Virgen de Guadalupe, morenita linda, madrecita bella,
mira a tus hijos que se desvían de tu camino al que nos has llamado.
Mira a tus
hijos detrás de sectas llamativas que les seducen por desviar sus ojos. Tus
ojos hermosos, que un día miraron al pequeño Juan Diego, hoy se llenan de dolor
al contemplar cómo tus hijos son atrapados, desviando su atención del Tepeyac.
Madrecita Guadalupana, la Siempre Virgen, la Madre de
Quien Vive, danos la alegría de contemplar a tu pueblo, a tus hijos mexicanos
regresar a ti… regresar al Tepeyac… regresar al camino de la Verdad. Y con ellos, Madre mía, que todos los pueblos
del mundo vuelvan su mirada y su corazón a ti, Madre del Amor Hermoso, por
quien se vive.
Emperatriz de las Américas, danos la gracia de ser pequeños y poder reconocer que todos hemos extraviado el camino por veredas que conducen a la muerte… llévanos Madre
buena, a regresar al camino de la verdadera felicidad… llévanos de regreso a Dios… Tú la más pequeña, la siempre virgen, devuélvenos a tus
brazos, para encontrar en ellos, el camino a la eternidad…
Desde la Soledad del Sagrario
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