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Nadie como Él… nadie…nadie… Solo Él… en Él… para Él he
nacido… por Él vivo…con Él me fatigo y he de morir en Él…para vivir eternamente
con Él.
En el Jardín Inmaculado, soy la más pequeña de las flores
que espera un día muy lejano adornar con mi pequeña presencia y llenar de olor
con mi pobrecillo perfume de una vida gastada en Él y por Él…el Altar del Altísimo…
Rio, lloro, canto, sufro, vivo bajo la mirada y en el
Misterio inefable de un Dios que habita dulcemente en la prisión del Sagrario…
y en lo escondido de mi alma…
Mi Dulce Huésped del Sagrario… mi desborde de felicidad y
alegría eres Tú… Tú mi gran Amor… mi único Amor… ¿Quien como Tú?, mi Dulce
Esposo Divino…
Desde la Soledad
del Sagrario
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