viernes, 19 de octubre de 2012

Sacerdote de mi Cristo ante ustedes mi pequeña suplica


SACERDOTES DE MI CRISTO
que el latido de mi corazon se haga un grito
de amor divino en vuestros oídos…

 
 
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Hoy me he levantado con una idea fija…”los sacerdotes de mi Cristo”… y quién soy yo para hablar… NADIE… NADA… menos que la nada… pero aquí estoy con un fuego que me devora y temblando como una hojita en el viento que la  zarandea de un lado hacia otro…

Salí de la Santa Misa con una inquietud, escribir en mi blog… presentar imágenes con mensajes en mi página de facebook que toquen que muevan que sacudan las conciencias para tomar en serio, muy en serio la oración y la santidad… que es lo que más me preocupa…

Luego de mis oraciones matutinas, mirando la imagen de la Mater entregándole mi apostolado cibernético y pidiéndole que me deje ayudarla me decido a iniciar mi apostolado  escribiendo… y solo una cosa sigue en mi mente… la santidad de los sacerdotes.

En este Año de la Fe… a penas iniciándose… entiendo que es el momento hermosísimo para los sacerdotes de mi Cristo tomar muy en serio su vocación sacerdotal y su santidad personal para así poder vivir plenamente su vocación y misión ha la cual han sido llamados, elegidos y consagrados.

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Y lo primero que quisiera hacerles saber es la necesidad apremiante del uso de la vestimenta sagrada.  Entiendo y es sabido por los frutos negativos que se dan… que el enemigo de las almas ha sido lo suficiente suspicaz en argumentar al oído de los sacerdotes la mil y una excusas y argumentos para dejar la vestimenta sagrada… simplemente por ser un signo externo indiscutible que habla de la existencia de Dios a todos los que les ven. Había que arrancar ese signo de las calles del mundo. Había que despojar al sacerdote para debilitarlo, confundirlo, separarlo de su ideal, de su misión, de su vocación.
 
Cambiando la vestimenta sagrada por la vestimenta seglar del mundo les estaba diciendo “eres uno más de ellos”… no eres diferente… no… así llegas a todos… porque al mirarte ven a un simple y común hombre de la calle, del mundo.”  La idea calo, se liberaron,  la vestimenta sagrada les hacía saber que eran propiedad divina TODO el tiempo…¿un yugo difícil de llevar para muchos?

Además con esto se liberan del escudo que les protege… porque la vestimenta sagrada es un escudo… yo doy testimonio de ello.  Ya en manos del enemigo a derribar  al pueblo de Dios, a los no bautizados, a la gente común de la atracción hacia Dios, de las noticias divinas causadas por la vestimenta sagrada… un golpe magistral del enemigo y del amor propio de muchos consagrados…

Yo doy testimonio de este signo exterior que es tan elocuente para las almas que al míralo reacciona de una forma o de otra.

Cuantas veces en la calle mi pequeño, pobrísimo y sencillo habito atrae jóvenes, niños, ancianos, aun algunos deambulantes se han acercado para decirme con lágrimas en su rostro…”Madre ore por mi”… cuántos niños han venido a sorprenderme abrazándose a mí… y riéndose a carcajada porque les causa alegría ver mi habito… que les habla del Cielo… de Dios… de la Mater… Cuantos niños que apenas están empezando a hablar al verme en las tiendas o en las calles, en el auto… han gritando…”la Virgen”… “Dios”… porque simplemente se han fijado en el hábito… no en mi rostro… sino en el hábito que HABLA DE DIOS A  TODOS…a tal punto que los que andan por malos pasos y nada quieren con Dios, mi hábito les hace sentir incómodos y hace sentir su desprecio.

Cuantos sacerdotes se ensordecen para escuchar los argumentos que se les presenta en este punto, en este tema… Recuerdo un Franciscano muy apreciado que me decía que no usaba la vestimenta sagrada porque era indigno de ella. ¿Pero no era indigno de ser sacerdote?

Quiero presentarles las palabras de un amigo de mi página de facebook … que a mi pobre entender, me han parecido el mejor testimonio que puede darse a todos los sacerdotes de mi Cristo que no desean se les conozca como sacerdotes en las calles del mundo…



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Eduardo Ávila Castro nos dice: “En mi infancia, al estar junto al sacerdote con su túnica, sentía una vibra muy especial. Me empujaba a buscar a Dios.” ¿Cuántos niños y jóvenes se han perdido de esta hermosa experiencia hoy en día?

Sacerdotes de mi Cristo… oíd las palabras de Eduardo… esto es lo que el enemigo de las alma ha logrado destruir al ustedes cambiar la vestimenta sagrada.

Yo les pregunto ¿qué haría Cristo en vuestros zapatos? ¿Usaría la vestimenta sagrada o la vestimenta del mundo?  

¿Se imaginan a un policía, un soldado, un bombero, un cocinero cambiando su vestimenta de trabajo porque debe verse igual a los demás en su trabajo…?  Ellos usan sus vestimentas orgullosamente de ejercer ese oficio, ese trabajo… ellos quieren verse distintos… porque su vestimentas les habla a todos que es un policía, un soldado, un bombero, un cocinero…les habla a ellos de lo que son y eso para ellos es recordarles constantemente, mientras están en su trabajo, cual es su función, su responsabilidad, su vocación.  ¿Y ustedes sacerdotes de mi Cristo…?  Yo me pregunto si… ¿Se avergüenzan de la vestimenta sagrada?


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 En este Año de la Fe el pueblo de Dios se levanta en un deseo ardiente, intenso…  queremos sacerdotes SANTOS… muy santos… exageradamente SANTOS… exquisitamente SANTOS… tan y tan SANTOS… que al mirarlos vemos a Cristo… al escucharlos, escuchamos a Jesús… al ver su conducta y sus obras nos encontramos con Jesucristo  obrando…”

Sacerdotes que vivan intensamente su vocación de sacerdotes santos… no queremos sacerdotes mediocres, sacerdotes tibios, sacerdotes administradores, o sacerdotes trabajadores sociales… no queremos sacerdotes que se confunden con la gente del mundo… Noooo… queremos verlos como se veía a  Jesús… que se distinguía de todos porque pertenecía al Padre… porque era Dios mismo…queremos ver en ustedes a Jesús… ustedes están llamados a ser totalmente de Dios, posesión eterna de Dios, amigos del Amado Divino… puerta de encuentro entre el pueblo de Dios y Cristo… vereda segura para el pueblo de Dios encontrarse con el Cristo del Sagrario…

Ustedes son el buen pastor… y como tal deben dar la vida por sus ovejas… deben ser celosos muy celosos del rebaño que Cristo les ha entregado… de cada oveja puesta en sus manos por Voluntad Divina, por mandato de Cristo.

Recordemos que a quien mucho se le ha dado…mucho se le pedirán cuentas…

El pueblo de Dios reza insistentemente por sus sacerdotes porque la necesidad de sacerdotes santos es eminente… el pueblo de Dios depende de vuestra santidad… su salvación depende de ustedes…

Quiero terminar pidiendo humildemente que mis palabras no sean recogidas como no deben ser… no quiero herir sensibilidades… solo quiero que el latido de mi corazón llegue a ustedes en esta suplica: “Volver a vuestras vestiduras sagradas”… que podamos verlos en la calle como sacerdotes de Cristo… con la alegría desbordante que causa el habito sagrado que nos recuerda como propiedad plena de Dios… consagrados por amor al Amor Divino…

En sus misas no se olviden de esta pobre alma mía… porque yo también quiero ser santa al gusto divino…

Desde la Soledad    
 del Sagrario

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