domingo, 24 de abril de 2016

Carta a una hija espiritual





Vas nerviosa e intranquila caminando, haz perdido el norte y no te das cuenta. Llevas un peso inmenso en tus espaldas. Es cierto, tu vida se ha visto, de momento, alimentada por el dolor, por las cruces pequeñas que causan tantas lágrimas.

Hija, vas caminando desviada del camino. No te estás dando cuenta. Hay problemas…cierto. Cruces… cierto. Cuesta mucho…cierto. Pero, hija, no desvíes tu mirada. Has desviado tu mirada y no te das cuenta.

Tu mirada debe estar puesta en Él…y en Él encontraras el consuelo, la fortaleza que necesitas para seguir de pie, en medio de las tinieblas y el huracán que te azota. Sola no puedes…cierto. Pero, ¿acaso no te has desviado del camino? Detente un momento. Mira tus pasos. Observa tu caminar y encontraras que has perdido el horizonte.

El enemigo, como león rugiente anda a la caza de las oportunidades que se le presentan. Esto debe estar muy claro en tu memoria. No le podemos dar motivo para tomar fuerza a causa nuestra. Me explico. 

Eres un soldado mariano. Eres un soldad de Cristo. Eres la columna que sostiene la fe en tu familia. Si te desmoronas, viene abajo toda tu familia. Dios te quiere atenta a los acontecimientos para que los enfrentes con el poder de la oración, oración pura, oración humilde, oración llena de confianza y de fe.

Eres un soldado de Cristo que defiende su familia de las garras del enemigo de las almas. De las garras del mundo; de las garras de la concupiscencia.  Estas en pie de lucha, no puedes desanimarte, mucho menos bajar la guardia en tu vida espiritual.  Un soldado de Cristo, un soldado mariano tiene poderosas armas para utilizar. Las armas de la oración, del santo rosario, de los sacramentos vividos con pasión, amor, fe y entusiasmo.

¿Te sientes sola?  Alza tu mirada. Míralo a Él, solo en el Sagrario. ¿Te sientes abandonada? Vuelve y míralo, mira como esta abandonado por los suyos, por sus íntimos amigos, por los suyos.  ¿Sientes el desprecio y la ingratitud de los tuyos, de los íntimos?  Acaso, Dios, el Dulce Huésped del Sagrario, no vive la bofetada de los buenos con sus ingratitudes e irreverencias. Acaso, el más tierno, dulce y poderoso Dios del Sagrario, no vive el desprecio de los pecadores, y aun de los que se llaman amigos y están en casa.

A veces Dios nos permite sufrir su soledad, su abandono, el desprecio y la ingratitud que recibe, ahí en el Sagrario. Es como un deseo de compartir y encontrar en nosotras ese consuelo que necesita recibir su adorado y amoroso corazón.  ¿No has pensado en esto?

Hija, por cada abandono, desprecio e ingratitud que recibas de los que más amas, vuelve tu mirada a Jesús en el Sagrario. Dile con toda el alma: “Gracias, amado mío, por dejarme compartir tu soledad, tu abandono, la ingratitud y desprecio de los que más amas.  Mi Jesús, aquí estoy para con mi dolor consolarte, adorarte, calentar el frio del Sagrario derramando mi amor, atenciones y delicadezas para contigo.”

Hija no pierdas la oportunidad. Sal de ti misma. Estas mirándote a ti misma. Estas sintiéndote víctima de los acontecimientos… No, no es de Dios sentirte así.  Levantarte. Que el amor a Dios te levante poderosamente.  Puedes perder una batalla pero no la guerra.  Eres soldado de Cristo. No estás sola, Dios está contigo y guerrea por ti. Levántate. Toma las armas espirituales, levanta esa espada de oración y ese escudo que es la Santa Cruz y comienza la guerra con entusiasmo, con fe heroica y con derroche de confianza y amor.

La concupiscencia encadena a uno de los tuyos. Levántate como soldado a pelear por él.  Di con toda el alma: “Señor, vamos a derrotar el vicio en él. Vamos a destruir las cadenas que lo atan. Yo confió en tus promesas. Ellas me dan esperanza y me alientan y me dan vida.  Tú has dicho que todo lo que se pida en tu nombre lo concederás. Por eso, en el Nombre de Jesús, yo pido la liberación de esta alma.”

Jesús tú has dicho que Tu Sangre preciosa es derramada para salvación de las almas.  Por eso, yo confiando ciegamente en tus palabras, baño en la Sangre preciosa de mi Cristo, esta alma que está en pecado mortal.”

Sigue así. Confiando y pidiendo con el valor de un soldado que sabe que ya está la victoria ganada porque Cristo ha vencido y ganado.  No te rindas. No te rebeles. Levántate. El poder está en Dios. El enemigo de las almas quiere verte rendida no le des gusto. Tú le impides perder las almas de los que más amas. No te des por vencida. Fija tu mirada en el Cristo del Sagrario. Fija tu mirada en la Madre Celestial que viene en tu socorro.

El enemigo de las almas quiere que te pierdas mirando y escuchando como se pierden los tuyos. Quiere desesperarte. Humillarte con las maldiciones que escuchas. NO. CRISTO HA VENCIDO. LA VICTORIA ES DE CRISTO Y POR LO TANTO ES TUYA.  Anímate.  Entusiásmate en ganar las almas de los tuyos para Dios. Date a Dios a manos llenas. Comulga en nombre de cada una de esas almas que ves en peligro de eternidad.

Confía…confía…confía… en Dios y en la Mater. Ten una fe ciega, heroica. Una esperanza izada con libertad y esplendor. Una caridad que llegue hasta el martirio de darte en amor por los tuyos. Déjate de mirarte… míralo a Él… esa es la clave de la fortaleza. Solo mirándolo a Él podrás vencer. Mientras te sigas mirando iras perdiendo la fuerza, iras decayendo espiritualmente al punto de caer en depresión.

Hija, Dios tiene puesta su esperanza en ti. Quiere salvar los tuyos con tu ayuda… ¿vas a negarte?

Desde la Soledad del Sagrario


No hay comentarios:

Publicar un comentario