En mi mente hay un
pensamiento que persiste provocando una sacudida violenta a mi pobre corazón.
Mis oídos perciben un
suave murmullo que hace latir aceleradamente mi pobre corazón, descontrolándose.
¿Miedo? Puede ser.
Es una realidad que a todos nos toca de una forma o de otra… pero está ahí…
entre sombras… a la espera de salir a la luz en un momento cualquiera… Es una
realidad, ya hay muchos hermanos viviéndola en diferentes partes del mundo…
verlos, nos toca sensiblemente, llenando el alma de un dolor indecible…
¿Pero nosotros? ¿Pero
yo?... La pregunta es ¿Cómo la vamos a recibir?
¿Cómo vamos a responder? ¿Cuál será nuestra pronta respuesta? ¿Vacilar
en la fe? ¿Refugiarnos en el torbellino del miedo? ¿Cómo será nuestra respuesta
inmediata?? ¿Salir corriendo hacia la apostasía??
Y ahí está… es una voz cálida,
tierna, invitante… es una pregunta que hace… es una realidad que expresa… es un
deseo que implora respuestas afirmativas… obras de compasión… obras de lealtad…
obras de amor… ¿Qué puedo hacer?
Hoy, me he sentido atraída
por esta voz, por esta pregunta… voz que no oigo… voz que si entiendo… voz que
siento que se refiere a mí… pero también a todos… ¿Qué hacer?
En la cumbre de una edad
en decadencia… en la cumbre de una vida gastada en el caminar hacia la
eternidad… viene a mí como un rayo de luz, como una invitación, como un llamado…
esta verdad que hace temblar a no más de uno… a millares de almas cristianas…
Es como sentir su mirada
tierna, sumamente tierna, su rostro bondadoso, sentir su voz anhelante de una
entrega total, de una entrega sin miedos, sin obstáculos, sin demora. Sentir que
el alma debe dar un salto audaz a su Voluntad Divina si fuera ese su querer.
Me sumerjo en mi interior…
contemplándome para preguntarme, si estaré preparada para dar mi pequeño Fíat a
esa invitación divina… a ese “cara a cara con el Amor de mi vida”…
Es una pregunta evangélica… que Jesús hace a dos
de sus apóstoles… pero también es la misma pregunta que resuena como eco en mi
interior…
Una voz suave tierna,
sin escuchar nada, me pregunta a mí… “"¿Podéis beber la copa que yo voy a
beber?"… Yo escucho <¿quieres beber la copa que yo voy a beber?> La copa del martirio… el bautismo de sangre… la consumación de
las bodas del alma en la fe más heroica vivida en estos tiempos…
¿Sería capaz? ¿Sería
capaz de amar así? ¿No es aquí, donde sabemos verdaderamente, si estamos amando
de verdad a Dios? Si estamos en una vida coherente a Cristo, pisando sus
huellas, saboreando sus enseñanzas, alimentándonos de sus consejos, viviendo
acorde a sus deseos… a una entrega plena…al Dios que sea ha dado sin reservas…
No es un sonido
ensordecedor, una bala o balas que entran al cuerpo y acaban con él… No… no esa
así… No es una puñalada que deliberadamente y a traición puede quebrantar la
vida del cuerpo… No, no es así… Hoy en día, es ensañarse en tormentos crueles
contra los cristianos… Pero, ¿acaso no es al estilo de los verdugos de Cristo?…
había olvidado ese detalle… sí… es verdad… los verdugos de hoy, se miran en el espejo de los verdugos del ayer, porque el enemigo es el
mismo… no cambia su estilo…no cambia su estrategia… siempre ataca de la misma
forma… destilando odio…destilando envidia… destilando venganza…siempre es igual…la violencia se ensaña, se oscurece la razón, se endurece y embotan los
sentidos, se debilita la voluntad… porque sus instrumentos se alimenta del
pecado…de la violencia… del odio…del pan diario que les concede el malvado de
las almas.
A mi mente vienen las
palabras sagradas… <Nos tienen por bastardos, se aparta de nuestros caminos como
de impurezas, proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de
tener a Dios por padre.>… y siguen diciendo…<Veamos si sus palabras son
verdaderas, examinemos lo que pasara en su tránsito> Luego dice…<Pues si
el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librara de las manos de sus
enemigos.>
Aquí viene la parte más
comprensible del actuar de los verdugos… <Sometámosle al ultraje y al
tormento, para conocer su temple y probar su entereza.>
Los verdugos son instrumentos del enemigo de
las almas… ciegos y endurecidos por la maldad y el pecado se deja manipular por
el enemigo que le susurra al oído como actuar, como atormentar, cediendo a sus
objetivos sin pensar en las consecuencias.
El amor… el Amor… ¿hasta
dónde llega el grado en el termómetro de
la vida?... creo, mi Jesús, que para poder dar la medida de los que dócilmente van
veloz al encuentro del Cáliz, bebiéndolo hasta el final, antes hay que ir poco
a poquito muriendo a todo para vivir sumergidos a Tu Voluntad, sumergidos a la
caridad, a la compasión, sirviéndote a Ti, en la medida que servimos al prójimo…
Pero, ¿qué digo?, si solo elevando el corazón y suplicando el bautismo de fuego
divino, permitirá poseer no solo la medida del martirio, sino la medida del
Amor hasta las últimas consecuencias…porque
Tu no le niegas nada a un alma que se humilla ante Tu presencia, suplicándote con
humildad y pureza de intención vuestra incondicional ayuda divina…
Sí, mi Jesús, el alma solamente
quiere; solamente busca; solamente desea; solamente vive… para lo que Voz
quiere… El alma pide solo vivir abismada en vuestro corazón, en vuestra
voluntad, en vuestro Amor… lo demás se alcanzara con Tu ayuda, porque Tú no
abandonas a Tus hijos, regalando los dones del Espíritu Santo, mas necesarios, para ese bautismo de sangre para Tus elegidos…
Dios solo Dios…Madre… en
tus manos me encuentro… bajo tu manto me refugio… como Tú, madre mía, voy al
encuentro, el que sea, como sea, cuando sea, donde sea… solo el Amor de Dios nos llene a
capacidad, hasta rebosar en la medida, que Dios nos concede a cada uno, en esta
vida… porque Dios vale la pena. Nada que temer… si Tú estás conmigo, Madre mía…
Desde la Soledad del
Sagrario
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