Que raro somos los
seres humanos. Damos importancia a lo que no tiene y a lo que tiene ni pizca de
importancia le damos.
Leía los comentarios de
miles de personas, claro, leía algunos pocos nada mas, donde se daba el fenómeno
de la desilusión así nada más. ¿Y por
qué? Porque somos tan mezquinos, y fijaos que me incluyo, nadie se sienta
herido en su amor propio, que tenemos lentes de aumento para lo que creemos es
una ofensa, una debilidad, un error. Nos negamos a mirar el contexto con
libertad de conciencia, con pureza de intención.
Dándole oído al enemigo
de las almas y a los medios de comunicación que son instrumento privilegiados
del malo eterno. Y le seguimos el juego… Cuantos se retiraran porque
consideraran que el Papa Francisco tuvo un abrupto de carácter injustamente. ¿Sera
verdad? ¿O es que no queremos ver nuestras debilidades en el Papa?
El Papa habla de la
misericordia divina, cierto, muy cierto. ¿Acaso dejo de ser misericordioso por
que reacciono molesto al incidente del joven? Le llamo egoísta y con carácter severo. ¿Y? Miremos
los detalles.
El Papa Francisco se
acerco a unos niños o jóvenes invalidos, en sillas de rueda. Trato de besar a
uno en particular, en ese momento, antes de bajarse, un joven que estaba al
frente, detrás de la silla de rueda, saco su brazo y jalo al Papa. Primer
intento, el Papa se tambaleo, lo miro y no le dijo nada. Se va a inclinar sobre
el joven invalido y el joven vuelve a jalar al Papa esta vez, logra tumbarlo
sobre el joven. El Papa cae sobre el joven en su silla de ruedas por segundos.
Todo el peso del Papa sobre ese frágil jovencito que no podía defenderse. ¿Estuvo bien?
El joven de la silla solo alcanza a sonreír. Miremos al Papa.
Papa Francisco se
incorpora con la ayuda de la guardia de seguridad, que por cierto habían podido
evitar el incidente. Se endereza, mira
al joven, lo señala y le dice “No seas egoísta”. Lo dice con un rostro molesto. Con la misma,
vuelve a sonreírle a los niños y jóvenes inválidos y sigue besando, dando la
mano y acariciando a todos.
¿Quién es el Papa
Francisco? Primeramente un ser humano
con virtudes y defectos, que lucha día a día por la santidad personal y la de
la Iglesia. Segundo: Un anciano, con un
solo pulmón, con problemas del nervio ciático; con problemas al caminar, con
problemas normales debido a la edad avanzada. Por ser anciano se le debe un
respeto; por ser el Papa, el vicario de
Cristo, se merece un respeto. No se le puede hamaquear como si fuera uno más.
¿Por qué jalar al Papa?
¿Para qué jalarlo? Si lo jalas tan fuerte estas provocando que se caiga. ¿Para qué hacer caer al Papa? Si el joven pudo jalarlo, quiere decir que
pudo tocarlo…entonces, porque no se conformó con tocarlo. ¿Era un joven impetuoso? Pues sí, lo
era. ¿Se emocionó a tal punto que quiso
verlo en el suelo? Pienso que actuó sin pensar. Simplemente eso.
Lo que no es admisible
es que existan personas que comenten que se han desilusionado del Papa
Francisco por su reacción. El Papa está llamado a corregir, a amonestar a sus
ovejas. Y el uso la palabra correcta: “No
seas egoísta”, El Papa sabía que podía haberle
causado un golpe innecesario al joven de la silla de rueda, indefenso, que recibió
todo el peso de su cuerpo en forma violenta. El Papa defendía al joven inválido.
Miremos a Cristo, con látigo
en mano arrojar a los mercaderes del templo… y por cierto, no tenía un rostro
menos molesto que el Papa. ¿También nos
vamos a desilusionar del Cristo Misericordioso por tomar un látigo y caerle
encima a los mercaderes, tumbándoles sus mercancías al suelo??
No, no es tiempo para desilusiones.
Es tiempo para agradecerle a la Guadalupana, ¿a la Guadalupana?, sí a ella,
porque ella no dejo solo al Papa Francisco, ni un instante de su estadía en México…
Ella es madre y como madre defendió a su más querido hijo, de la treta del demonio, no dando los frutos que el demonio esperaba. La
Madrecita cobijo con su manto a todos los involucrados. ¡Qué bueno es Dios!! Sigamos orando por
nuestro Papa Francisco… y por el joven impetuoso, que no pensó y actuó a la
ligera, seducido por el demonio que
sutilmente le susurró al oído… estoy convencida de ello…
Desde la Soledad del
Sagrario
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