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Es el Año de la Fe… el Año de encender el alma en una fe esplendorosa… en
una fe heroica… en una fe que sea una explosión de Amor… amor a Dios… amor al prójimo…
Un año para crecer en la fe… para regresar al camino de la santidad… para
abundar en el camino que nos hace vivir una intima y sabrosa amistad con el
Dios del Sagrario…
Un año para reencontrarnos con Dios… alimentando el alma con su presencia divina…
buscándolo y dejándonos encontrar por Él… en los sacramentos… en una vida de oración
y de virtudes solidas… en su Sagrada Palabra… en los hermanos…
Y si los feligreses están llamados a vivir esa fe intensamente… el
Sacerdote de mi Cristo esta llamado, con mayor urgencia, a vivir su fe quemándose
en el fuego eucarístico, en el fuego trinitario.
El Sacerdote de mi Cristo está llamado a reencontrarse con Jesús... de
volver al primer Amor… de despertar en su alma el deseo vivo de vivir
intensamente una amistad gustosa y sabrosa con Jesús, el Jesús del Sagrario.
En mi pequeña ignorancia, mi pobreza y pequeñez... me animo a alzar mi
pobre voz para pedirles a ustedes… “Sacerdotes de mi Cristo”… a pasar largas
horas a los pies de Jesús en el Sagrario… a vivir quemándose en ese fuego eucarístico…
a dejarse quemar por las llamas que saltan del Corazón de Jesús buscando donde
encender su Amor…
Venid… venid… Sacerdotes de mi Cristo a enamorarse perdidamente del Dulce y
Tierno Huésped del Sagrario…como tantos sacerdotes santos en la historia de la
Iglesia han hecho.
El pueblo de Dios necesita ver en ustedes, Sacerdotes de mi Cristo, ese
fuego convincente de los que creen que Dios vive en el Sagrario… ese fuego que
les queme y les devuelva la razón de su sacerdocio… que al mirarlos nos
encontremos con Cristo… que al mirarlos nos encontremos con la mirada de Cristo…
que al mirarnos nos encontremos con un sacerdote que vibra de emoción al hablar
de Cristo porque su vida es Cristo.
Este Año de la fe… los frutos dependerán de vuestra entrega incondicional…
de vuestra obediencia a raja tabla… de vuestra voluntad adherida en una sola dimensión:
Dios… hombres de Dios… poseídos por el Espíritu Santo… trabajando mano a mano
con el Santo Padre… procurando en todo momento la santidad personal y la santidad
de las ovejas que les ha tocado cuidar y guiar.
Que diferente seria este mundo si ustedes, los Sacerdotes de mi Cristo
procuran ser SANTOS… como Jesús tanto les pide…y quiere… Qué mundo tan distinto
seria el nuestro… porque un Sacerdote santo es un pueblo santo…
Recordad que la apatía de los feligreses se estrella ante la santidad de su
sacerdote… a lo Padre Pio Pieltrechina… y el Cura de Arcs… don Bosco… o
simplemente un Juan Pablo II…
Seguimos orando por nuestros sacerdotes, este año más que nunca…vamos
colocando cada uno en el Corazón Inmaculado… porque los queremos SANTOS… al
gusto de Dios.
Desde la Soledad del Sagrario
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