Muchas personas gastan sus energías detrás de visiones, profecías
y mensajes del Cielo. Quieren escuchar
toda clase de testimonios, sin esperanzas que regalan tantos profetas y
videntes falsos. Olvidándose, que los castigos que podemos merecer, están acondicionados
a nuestra respuesta humilde de conversión de vida.
Y es que esta claro… porque Dios habla con perfecta
claridad… Lo vemos en la Biblia. Así como vemos en el pasaje bíblico de Nínive.
Es aquí donde Dios nos habla claramente. El castigo venia para la ciudad, para
el pueblo. Sin embargo, el pueblo
escucho al profeta, y todos como si fueran uno solo, optaron por un radical
cambio de vida, dejando el pecado y reconociendo que habían pecado contra Dios.
¿Qué hicieron para conmover a Dios? ¿Para mostrarle a
Dios que no les castigara? Primero
reconocieron su pecado. Segundo, de la aceptación de corazón pasaron a la acción.
Se vistieron de saco y llenaron sus cabezas y cuerpos con ceniza.
Gemían, con verdadero dolor de contrición, sus vidas de
pecado. Orando y pidiendo perdón al Señor.
El Rey al enterarse hizo lo mismo que su pueblo.
¿Qué paso? Dios no
los castigo, porque ellos habían respondido con suma humildad y verdadero
arrepentimiento, cambiando de conducta pagana, volviéndose a la alianza contraída
con Dios: fidelidad y obediencia a Dios.
Y Dios, un Dios justo y misericordioso cancelo el castigo.
Está clarísimo. ¿Que sucede? Que este pequeño o grande, no lo sé a ciencia
cierta, no quiere escuchar, solo quiere quedarse en el sufrimiento y la argumentación
de lo que nos viene, de lo que va a suceder y es inevitable. O sea que Dios no
quiere que en pleno siglo 21, la
humanidad de hoy, viva la experiencia del pueblo de Nínive.
Hay como una morbosidad y un encantamiento de mantenerse
en esa fatalidad de unos castigos que el pueblo no puede ni debe tratar de
cambiar.
Por otro lado, la Madre Celestial, en las verdaderas apariciones
siempre pide el rezo del Santo Rosario, porque con el rezo del Santo Rosario,
rezado de corazón, se pueden cambiar el mal que aflige a la humanidad, no
importa lo que sea. Aun fenómenos atmosféricos, como un huracán, etc.
Y ella también, nos pide el cambio de conducta pagana a
una vida de piedad y fidelidad a Dios. Ella nos advierte que en nuestras manos está
la respuesta a una vida llena de paz, de verdadera paz. Podemos cambiar los acontecimientos mundiales
si cambiamos de una vida de pecado a una vida conscientes del camino de
santidad que todos debemos vivir.
Sí, es muy triste, ver como se malgasta el tiempo
corriendo de vidente en vidente, de profeta en profeta… llenándose de miedos,
de angustia y de desesperación… y hay quien llega a desajustarse porque ese es
el fruto de estas profecías donde no hay esperanza alguna. No podemos hacer nada. Va a suceder y
punto. ¿Quién lo dijo?? El vidente o el
profeta a quien la Virgen o Jesús, se les apareció… Eso no es de Dios.
Mirad la delicadeza de Dios cuando envía a sus verdaderos
profetas. En todo el Antiguo Testamento,
los profetas llamaban a la conversión de corazón, a una vida de “cara a Dios”. Profetizaban castigos si no se regresaba a
Dios… pero si se regresaba a Dios los castigos desaparecían… porque el pueblo,
las personas escuchaban y habían un verdadero cambio de vida.
La Virgen María, antes de enseñarles el infierno a los niños
de Fátima, les dijo que ellos se iban a salvar.
Les enseño una realidad, una verdad, aterrador para sus pequeños
corazones, pero a la vez les dio una esperanza… había que salvar a las almas…
se podían salvar… si se rezaba, si se hacían penitencias, los grandes pecadores
podían llegar a salvarse, a tener arrepentimiento de corazón y reconciliarse
con Dios. La Madre les dio esperanzas y
las herramientas para ayudar a los pecadores.
El Ángel de Portugal les dijo a los pequeños: Jesús y María
tienen puesta las esperanzas en ustedes.
¿No tendrán también puestas las esperanzas en nosotros, para ayudarles a
salvar nuestras familias, y a esta
humanidad que va caminando por el precipicio de la desgracia, en esta vida y en
la eterna???
El demonio toma ventaja de esta confusión en nuestros
hermanos que andan como ciegos a la caza de profetas y videntes, de mensajes de
fatalidad que solo traen la desesperación, el pánico y enfermarse de los
nervios.
Desde la Soledad del Sagrario
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