martes, 8 de abril de 2014

Dios nos llama a la reconciliación… no lo dejemos para luego…


Caminamos de prisa hacia la Semana Mayor, la Semana Santa.  ¿Cuántos ya han acudido con prontitud al confesionario? ¿Cuántos de nosotros se han preparado dignamente, para esa confesión que abrirá las puertas de nuestro corazón,  recibiendo las gracias y bendiciones que se derraman durante este triduo de dolor,  desde el jueves santo a domingo de pascua??

Como católicos que toman en serio, muy en serio la vida espiritual; como padres de familias que toman muy en serio la espiritualidad de los hijos; como almas que desean vivir caminando con paso firme por el camino de la santidad en unión a los nuestros;  sienten el llamado apremiante de la reconciliación con Dios, el Dios de la Misericordia Divina, ahí en el trono de la reconciliación y penitencia: el confesionario.

Hagamos algo hermoso, al gusto divino, preparémonos correctamente, desde la oración, penitencia, desde un acto minucioso de examen de conciencia… caminemos presurosos, entusiasmados y llenos de esperanza al lavado espiritual que es la confesión… dejemos la carga de pecados, de faltas voluntarias, de caprichos peligrosos, de naderías que impiden la fidelidad a Dios en el confesionario… Salgamos del confesionario relucientes por las gracias recibidas, volcándonos en cumplir perfectamente con la penitencia impuesta por nuestros pecados… y el propósito fiel de trabajar seriamente por no cometer ni un solo pecado mortal… evitando en lo posible caer en pecados veniales también.

Cerremos esta Cuaresma con una vida nueva en Cristo, caminemos de la mano  de la Mater, por el camino de la santidad, llevando con nosotros a los nuestros…

Desde la Soledad del Sagrario

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