lunes, 20 de mayo de 2013

Hijo…hija… No me vas a extrañar cuando me vaya



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Es el grito de tantos corazones en el silencio y abandono de  tantos hogares en el mundo. No, no es cosa que se da en una nación en particular… no, es algo que se vive en todos los confines de la tierra… experiencias que van en aumento.

Cuánto dolor innecesario, cuánto dolor por falta de caridad de unos con otros en nuestras familias.

Hijos, hijas ingratos que solo viven el día a día entre sueños y fantasías alejados de los padres porque los padres molestan a los planes, a la ambición que dominan sus mentes y corazones. ¡Qué dolor aplastante para tantos padres y madres ancianos!!

Habrá quien diga: “eso sembraste… eso cosechas”… pero no, no ha sido eso. Son hogares donde los padres se han desvividos en atenciones con los hijos…hogares donde se ha vivido la fe en toda sus dimensiones…  donde se ha procurado una atmosfera cálida, de solidaridad, de amor, de virtudes solidas vividas día a día en el seno del hogar… pero… al final, los hijos, al volar del nido… han cambiado… de tal forma que son irreconocibles para sus progenitores.

Cuantos ancianos padres no han vivido esta misma historia… y será muchos más los que la vivan.

La hija única que llega de viaje a venderle la casa a su anciana madre y hacerle acceder voluntariamente, para liberar su conciencia, en un hogar para ancianos. Resultado al mes de vivir en el hogar la anciana madre muere de dolor y traición recibida de su propia hija.

La hija única que pelea a muerte, cada vez que su anciana madre va a visitarla porque siente la nostalgia de estar con su hija, recibiendo solo palabras hirientes y desprecios… Cuantos ancianos no viven amargamente esta dolorosa experiencia.

Cuantos abuelos que han criado a los nietos, han vivido la experiencia de ser procurados, visitados mientras pueden ayudar a los nietos, pero en el momento de llegar a la ancianidad, donde ya no pueden responder a las exigencias de los nietos, reciben solo el abandono, el olvido de los seres queridos… que provocan el dolor más intenso que jamás se pensó vivir… el dolor del abandono de los que aman… ¿podemos imaginar esas heridas en esos corazones tan delicados y sensibles por la edad? Yo pienso que debe ser el martirio más silencioso y más desgarrador… imaginable…

Y que tal los hijos que se molestan porque los ancianos padres les llaman para hablar… están tan ocupados en sus cosas que se molestan ser sacados de sus cosas. Cuantas ingratitudes recibidas… solo Dios conoce esos corazones que se arrugan por el dolor.

Esos hijos que quieren acallar sus conciencias y tratan de llevar a  los padre a entrar a hogares de ancianos porque ellos no quieren… no porque no pueden ocuparse de ellos, porque eso significa perder sus vidas de diversión, de viajes, de cosas, que no es precisamente el trabajo… sino actividades superfluas que muchas veces los alejan de Dios, de los sacramentos.

Hijos que no llaman, que no buscan noticias de sus ancianos padres, que no se preocupan solo cuando ellos tienen problemas y entonces es necesario acudir a quien saben que les ama, les escucha con sinceridad… oran por ellos… ¿No es preocupante tanto egoísmo?  Una anciana madre me contaba entre lágrimas y a la vez sonriendo, que a veces se alegraba que sus hijos tuvieran problemas porque era cuando la llamaban. ¿No es penoso pasar por algo así?

Otro anciano padre contaba tristemente, en la soledad inmensa  que se sentía por causa de los hijos… incluso decía: “si muero se alegraran porque ya no tienen esa molestia en sus conciencias”… las veces que les ha tocado llamarlos por razones de necesidad económica han sido rechazados, despreciados, para luego ayudarles en su necesidad… todo por no aflojar un poco de dinero para sus ancianos padres…

Qué triste experiencia para tantos ancianos progenitores de hijos criados con tanto amor… Solo podemos orar unos por otros… de esta forma nos ayudamos en las diferentes cruces que llevamos… unas cruces más pesadas, otras más livianas, pero que en última instancia siguen siendo cruces…

Padres y madres ancianos… oren por sus hijos… oren por sus hijos… es el mejor regalo que pueden hacerle… La felicidad la encontraran cuando regresen a “la casa celestial”… animo sigan sembrando amor desde la oración… en vuestros hijos…

 

Desde la Soledad del Sagrario.

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