miércoles, 25 de junio de 2014

Usted es un Soldado de Cristo… es mi respuesta







Estando en adoración he sentido un fuerte impulso de escribir respondiendo a una comunicación de quien mantiene una lucha campal por  su apostolado… que sin duda es beneplácito de Dios dicho apostolado… Aunque de estas cosas nada sé ni entiendo… presento mi pequeño y pobrísimo escrito...  
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Tenga por sabido que:
Usted es un Soldado de Cristo por la sagrada confirmación recibida.
Usted ha sido ungido por el oleo sagrado para ser Soldado de Cristo.
Usted es Soldado de Cristo por la sagrada eucaristía recibida con amor y por amor.
Por el amor que profesa a María Santísima, usted es miembro activo del ejército de María.

Su espada es la oración y los sacramentos vividos intensamente, con perseverancia, devoción y asiduamente.
Su escudo es la santa cruz que emite la luz de la verdad inefable.
Sus vestimentas es una vida en la gracia divina.

Nada que temer y mucho que librar.
Es una batalla campal, cuerpo a cuerpo, porque es su voluntad rendida en la Voluntad Divina contra la voluntad maléfica del enemigo de las almas y sus servidores en el tiempo y en el espacio.

Nada que temer y mucho que obrar.
La bandera de la fe, la esperanza y la caridad exquisita deben estar izadas en todo momento; que el viento del Espíritu Santo las mueva a su gusto.

La mirada clavada en Dios, jamás en el obrar del enemigo, si no en la Voluntad Divina para no debilitarse.

La Voluntad Divina le hará ver el verdadero camino a tomar, las estrategias a seguir, los saltos que ameritan dar para librarse de las trampas, tentaciones, argumentos, emboscadas del enemigo.

Nada que temer, y mucho que hacer a los pies del Sagrario.

La agenda a seguir, los planes a llevarse a cabo se reciben a los pies del Sagrario… la confirmación la encuentra en el director espiritual…

Nada que temer, y mucho que dar.

El alimento diario debe ser la eucaristía… con la eucaristía recibe la fortaleza necesaria para mantenerse en pie de lucha.

Las confesiones frecuentes le liberan de egoísmos, soberbia, miedos, debilidades y miserias naturales que a todos nos sobreviene; unos mas, otros menos.

Nada que temer y mucho que buscar.

El enemigo de las almas suele buscar estrategias para alejarnos de la oración; de los sacramentos; del cultivo de las virtudes; de la dirección espiritual, quien debe ser de suma oración, de adoración, de finísimo amor a la Mater.

Sabe muy bien que un Soldado de Cristo, alejado de la fuente del Sagrario, tarde o temprano, cae rendido en sus garras.

Nada que temer y mucho que creer.

La fe de un Soldado de Cristo debe ser heroica, ciega, luminosa.

Ardiente fuego, si, ardiente fuego en el alma, con claridad siempre mayor, que la lance a darlo todo…absolutamente TODO por el reinado de Jesús y María en los corazones.  

Fuego que contagie a las almas.

Pero la fe debe estar cimentada en las columnas de la humildad, pureza, la confianza ciega, la esperanza contra toda esperanza.

Columnas cuyos cimientos están alimentados por el amor más radical… a lo Cristo… a lo María…

Nada que temer y mucho valor a cultivar

El valor lo da Dios.
Los mártires, grandes y pequeños, han dado la medida colmada de lo que es un soldado de Cristo… en el ejercito de María… ella es la capitana… todos han alcanzado la victoria… la palma de la eternidad…

Solo hay un verdadero temor, ese que hace temblar al soldado de Cristo:  es perder a Dios.  Es el único miedo que podemos tener… lo demás jamás temer por lo tormentoso; las densas tinieblas o sismos azoten sin piedad nuestro obrar…

Cuando el enemigo de las almas no se deja sentir…ALERTA… algo anda mal… algo se está haciendo que lo mantiene tranquilo, que le provoca seguridad.

Cuando el enemigo de las almas arremete con rabia y desquite… ALEGREMONOS… porque estamos siendo verdaderos soldados de Cristo, los frutos son en abundancia, aunque nada se vea, nada se conozca… pero el enemigo de las almas se siente atacado, descubierto, debilitado, pero sobretodo, hay almas que se le escapan de sus garras y eso le revientan de ira y de odio… el berrinche no se hace esperar…  

Bendito sea Dios por las almas que se sienten llamadas a ser soldados de Cristo… a lo Cristo… dándole Gloria al Padre Celestial… bajo la mirada y el cobijo de la amada, dulce y siempre virgen, la Virgen María, Reina y Madre nuestra.

La Santísima Trinidad en acción, alimenta el ejército de María para la victoria final… Cristo venció y vuelve a vencer, esta vez en sus hijos como soldados van a la batalla conociendo que la victoria es ya de Cristo… porque Cristo ha vencido con la cruz y su resurrección.

Desde la Soledad del Sagrario



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