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Es
el grito de tantos corazones en el silencio y abandono de tantos hogares en el mundo. No, no es cosa que
se da en una nación en particular… no, es algo que se vive en todos los confines
de la tierra… experiencias que van en aumento.
Cuánto
dolor innecesario, cuánto dolor por falta de caridad de unos con otros en
nuestras familias.
Hijos,
hijas ingratos que solo viven el día a día entre sueños y fantasías alejados de
los padres porque los padres molestan a los planes, a la ambición que dominan
sus mentes y corazones. ¡Qué dolor aplastante para tantos padres y madres
ancianos!!
Habrá
quien diga: “eso sembraste… eso cosechas”… pero no, no ha sido eso. Son hogares
donde los padres se han desvividos en atenciones con los hijos…hogares donde se
ha vivido la fe en toda sus dimensiones…
donde se ha procurado una atmosfera cálida, de solidaridad, de amor, de
virtudes solidas vividas día a día en el seno del hogar… pero… al final, los
hijos, al volar del nido… han cambiado… de tal forma que son irreconocibles para
sus progenitores.
Cuantos
ancianos padres no han vivido esta misma historia… y será muchos más los que la
vivan.
La
hija única que llega de viaje a venderle la casa a su anciana madre y hacerle
acceder voluntariamente, para liberar su conciencia, en un hogar para ancianos.
Resultado al mes de vivir en el hogar la anciana madre muere de dolor y traición
recibida de su propia hija.
La
hija única que pelea a muerte, cada vez que su anciana madre va a visitarla
porque siente la nostalgia de estar con su hija, recibiendo solo palabras
hirientes y desprecios… Cuantos ancianos no viven amargamente esta dolorosa
experiencia.
Cuantos
abuelos que han criado a los nietos, han vivido la experiencia de ser procurados,
visitados mientras pueden ayudar a los nietos, pero en el momento de llegar a la
ancianidad, donde ya no pueden responder a las exigencias de los nietos,
reciben solo el abandono, el olvido de los seres queridos… que provocan el
dolor más intenso que jamás se pensó vivir… el dolor del abandono de los que
aman… ¿podemos imaginar esas heridas en esos corazones tan delicados y sensibles
por la edad? Yo pienso que debe ser el martirio más silencioso y más desgarrador…
imaginable…
Y
que tal los hijos que se molestan porque los ancianos padres les llaman para
hablar… están tan ocupados en sus cosas que se molestan ser sacados de sus
cosas. Cuantas ingratitudes recibidas… solo Dios conoce esos corazones que se
arrugan por el dolor.
Esos
hijos que quieren acallar sus conciencias y tratan de llevar a los padre a entrar a hogares de ancianos
porque ellos no quieren… no porque no pueden ocuparse de ellos, porque eso
significa perder sus vidas de diversión, de viajes, de cosas, que no es
precisamente el trabajo… sino actividades superfluas que muchas veces los
alejan de Dios, de los sacramentos.
Hijos
que no llaman, que no buscan noticias de sus ancianos padres, que no se
preocupan solo cuando ellos tienen problemas y entonces es necesario acudir a
quien saben que les ama, les escucha con sinceridad… oran por ellos… ¿No es
preocupante tanto egoísmo? Una anciana
madre me contaba entre lágrimas y a la vez sonriendo, que a veces se alegraba
que sus hijos tuvieran problemas porque era cuando la llamaban. ¿No es penoso pasar
por algo así?
Otro
anciano padre contaba tristemente, en la soledad inmensa que se sentía por causa de los hijos… incluso decía:
“si muero se alegraran porque ya no tienen esa molestia en sus conciencias”… las
veces que les ha tocado llamarlos por razones de necesidad económica han sido
rechazados, despreciados, para luego ayudarles en su necesidad… todo por no
aflojar un poco de dinero para sus ancianos padres…
Qué
triste experiencia para tantos ancianos progenitores de hijos criados con tanto
amor… Solo podemos orar unos por otros… de esta forma nos ayudamos en las diferentes
cruces que llevamos… unas cruces más pesadas, otras más livianas, pero que en última
instancia siguen siendo cruces…
Padres
y madres ancianos… oren por sus hijos… oren por sus hijos… es el mejor regalo
que pueden hacerle… La felicidad la encontraran cuando regresen a “la casa
celestial”… animo sigan sembrando amor desde la oración… en vuestros hijos…
Desde
la Soledad del Sagrario.
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