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Mi Dulce Amado Niño Jesús
Mirad que cálido lugar te he preparado
con esmero y dedicación y santa alegría para que puedas nacer aquí en el
pesebre de mi corazón.
Mi mayor alegría es recibirte,
cobijarte, acurrucarte tiernamente,
delicadamente con suaves melodías hermosas de mi pobre corazón, que canta
extasiado de solo pensar poseerte en el pesebre de mi corazón.
A los pies de María y San José, vamos
los tres preparando el lugar con mucho entusiasmo. Hay que barrer de todas
menudencias de basura espiritual, hay que perfumar con el rico aroma del
incienso de santidad, que el Padre Dios nos prestara, para usar en este pequeño
lugar: el pesebre de mi corazón.
San José levanta la antorcha de la fe
para que el pesebre de mi corazón se llene de luz resplandeciente iluminando
todo el lugar y las tinieblas se alejaran.
María, mi madre amorosa adorna con sus
más exquisitas virtudes el pobrecillo pesebre donde, así consuela y alegra tu
tierno y hermoso corazón.
Oh, sí, mi chiquito adorado, vas a ver
lo bien que vas a estar, pues José y María, te asistirán en mi pequeño pesebre corazón
para que nada te falte y a gusto puedas estar. Sabed que soy muy pobre y pequeña
no tengo la forma de adornar y
enriquecer el lugar para Ti, que no sea mi ardiente deseo y el latido intenso
de mi corazón llenado en el fuego del Amor… por Ti, mi pequeño y divino Niño
adorado… Tú eres todo para mí.
Mi alegría eres Tú, la razón de mi
existir eres Tú y la razón de mi morir también eres Tú… para en el cielo gozarte,
viviendo ya en la tierra la felicidad de poseerte en el pesebre de mi corazón.
Maranatha ven Señor Jesús…
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