Estando en adoración he sentido un fuerte impulso de
escribir respondiendo a una comunicación de quien mantiene una lucha campal por
su apostolado… que sin duda es beneplácito
de Dios dicho apostolado… Aunque de estas cosas nada sé ni entiendo… presento
mi pequeño y pobrísimo escrito...
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Tenga por sabido que:
Usted es un Soldado de Cristo por la sagrada confirmación
recibida.
Usted ha sido ungido por el oleo sagrado para ser Soldado
de Cristo.
Usted es Soldado de Cristo por la sagrada eucaristía recibida
con amor y por amor.
Por el amor que profesa a María Santísima, usted es
miembro activo del ejército de María.
Su espada es la oración y los sacramentos vividos
intensamente, con perseverancia, devoción y asiduamente.
Su escudo es la santa cruz que emite la luz de la verdad
inefable.
Sus vestimentas es una vida en la gracia divina.
Nada que temer y mucho que librar.
Es una batalla campal, cuerpo a cuerpo, porque es su voluntad
rendida en la Voluntad Divina contra la voluntad maléfica del enemigo de las
almas y sus servidores en el tiempo y en el espacio.
Nada que temer y mucho que obrar.
La bandera de la fe, la esperanza y la caridad exquisita
deben estar izadas en todo momento; que el viento del Espíritu Santo las mueva
a su gusto.
La mirada clavada en Dios, jamás en el obrar del enemigo,
si no en la Voluntad Divina para no debilitarse.
La Voluntad Divina le hará ver el verdadero camino a
tomar, las estrategias a seguir, los saltos que ameritan dar para librarse de
las trampas, tentaciones, argumentos, emboscadas del enemigo.
Nada que temer, y mucho que hacer a los pies del Sagrario.
La agenda a seguir, los planes a llevarse a cabo se
reciben a los pies del Sagrario… la confirmación la encuentra en el director
espiritual…
Nada que temer, y mucho que dar.
El alimento diario debe ser la eucaristía… con la eucaristía
recibe la fortaleza necesaria para mantenerse en pie de lucha.
Las confesiones frecuentes le liberan de egoísmos,
soberbia, miedos, debilidades y miserias naturales que a todos nos sobreviene;
unos mas, otros menos.
Nada que temer y mucho que buscar.
El enemigo de las almas suele buscar estrategias para
alejarnos de la oración; de los sacramentos; del cultivo de las virtudes; de la
dirección espiritual, quien debe ser de suma oración, de adoración, de finísimo
amor a la Mater.
Sabe muy bien que un Soldado de Cristo, alejado de la fuente
del Sagrario, tarde o temprano, cae rendido en sus garras.
Nada que temer y mucho que creer.
La fe de un Soldado de Cristo debe ser heroica, ciega, luminosa.
Ardiente fuego, si, ardiente fuego en el alma, con
claridad siempre mayor, que la lance a darlo todo…absolutamente TODO por el
reinado de Jesús y María en los corazones.
Fuego que contagie a las almas.
Pero la fe debe estar cimentada en las columnas de la
humildad, pureza, la confianza ciega, la esperanza contra toda esperanza.
Columnas cuyos cimientos están alimentados por el amor más
radical… a lo Cristo… a lo María…
Nada que temer y mucho valor a cultivar
El valor lo da Dios.
Los mártires, grandes y pequeños, han dado la medida
colmada de lo que es un soldado de Cristo… en el ejercito de María… ella es la
capitana… todos han alcanzado la victoria… la palma de la eternidad…
Solo hay un verdadero temor, ese que hace temblar al
soldado de Cristo: es perder a
Dios. Es el único miedo que podemos
tener… lo demás jamás temer por lo tormentoso; las densas tinieblas o sismos azoten
sin piedad nuestro obrar…
Cuando el enemigo de las almas no se deja sentir…ALERTA…
algo anda mal… algo se está haciendo que lo mantiene tranquilo, que le provoca seguridad.
Cuando el enemigo de las almas arremete con rabia y
desquite… ALEGREMONOS… porque estamos siendo verdaderos soldados de Cristo, los
frutos son en abundancia, aunque nada se vea, nada se conozca… pero el enemigo
de las almas se siente atacado, descubierto, debilitado, pero sobretodo, hay
almas que se le escapan de sus garras y eso le revientan de ira y de odio… el berrinche
no se hace esperar…
Bendito sea Dios por las almas que se sienten llamadas a
ser soldados de Cristo… a lo Cristo… dándole Gloria al Padre Celestial… bajo la
mirada y el cobijo de la amada, dulce y siempre virgen, la Virgen María, Reina
y Madre nuestra.
La Santísima Trinidad en acción, alimenta el ejército de María
para la victoria final… Cristo venció y vuelve a vencer, esta vez en sus hijos
como soldados van a la batalla conociendo que la victoria es ya de Cristo…
porque Cristo ha vencido con la cruz y su resurrección.
Desde la Soledad del Sagrario
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