imagen de la web |
Cuando un alma se enamora de Dios
nada la detiene en su caminar hacia Dios.
Ayer subía hacia el Santuario,
mientras iba bajando un señor conocido, que caminaba paso a paso, con suma lentitud, se le veía fatigado,
muy pálido… al encontrarnos cerca me miro un poco asustado, me parece que no va
bien su salud… le sonreí con una sonrisa
amplia, pues mi corazón rebozaba de alegría, iba al encuentro de mi Amado Dios.
El señor me devolvió una sonrisa que era más bien una mueca, entendí no podía
sonreír ampliamente, su rostro se notaba un poco tenso, no sé, si sus músculos faciales están rígidos, pues su rostro no es
el mismo de antes.
Mientras le sonreía, pensé en mi interior, este señor esta muriéndose… y es
que así me parecía… no podía mas, no podía caminar… apenas lo hacía… pero venia
bajando del Santuario… venia de verlo a Él… de estar con Él… una hora gastada
en Dios… porque el señor participa de la Guardia Mariana Eucarística, encargados
de mantener la vigilancia ante el Dulce Huésped del Sagrario…
Otro en su lugar no
hubiera salido de su casa. Otros habrían
tenido el miedo de salir a la calle en esas condiciones, pensar, quizás en la
comodidad del cuerpo que lo que pide es estar en casa. Pero no, este señor no podía
quedarse en casa, no podía darle gusto
al cuerpo que ya por el paso de los años va derrumbándose poco a poco, o quizás
en este caso, el umbral del Cielo está muy cerca para él…
Las almas
enamoradas de Dios no puede dejar de buscarle en el Sagrario, en la eucaristía…es
un imán poderoso que los atrae, y ellos se dejan atraer irresistiblemente.
Las almas que han gustado y saboreado a Dios, no pueden dejar de venir a
llenar sus almas con la presencia divina al grado que Dios se da en el
Sagrario, en la eucaristía.
Almas enamoradas…en
cuerpos enfermos, que se arrastran literalmente para llegar donde habita el
Amado Divino.
Almas que provocan
que el mundo los señale como dementes por hacer locuras en nombre del Amor.
Almas que vive el hoy… como si fuera el último de sus vidas por pensar que
es el ultimo dan esa milla extra para correr a los brazos del Amado que espera
en la soledad y silencio del Sagrario… en la Eucaristía para alimentar el
cuerpo débil y enfermo, para fortalecer el alma que solo sabe amar y dejarse
amar al gusto divino.
Anoche me llamaba el dirigente de la adoración para darme la noticia que
uno de los mas pequeños adoradores había “regresado a casa”… don Daniel… hombre
sumamente humilde, que no sabía de letras, (como una vez me dijo), que solo
sabia rezar y adorar al Dios del Sagrario… que caminaba diariamente, menos los
viernes, al Santuario a participar de la Santa Misa, y los domingos su esposa
lo acompañaba.
Don Daniel siempre alegre, siempre sonriente, siempre optimista viendo a
Dios en cada acontecimiento, siempre excusado a los demás en sus faltas… todo
lo llevaba a Dios… la misa era su mayor compromiso de fe… no podía faltar…
venia aun debajo de la lluvia, aunque hiciera frio, aunque tuviera que
levantarse más temprano… todo por recibir a Jesús… todo por acompañar a Jesús…
todo por venir a visitar a la Mater en su casita… en su Santuario…
Almas enamoradas de
Dios… almas que no pueden dejarlo porque el Amor divino les apremia… almas
humildes, exageradamente humildes que han penetrado en el misterio divino sin
darse cuenta de ello, han saboreado a Dios y no han podido dejarlo… porque Dios
les ha conquistado para la eternidad…
Me pregunto si
ustedes y yo seremos así, como ellos… donde las huellas del camino anuncian el
sentimiento vivido día a día: “antes morir que dejar a Dios”…
Desde la Soledad
del Sagrario
No hay comentarios:
Publicar un comentario