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Dios nos pide
confiar ciegamente en Él.
Dios nos pide una
confianza siempre en aumento.
Dios nos pide una
confianza bañada en una fe exquisita, de esas que lo esperan todo a pesar de
que nada se vea.
Dios nos regala
ejemplos vivos, testimonios de almas que en medio de las cruces, de las
ingratitudes, de los sinsabores del diario vivir, confiaron ciegamente en Dios,
esperaron de Dios su pronta ayuda y consuelo.
Dios sabe que se nos hace difícil confiar, cuando el dolor y
el sufrimiento nos ataca con todo su furor… pero es en estos momentos cuando más
cercano se encuentra Dios de sus pequeños… es cuando más se desborda en
caricias, mimos, consuelos y gracias abundantes… Solo que el estar con nuestra
cruz a cuesta nos puede hacer perder por segundos la mirada de ese Dios que se deshace
en atenciones como un medico que se desvive por ayudar a su paciente a recobrar
la salud.
El secreto de
nuestra victoria estriba en confiar en Dios… a pesar de todo… a pesar de todos…
a pesar de no ver nada en medio de la oscuridad que nos puede invadir… Confiar…
confiar… confianza en el poder de Dios, en la bondad divina, en ese Padre
Celestial que solo quiere nuestro bien, nuestra felicidad… que está presto a
llevarnos en brazos y curar nuestras heridas… cuantas veces, heridas que nos
provocamos al desviarnos de Dios… pero aun así, Papá está ahí, en espera de que
sus pequeños regresen a sus brazos para Él curar nuestras heridas y devolvernos
la sonrisa perdida por tanto dolor…
Sí, la clave está en
confiar ciegamente en Dios… y saber esperar su pronta intervención a nuestro
favor…
Madre, nadie como tú
para confiar ciegamente en Dios… enséñanos a confiar con docilidad en nuestro
Padre Celestial… gracias Mater…
Desde la Soledad
del Sagrario
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