nos lanzamos a la conquista de las almas, para convencerlos de la necesidad de tomar en serio el camino de la santidad? Seguía escuchándolos en silencio… porque palabras de momento no eran prudentes… había que dejarlos desahogarse, tenían necesidad de ser escuchados, comprendidos y consolados no con palabras, sino con la presencia de saberse acompañados en su dolor.
Escuchándoles me preguntaba que decirles para consolarles. Pensaba, ¿acaso no hemos vivido algo así, todos los que nos lanzamos a la conquista de las almas, para convencerlos de la necesidad de tomar en serio el camino de la santidad? Seguía escuchándolos en silencio… porque palabras de momento no eran prudentes… había que dejarlos desahogarse, tenían necesidad de ser escuchados, comprendidos y consolados no con palabras, sino con la presencia de saberse acompañados en su dolor.
Y es que hoy en día el
enemigo de las almas se las juega todas por “tumbar” las almas, haciéndolas caer alejándolas poco a poquito de Dios. Claro, utilizando toda clase de argumentos. Todo esto, sutilmente, sin que nos demos cuenta, haciéndonos creer que son nuestros propios argumentos. Y ahí va, un poco de cizaña disimuladamente.
Un pizca de adorno de la mentira más sutil y atrayente. El cobijo de ver el
espejismo que el enemigo sutilmente logra colocar a nuestro alcance.
A veces, hay personas
que vienen de parte de Dios, que Dios quiere aceptemos esa amistad. Dios
quiere darnos herramientas nuevas para luchar, en este combate a muerte, que es
el combate espiritual. Estas personas nos hacen mucho bien al alma. Nos ayudan
espiritualmente. Claro está, también estas almitas se benefician de las almas
que Dios quiere ayudar a través de ellas. Todo es un aprendizaje, un camino de
virtud, es como un dar y un recibir siempre en beneficio espiritual, de ambas
partes.
¿Cómo entra el enemigo
de las almas? Fácil… comienza a exponer, en una pantalla enorme, todos los
defectos, pequeñeces, quizás flaquezas humanas de estas almas para ir desilusionando,
para ir alejándolas de esa corriente de vida espiritual que Dios trae a través de
ellas, para beneficio espiritual.
Por otro lado, como
padre de la mentira, comienza a tergiversar gestos, actitudes y aptitudes,
palabras, posturas, miradas y hasta obras. Comienza a hacerles ver que son hipócritas,
alejados de la verdad, buenos para nada, fanáticos, se creen que lo saben todo,
santurrones, con delirio de maestros, siempre dando consejos inoportunamente, cansan
con el mismo tema: Dios, Dios y mas Dios… etc., etc., etc.
Con suma preocupación me decían, esta pareja de amigos:
Con suma preocupación me decían, esta pareja de amigos:
<Si el enemigo de las almas, logra alejarlos de
las almas que Dios quiere utilizar en su bien espiritual, ha logrado todo… poco
a poquito, los ira endureciendo.> Se les puede ver caminar erguidos como un pavo
real. Se les puede ver mirar por encima del hombro. Se les puede ver dibujarse
una sonrisa burlona cuando se encuentran con estas almas pequeñas que solo
buscan ayudarles a crecer espiritualmente. Se les puede ver, evitar encontrarse con ellos, desviando el caminar para no tener que saludarlos o hablarles.
Estorban, molestan, cansan. ¿Se equivocó Dios??
Es cierto, ellos tienen razón, por experiencia propia, puedo decir que tienen razón. Claro, hay casos y hay CASOS... pero tienen razón al decir que, poco a poquito se van alejando de tal forma que si te veo no te conozco. Solo queda orar…orar…orar… y esperar la hora de Dios.
Esta pareja lo explico
muy bien, lo entendían muy bien. Para
ellos solo quedaba orar…orar…orar… confiar en Dios… confiar en la Mater. Claro
el dolor, es una herida punzante que no deja de sangrar… porque Dios apremia…
pero nada se puede hacer si alejándose nos dicen “BASTA”, estamos bien, no les
necesitamos.
Seguimos orando unos
por otros y consolándonos en Dios que es el único que toca corazones y cambia
vidas.
Desde la Soledad del
Sagrario
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