Todo adorador del Santísimo debe dejarse quemar en las llamas infinitas del
Espíritu Santo. Debe procurar intensamente ser invadido, tomado, consumido por
esas llamas de Amor del Espíritu Santo.
Todo Adorador Reparador del desamor e ingratitud hacia el Dulce Huésped del
Sagrario debe invocar con toda el alma la venida del Espíritu Santo en su alma.
Al Espíritu Santo hay que llamarlo y llamarlo con perseverancia, con deseos
ardientes, con gemidos, con lágrimas, como quien necesita ser atendido
prontamente… claro sin desesperación… solo dejando que el corazon sea el que
invoque su presencia… llamarlo… llamarlo… llamarlo en la intimidad del hogar…
llamarlo en medio del trabajo y los quehaceres domésticos, llamarlo mientras
vas guiando el auto o el carro, llamarlo mientras vas caminando por la calle,
llamarlo en la adoración, llamarlo en la Santa Misa, llamarlo al momento de
comulgar, llamarlo al momento de terminarse la Santa Misa, llamarlo cuando se
despiertan, llamarlo antes del descanso nocturno, llamarlo mientras duermes… Al
Espíritu Santo hay que llamarlo con insistencia, con esperanza, con deseos de
conquistar y de ser conquistados. Que nadie se escandalice por esta forma de
llamarlo, de insistirle…
¿Llamarlo?¿Para qué? Para ser verdaderamente feliz en esta tierra viviendo
nuestro Cielo… que es poseer a Dios y ser poseídos por Dios.
¿Llamarlo? Para amar, adorar, reparar, vivir al gusto divino. Solo el Espíritu
Santo nos hace vivir íntimamente el Amor con todas sus consecuencias…nos hace conocer ese mundo interior
que poseemos y no nos enteramos… nos hace vivir nuestra vida exterior con
verdadera caridad y conociendo verdadero valor de la vida, del alma y de la
eternidad… nos hace descubrir a Dios
como Padre y saborear y sentirnos hijos de Dios…
El Espíritu Santo nos hace gemir con lágrimas abundantes y con un corazón
contrito y humillado ante la presencia sacrosanta del Dios que habita en el
Sagrario.
Dejémonos conquistar por el Espíritu Santo. Dejémosle actuar en cada
adorador a su gusto. Dejémosle vivir en el sagrario de nuestro corazón. Dejémosle
hacer de nosotros lo que más desee… todo será en abundancia de bienes para
nuestras almas… y las almas…
Hay que amar y solo el Espíritu Santo nos puede enseñar a amar a lo Dios…
nos puede enseñar a adorarle dejándole adorarse a sí mismo con nuestra vida, nuestras
actitudes, nuestro corazon.
Ven Espíritu Santo apodérate de mí… enséñame a amar como Tu amas… enséñame
a vivir amando como Jesús… enséñame a amar a Jesús como solo Tu sabes y
conoces. Enséname a amar a Jesús Hostia, con la misma delicadeza, ternura, admiración,
entrega, agradecimiento, pureza, humildad, perseverancia, oración, como mí amada Mater… Ven Espíritu Santo lléname
de Ti… Ven Espíritu Santo, apodérate de mí… habita en mí… ejerce tu dominio y
reinado en mi alma… a tu gusto… hoy, mañana
y siempre…
Desde la Soledad del Sagrario
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