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Mirarnos en el espejo de los demás…
es calzar las sandalias del prójimo...
Es tomar en nuestros hombros el dolor
del hermano que sufre amargamente.
Es tender la mano concediendo alegría al necesitado.
Es llenar de consuelo al que sufre, al que llora,
al que está al borde de la desesperación
porque todas
las puertas se cierran y no sabe a dónde
ir, a quien acudir.
Mirarnos en el espejo de los demás es encontrarnos
a nosotros mismos… porque el dolor y
la cruz
del hermano puede en cualquier momento ser
el dolor y la cruz nuestra.
¿Quién puede ser ajeno al llanto de un niño
que pide a gritos un pedazo de pan?
¿Quién puede alejarse de la mirada de la joven
que mira suplicando ayuda porque no
tiene nada
con que alimentar a su pequeña familia?
¿Quién puede seguir su camino luego de encontrar
una mano que se extiende pidiendo
una limosna por amor, por caridad…?
Mirarnos en el espejo de los demás es
la manifestación de un corazón
sumamente
lleno del Amor de Dios que sabe amar
con el Corazón Divino… dándose a
borbotones
porque Dios apremia…Dios quiere
llegar
a cada uno de sus hijos…clavados en
la cruz
del diario vivir a través de usted y
de mí…
Desde la Soledad del Sagrario
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