jueves, 4 de diciembre de 2014

Papá quiero confiar en Ti, ayúdame

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Dios nos pide confiar ciegamente en Él.

Dios nos pide una confianza siempre en aumento.

Dios nos pide una confianza bañada en una fe exquisita, de esas que lo esperan todo a pesar de que nada se vea.

Dios nos regala ejemplos vivos, testimonios de almas que en medio de las cruces, de las ingratitudes, de los sinsabores del diario vivir, confiaron ciegamente en Dios, esperaron de Dios su pronta ayuda y consuelo.

Dios sabe que  se nos hace difícil confiar, cuando el dolor y el sufrimiento nos ataca con todo su furor… pero es en estos momentos cuando más cercano se encuentra Dios de sus pequeños… es cuando más se desborda en caricias, mimos, consuelos y gracias abundantes… Solo que el estar con nuestra cruz a cuesta nos puede hacer perder por segundos la mirada de ese Dios que se deshace en atenciones como un medico que se desvive por ayudar a su paciente a recobrar la salud.

El secreto de nuestra victoria estriba en confiar en Dios… a pesar de todo… a pesar de todos… a pesar de no ver nada en medio de la oscuridad que nos puede invadir… Confiar… confiar… confianza en el poder de Dios, en la bondad divina, en ese Padre Celestial que solo quiere nuestro bien, nuestra felicidad… que está presto a llevarnos en brazos y curar nuestras heridas… cuantas veces, heridas que nos provocamos al desviarnos de Dios… pero aun así, Papá está ahí, en espera de que sus pequeños regresen a sus brazos para Él curar nuestras heridas y devolvernos la sonrisa perdida por tanto dolor…

Sí, la clave está en confiar ciegamente en Dios… y saber esperar su pronta intervención a nuestro favor…

Madre, nadie como tú para confiar ciegamente en Dios… enséñanos a confiar con docilidad en nuestro Padre Celestial… gracias Mater…

Desde la Soledad del Sagrario


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