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Señor, recibo la noticia como si hubiera recibido un baño de agua
congelada. Recibo la noticia con incredulidad… No, no puede estar pasando esto
a mí… ¿Qué hice? ¿Qué deje de hacer? ¿Cómo ha pasado algo así, mi Jesús?
Y es aquí donde pasan todas las ilusiones, los planes, los sueños, todo
pasa como una película por la mente,
hiriendo el corazón mortalmente.
Es el momento normal de la “no aceptación”… lo anormal es quedarnos en esa
“no aceptación”… Y es tan difícil para una madre, para un padre con niños
pequeños encontrarse con la noticia de poseer una enfermedad mortal que puede
llevarle al “regreso a casa”, en momentos que no se desean partir. Las
lagrimas, la depresión, la angustia, la desesperación de esos primeros días que
parecen noches para el alma.
Pero es que no importa la edad. No importa si es niño, si es adulto, si es
anciano. No importa si es un simple bebé. No importa si está casado o soltero;
si es madre de niños pequeños, o padre, único responsable de llevar el sustento
a la casa… Cualquiera puede ser elegido. Profesional, obrero, rico, pobre,
religioso, seglar… cualquiera… en cualquier ambiente… puede ser elegido…
¿Elegido? Si, elegido… elegido por la enfermedad más triste y penosa…
silenciosa que cuando deja saber su presencia muchas veces es muy tarde. Ese
cáncer que nos roba al ser amado para siempre. Ese cáncer que nos roba al hijo
en sus más tiernas edades… Ese cáncer que sin saber por qué llega como ladrón a
exigir su víctima.
Es curioso cuando llega la enfermedad… entonces es cuando se valoriza la
vida en una perspectiva antes desconocida. Es cuando más se siente ganas de
vivir… es cuando más se tiene ilusiones, planes, una vida por desarrollar… por
vivir…se tiene hambre de vivir…
¿Cómo tomar esa noticia sin desesperar?
¿Cómo mantener la calma? ¿Cómo?
Si toda una tormenta interior se desata, en la mente, en el corazón, en
la voluntad.
Son momentos de tormenta internas, momentos de luchas interiores… de
pensamientos, de sentimientos en agonía… todo en el interior… exteriormente
muchos pacientes tratan de no manifestarse por el bien de la familia inmediata.
Otros se sumergen en una depresión aguda. Hay quien se rebela contra Dios,
haciéndole responsable de la enfermedad. O por el contrario exigiendo la
sanación, al ver su oración negada se rebelan, agriándose y cambiando su
carácter para tormento y preocupación de la familia.
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Jesús, de mi vida. Son momentos en que nos aferramos al timón de la barca
de nuestra vida…luchando en el mar de la tempestad interior. Pero no nos damos
cuenta que Tu presencia se hace palpable. Que vas dirigiéndonos para salir de
la tempestad y llegar a feliz puerto… el puerto de la … de la
aceptación de la enfermedad como un medio para la salud de nuestra alma.
Donde Dios permite que entremos en la escuela del sufrimiento a través de
esta cruz de la enfermedad. Es una escuela que hace al alma mucho bien. Enseñándole la humildad en todas sus
dimensiones. Enseñándole a seguir a Jesús en una confianza ciega y en una fe
esplendorosa. Dejándose guiar por Jesús.
Donde Dios quiere que a través de esa enfermedad el alma se pueda convertir
en colaboradora de la redención de tantos pobres pecadores, empezando por los
de casa. Cada paciente se convierte en
una mina valiosísima para la eternidad… que solo en la eternidad se podrá
entender y conocer la magnitud del valor de esa cruz… la cruz de la enfermedad…
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Cuantos pobres pecadores no se pueden ayudar, rescatar viviendo la cruz de
la enfermedad, del cáncer, como soldado en el campo de guerra… rescatando a los
caídos, asistiendo a los heridos, atacando al enemigo con los frutos de la cruz
personal unida a los frutos de la Cruz de Cristo…
No sé por qué, pero siento la
necesidad de terminar la entrada recordando a mi amiga, que hacen tres años que
murió… Es una historia muy triste para mí…que estuve a su lado hablándole del
Cielo, hablándole de Dios… orando en todo momento por ella. Quizás alguien
necesite conocer de esta historia…
Mi amiga era de misa diaria, catequista, participante de la adoración
eucarística, dirigente en un grupo de familias, miembro de un grupo de
matrimonios de Schoenstatt… madre espiritual de algunos sacerdotes, que iban a
la casa con confianza como un hijo. Madre y esposa dedicada a su familia.
Mi amiga luego de sanar de su cáncer
la primera vez, en esa prórroga de vida que Dios le concede por cinco años,
cuando llegó el momento escogido por Dios, para su “regreso a casa”, aparece la
enfermedad de nuevo.
Para sorpresa de muchos, mi amiga se reveló… no acepto la enfermedad… no
quería partir… ¿la razón?... no eran sus hijos, ni nietos… era su esposo…no
quería dejarlo… pensaba que se iba a volver a casar y eso la llenaba de
amargura y de dolor. Sus reacciones nos sorprendían grandemente…su carácter y
actitudes cambiaron…
Hubo una lluvia continua de
oraciones… de rosarios de la Misericordia… de rosarios de la Virgen… de misas
por ella… visitas de sacerdotes… encuentros de oración en su habitación…
El desenlace muy triste… donde pedía
a gritos un sacerdote para confesar, luego de haberse confesado cinco o seis
veces, (incluso una semana antes de morir), durante esos 6 meses de enfermedad.
Cuando van a buscar al sacerdote,
preguntan si entro en agonía, el familiar no dice que mi amiga había entrado en
agonía, porque simplemente no creía que estaba en agonía. El sacerdote cuando llega ya no puede hablar. El sacerdote se queda 4 horas orándole sin parar…
Una historia muy triste en verdad…
solo Dios y su infinita misericordia divina nos queda. A mi amiga la dejamos en la Voluntad Divina…
pienso que el desear tanto la confesión… es un signo de arrepentimiento
verdadero… Dios sabe… Dios es Dios…Además su Alianza de Amor con la Mater… no
habrá sido en vano…la Mater habrá extendido su mano salvándola de esos momentos
de agonía donde el enemigo trata de desesperar al alma…provocándole confianza
en Dios...
Las personas no entendemos que la Misericordia Divina se da a borbotones
pero si la persona se obsesiona en no abrirse en un sincero arrepentimiento de
sus pecados y en humildad pidiendo perdón, la Justicia Divina se hace presente… porque la
Misericordia Divina existe por causa de la
Justicia Divina… y la Justicia Divina es producto de la Misericordia
Divina…
Para que la Misericordia Divina se dé… hay una condición para nosotros
pobres pecadores, hay que arrepentirse
de corazón y humildemente confesar los pecados tal y como son…
Oremos unos por otros… oremos por los enfermos… oremos para que Dios nos
conceda un corazon generoso en darse en amor, oración abrazando con entusiasmo
y alegría, con fe y confianza la cruz de la enfermedad cuando nos toque vivir…
no quiero decir que no busquemos la sanación… sino que buscando la sanación
abrazamos la cruz…
Desde la Soledad del Sagrario
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