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Oh Jesús, aquí estas en el copón o en la custodia:
Como un día sobre el pesebre: llorando.
Como un día en el brocal de un pozo: cansado.
Como un día sobre la barca de Pedro: enseñando.
Como un día sobre una columna: burlado.
Como un día sobre la cruz: orando.
Como un día en el sepulcro: sacrificado.
Padre Saturnino Junquera, S.I.
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Oh, padre Saturnino,
que hermosas palabras que llevan a mi alma a la reflexión de vivir contemplando la
Hostia Sagrada, caminando por cada uno de los días vividos por Jesús entre los
hombres.
Mirándote, Hostia
Inmaculada, Hostia Hermosa, me hablas de Ti, mi Señor, en el pesebre… Tu llanto
incontenible me hace reconocerte como hombre que siente y padece. Me hace
asombrarme y maravillarme que mi Dios, se haga niño, anonadándose, simplemente
por Amor a mí, por Amor a todos.
Cuanto Amor… cuanto
Amor… desbordado ahí, en la cueva de Belén, en el pesebre de Belén. Ahí entre
pajas, mi Dios llora, ¿acaso no lloras también en el Sagrario? ¿Acaso las
lagrimas de ayer en Belén no se renuevan en el silencio escondido del Sagrario?
¿Acaso hoy como ayer no estás necesitado de las atenciones, de las delicadezas
de una madre, de un padre que tomándote en brazos llene tu rostro de besos y
mimos? ¿Tienes hambre? ¿Tienes sed? ¿Tienes frio? ¿Tienes ganas de ser amado? Ganas
de sentir el calor y el amor de aquellos por quienes te haces niño, te haces
hostia.
Y me quedo aquí en
esta reflexión, para saborear el misterio que envuelve estas palabras del padre
Saturnino, saborearlas ante el Santísimo… ahí… en el silencio de la capilla,
ante mi Amado y Adorado Jesús… seguir la meditación… pero esta vez sin palabras…
porque Dios no necesita de palabras… sino de Amor…
Desde la Soledad
del Sagrario
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