Homilía del cardenal Jorge Mario
Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires, con motivo de la 38ª Peregrinación
Juvenil a Luján.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana
de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y
cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes
a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»Y desde aquel
momento, el discípulo la recibió en su casa. (San Juan 19, 25-27)
Hoy
terminamos esta peregrinación a la Casa de la Virgen y como hacemos en cada
visita, nos quedamos en silencio ante su Imagen. La tenemos cerca, nos recibe en
la entrada de su Casa este año, ésta Casa que están terminando de poner linda.
Por eso estamos tan agradecidos a todos aquellos que han puesto su esfuerzo para
esto. Pero lo más importante es que tenemos esta necesidad de rezar y contarle a
nuestra Madre todo lo que compartimos en nuestra vida, y lo que compartimos con
tantos peregrinos en el camino. Ahora, al escuchar el Evangelio que nos cuenta
ese momento sagrado en el que Jesús nos deja a su Madre para que nos proteja,
miramos la cruz y nos aferramos a su compañía, la compañía de la Virgen y la de
Jesús. Nuestros caminos están protegidos por ellos dos. Nuestra fe está en
ellos, nuestra fe está aquí, esta es la Casa de la fe de nuestra Patria! Por eso
ahora rezamos y sentimos como late nuestro corazón porque estamos en la Casa de
nuestra Madre, en la Casa de la fe de nuestra Patria.
Y hoy, en la Casa
de nuestra Madre le venimos a hacer un pedido: que nos enseñe a trabajar por la
justicia. ¿Saben ustedes a quién se le ocurrió hacer este pedido? A ustedes
mismos. Sí, porque en las oraciones que escriben cuando visitan Luján fue
apareciendo esta oración que hoy es el lema: “Madre, enseñanos a trabajar por la
justicia”. Es un lema que late en el corazón de los peregrinos de la Virgen y
que se ha hecho oración. Peregrinos que somos los hijos de esta querida patria
nuestra. Luján es la Casa de todos los hijos de la Virgen y por eso estamos
haciéndole este pedido: que nos enseñe a trabajar por la justicia, y que nos
enseñe a trabajar por ser personas justas en la vida.Posiblemente este
pedido, hecho aquí en Luján, haya surgido del corazón de tantos peregrinos
después de haber sido recibidos y escuchados. Porque aquí en Luján, a cada
peregrino se lo recibe y se lo escucha. Y ser recibidos y escuchados es un gran
acto de justicia; y gracias a esto estamos en paz, rezando y nos brotan cosas
muy sinceras en el corazón, en la oración con la Virgen. Y por eso surge esta
necesidad de ser más hermanos, ocuparnos más y mejor unos de otros. Esto ya es
ser justos. Aquí en Luján aprendemos a ser personas justas, porque con el
corazón sereno y perdonado, nos llenamos del amor de Dios, por eso la mirada es
mucho más profunda. Es mirar la vida desde Dios, es mirar la vida con Dios, que
es El justo, el gran Justo.
Cuánto bien nos hace venir a Luján para
aprender a ser buenos hijos, buenos hermanos, que se ocupan por el bien de los
otros. Por eso aquí hacemos este pedido para todos nosotros, para toda nuestra
Patria. Es el mejor lugar para hacerlo. Que aprendamos todos a trabajar por la
justicia y para esto, que siempre tengamos el corazón abierto, el corazón grande
que nos anime a hacer este pedido.
Que a nadie le falte esa actitud del
corazón, la de tener que aprender cada día a ser más justos en la vida. Que se
nos enseñe dónde habrá que poner una mirada más abierta y disponible, menos
egoísta o interesada, que se nos enseñe a que no hagamos la nuestra, a que no se
diga de cada uno de nosotros: “Este hace la suya”, sino hacer una mirada, una
gran mirada que nos haga hermanos, que nos preocupemos siempre por los
demás.
.¿Y cómo puede ayudar la Virgen a trabajar por la justicia? Lo vamos a pensar juntos durante esta Misa y mirándola a Ella, en la puerta de la Basílica o mirando la Basílica. Ustedes vinieron en peregrinación ofreciendo sus vidas por los otros, rezando por tantas necesidades, las de ustedes o esas que les pidieron que “trajeran” en el corazón hasta aquí los amigos, los vecinos, los familiares… Ya que vas a Lujan, llevá una intención mía, pedile a la Virgen por esto… Al llegar al Santuario vivimos esto tan lindo de ser recibidos, y esto
es lo que nos llena el corazón, nos da esperanza y así es como podemos continuar
la vida: con la bendición de Jesús y de su Madre.
Y de esta manera, con
Jesús y con su Madre, es como podemos trabajar por la justicia. Porque cuando
nos reconocemos hijos y hermanos, es cuando en nuestro corazón nace esa actitud
generosa por la vida y es cuando buscamos lo mejor y más grande para los otros.
Jesús en la Cruz nos entrega su vida y le pide a la Virgen que nos cuide. Jesús
llegó a la Cruz para que ese gesto fuera reconciliador, hablara de justicia a
todos. ¡El nos hizo justos, El nos justificó con su vida, con su muerte y su
resurrección…! ¡Y si hoy podemos tener la frente alta, la frente de ser
bautizados, la frente de decir “somos hijos de Dios” es porque El nos justificó,
El nos hizo justos, El no se miró así mismo sino que nos miró a nosotros!.
Hagamos lo mismo: miremos a los demás y ayudémonos a crecer por la
justicia.
A la Virgen le pedimos fuerza para trabajar por la justicia. Le
pedimos serenidad cuando haya dificultades. Le pedimos que seamos hermanos para
poder compartir el camino. Y le pedimos a ella, que es Madre, que no nos falte
el silencio de la oración: no vamos a poder ser justos si no lo rezamos, que no
vamos a poder ser justos si no lo pedimos. Por eso le pedimos que no nos falte
el silencio de la oración y las ganas de peregrinar para ofrecer la vida por los
otros. Que ella nos conceda ésta gracia.
Que así sea.
Card. Jorge
Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires
Luján, 7 de octubre de 2012
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