sábado, 26 de enero de 2013

Don Juan Bosco…¡Que Santo!!

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Un hombre dado al Amor, a lo Jesús… que se dio plenamente por rescatar a los jóvenes de la calle. Que sufrió injusticias, calumnias, rechazos, todo por sus jóvenes, por sacarlos de la calle, por darle esperanza en una vida digna, con un  trabajo digno. Por enseñarles lo que es el Amor de Dios…a amarse a si mismo, aceptarse y a luchar porque Dios los ama y los quiere felices en su Amor…
¡Cuántas lágrimas derramadas!!,,,, ¡cuánta incertidumbre en el camino!..., buscando siempre la Voluntad Divina.!
¡Cuántas incomprensiones!! ¡Cuántas traiciones de aquellos más cercanos que podían ayudar y se negaron a hacerlo.
Pero Dios estaba ahí… Dios iba obrando a través de don Bosco… Dios quería salvar a sus pequeños de tanto odio, desesperación y angustia… Dios tomo al instrumento más dócil, dejándose guiar por Él…contando con Dios para todo… buscando siempre su Santísima Voluntad…  Dios no lo dejo solo… siempre se dejaba sentir en el momento justo, cuando los acontecimientos parecían demostrarle que se había equivocado… aparecía la mano divina sacándole de las tinieblas de la duda, del acorralamiento  de los enemigos de  Dios.  ¡Qué bueno es Dios!!
La vida de don Bosco, la obra de don Bosco nos hace reflexionar, meditar. A veces idealizamos erróneamente el verdadero sentido de lo que es nuestra fe… el Amor de Dios… al menospreciar a los más pobres, los más indefensos, los mas abandonados, los más marginados de nuestra sociedad.
Buscando a Dios…rechazamos al Dios vivo que se encuentra en las almas. Buscando a Dios… nos perdemos en el conocimiento adquirido en los libros, en títulos y grados, en tantas posturas, en fin, en tantas cosas que nos ciegan en un egoísmo palpable y no nos dejan ver con claridad dónde verdaderamente se encuentra Dios… su Santa Voluntad…  
Y ahí estaba la Santísima Madre Celestial…cobijándolo, ayudándole, a su lado… enviándole el dinero que necesitaba, las personas que podían ayudarle… La Madre auxiliando a su hijo…secando sus lagrimas, escuchando sus ruegos, intercediendo ante su Hijo, nuestro Señor Jesús… ¡Que buena es nuestra Madre Celestial!!
Don Bosco abrió la puerta del Amor, de la caridad verdadera, del servicio al prójimo sin importar quién es, su estatus social o económico, si es educado o no lo es, si es de buena familia o no lo es. Solo importa el Amor… la salvación de las almas, el derecho a vivir dignamente, con trabajo digno como todos.
Don Bosco lucho a capa y espada desde la oración, y enfrentamiento con aquellos que podían ayudar y no ayudaban… sino que obstaculizaban su obra.
Aun hoy en día, seguimos marginando a los pobres más pobres; a los que nos son de nuestra misma raza, a los que nacen con incapacidad física o mental, con síndromes… Aun hoy en día, nos consideramos superiores unos de  otros.
Aun, hoy en día,  miramos al enfermo drogadicto, al vagabundo o deambulante,  al que vive bajo el puente, al anciano solitario y abandonado, a los niños de la calle, hambrientos,  a tantos que sufre injusticias… les miramos con indiferencia, muchas veces considerándolos “una molestia” o “un peso insoportable” para nuestra sociedad.  
Nos tenemos que preguntar seriamente si tenemos verdaderamente fe. Una fe ambigua, que se tambalea a la hora de mostrarnos como testigos del Amor de Dios con los hermanos… sin distinción… porque Dios no hace distinción… Cristo murió por todos… y a todos nos amo… y a todos nos llamo… y a todos nos busco… y a todos se nos entrego… Nuestra fe tiene que estar a la altura de Cristo… ni más ni menos…
Mirar a Don Bosco, por obligación, nos hace mirar nuestro interior… buscar en el fondo de nuestro corazon… autoevaluarnos sinceramente…
Mirar a Don Bosco nos lleva a preguntarnos: ¿que estamos haciendo en nuestro entorno, para ayudar a los más necesitados? ¿Cómo estamos mostrando nuestro testimonio de ser testigos del Amor de Dios con los pobres más pobres? 
Para llevarles el mensaje a estos hermanos…que Dios es Padre de todos, y que Dios los ama con locura…  hay que ser testigos de ese Amor de Dios, amándolos como Dios…de otra forma nadie jamás podrá descubrir que Dios los ama… si los testigos del Amor de Dios, no viven derramando ese Amor sin prejuicios…
La vida de Don Bosco, como la de la beata Madre Teresa de Calcuta, San Damián, el padre de los leprosos, y otros tantos, nos llaman a imitarlos…a levantarnos como testigos de Dios… de Cristo… llevando a esas almas necesitadas de esperanza y de caridad…a un verdadero encuentro con Dios.
 Llevémosle a Dios… siendo nosotros los primeros en acogerlos en el Amor de Dios.
Si amo a Dios… tengo que amar a TODOS los que Dios ama, con su intensidad, con su bondad, con su misericordia, con su paciencia, con su alegría desbordante, con su donación de vida… amarlos a lo Dios… entonces ellos podrán abrir sus corazones y salir de la oscuridad porque se les abre una puerta… la puerta de la esperanza a la felicidad…
 

Desde la Soledad del Sagrario

 

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