domingo, 28 de octubre de 2012

Sola… simplemente…sola





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La Mirada es la ventana del alma

Andaba de prisa…tenia urgencia de llegar al correo… esperaba una carta muy importante.

Al terminar la  Santa Misa, y luego de una breve oración de gracias a Jesús y a la Mater por la Santa Misa, salí de prisa, fui directamente  a casa, desayune, y salí veloz como quien necesita llegar lo más pronto posible a su destino. Claro con la Santa Prudencia en el volante… rosario en mano rezando y adelantando mis oraciones.

Al entrar al correo veo un lugar para estacionar el auto… frente a frente a la entrada del correo… ¡Oh, qué bueno es Dios!!… me esperaba con este detalle… mi Padre siempre pendiente de su pequeña…

Entre directamente a los apartados, abrí y ahí estaba el aviso que esperaba… la carta llego tenía que procurarla… me dirigí a una de las filas, esperando mi turno, uno de los oficiales del correo pidió que los que tuviéramos notificación de avisos para recoger cartas o paquetes le entregáramos a él.

Me adelante y entregue en manos del oficial la notificación de aviso… colocándome a distancia para no interrumpir al cliente que estaba siendo atendida. 

Me fije que era una anciana,  estaba de espalda, ella hablaba en voz alta, todos nos enterábamos de la conversación que tenia  con uno de los oficiales del correo. 

Me percate que la anciana no entendía pero tampoco podía  hacerse entender. El oficial del correo mostro paciencia, tomando el tiempo necesario para explicarle una y otra vez, hasta que la anciana entiendo algo.

Al voltearse se encontró conmigo, se acerco a mí, me parece que mi  hábito la atrajo. 

Era una anciana muy delicada de salud, se podía percibir, apenas podía caminar bien. Muy bien vestida pero no para la ocasión. Muy adornada con joyas que se notaba de valor, cargadas también por el peso de los años. 

Al levantar su rostro y mirarme atentamente, de primera intención sentí una sacudida en mi interior. Su rostro estaba totalmente pintado… exageradamente maquillada… tan y tan maquillada que me dio tristeza al verla…

Su rostro adornado por las líneas y las delicadas arrugas de la vejez más ese maquillaje tan impactante… chocaba a la vista de todo el que la miraba.

Su mirada se fijo en la mía… como una enorme ventana que dejaba al descubierto el dolor de su alma…

Mirada inmensamente triste, tan y tan triste que no puedo olvidarla.

Mirada elocuente que hablaba mejor que las palabras… hablaba de una aplastante soledad… mirada que era una súplica, mirada que pedía ayuda, mirada que dejaba ver la triste realidad que vivía, sola y abandonada…

Era una mirada profunda… tan profunda que se clavaba en el alma de los que la descubrían… una mirada como nunca antes había descubierto… impactaba más que su rostro maquillado.

Fue un lapso de minutos en que su mirada hablo… luego intercambiamos algunas palabras, pidió oración, y antes de irse volvió a clavar su mirada en la mía.

Dios mío… cuánta amargura, cuánto dolor, cuanta necesidad tienen nuestro pueblo, nuestra gente y no nos damos cuenta.

Esta ancianita estaba sola en el correo… estaba sola físicamente, y se veía que era una ancianita de buena posición económica… pero estaba sola… y no sé si pensar que también estaba sola espiritualmente… porque es una prueba muy dolorosa que está llamada a vivir… en estos últimos momentos de su vida.

Tanto orgullo, tanta vanidad, tanto ambición, tanto tiempo gastado procurando riquezas y comodidades…que todos  en el tiempo de la juventud se vive… pero nadie sabe cómo va a terminar sus días…

Nadie sabe si los suyos lo han de abandonar… o si la enfermedad lo va a postrar y la soledad le va acompañar. 

Esta pobre ancianita la tengo clavada en mi corazón. Dios  quiso que la conociera… mi oración por ella y por todos los que de una forma o de otra sufren tanto en este mundo… sufren el olvido de la familia, amigos, gobierno o simplemente se han quedado solos en esta vida porque los familiares o amigos ya no están con vida.

Mi oración por ella y por todos…

Lo que no entiendo y no salgo de mi asombre es mi reacción… ¿por qué no le pedí sus datos personales?... con la única intención de visitarla o conseguir quien la visitara. Mi inteligencia… mi caridad brilló por su ausencia. Ni remotamente vino a mi mente un pensamiento o un sentimiento ni la voluntad se movió para ayudarla. Dios tenga misericordia de mi pobre alma que no fue lo suficiente diligente en actuar movida por el amor a Él y por las obras de misericordia. Que mucho me falta Dios mío… que mucho me falta.

Si hubiera sido mi santa madre quien se encontrara en mis zapatos, no solo le habría pedido sus datos personales sino que la hubiera llevado a su casa si es que no tenía transportación. Oh Dios mío… que mucho me falta… perdóname Padre Santo, este corazón tan egoísta…poco solidario y audaz en la caridad para con el prójimo.

Desde la Soledad del Sagrario

 

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