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¡Qué bueno es Dios!… que se abaja hasta abrazar a su pequeña… ¡Qué bueno es
Dios!!... cuántos detalles inimaginable para con su pequeña. Como Dios se abaja
haciéndose presente, acompañando, regalando su fortaleza, su ternura, su interés,
su presencia. Haciendo suyo los problemas, los temores, las angustias, de su pequeña.
Miércoles, a las 7:30am… estudio de MRI… Cuando recibí la noticia todo mi
interior se conmovió. El doctor tan bueno y tan profesional, y tan amigo, y tan
padre, inmediatamente adivinando en mi semblante mi estado anímico producido
por la noticia… con firmeza pronuncio unas palabras que me hicieron aceptar el
estudio: “No lo piense dos veces”…y siguió hablándome hasta que escucho mi
consentimiento…
Quizás para otros no es nada… este es el quinto MRI que
me hacen en el termino de 6 años… una capsula donde encierran al paciente por
media o una hora, de pendiendo el estudio, dependiendo si la persona colabora
siguiendo las instrucciones.
Anteriormente simplemente rezaba el
Santo Rosario… pero esta vez era distinto… muy distinto… dentro de mi había una
conmoción, un temor, una angustia que los demás no entendían. “¿Cómo puede ser que usted tenga miedo? ¿Cómo puede
ser que usted consagrada tenga temor, inquietud por algo tan simple?” Y el
argumento de siempre: “¿No confía en Dios?” Puede que todos tuvieran razón…
pero ahí estaba yo con mi temor… agarrada de la mano divina, y abrazada a mi
amada Mater.
Llego el día… las Madres Esclavas tenía cita médica en el hospital, así que
fui con ellas. Llegamos mi corazón latía apresuradamente…llevaba mi
rosario en la mano como siempre… habíamos asistido a la Santa Misa… había comulgado
y tenía a mi Dios en mi alma… en coloquio con mi Jesús había transcurrido todo el viaje… además de rezar varios rosarios
a mi Madrecita Celestial.
Llegue al lugar del estudio, la enfermera vino en seguida a inyectarme el
contraste para el estudio. Mis venas son sumamente finitas, ella no
encontraba una que fuera suficientemente buena para inyectarme. Después de
varios intentos que parecían puñaladas que me daba, aunque era la aguja más
fina que podía usar, al invocar a la Mater consiguió inmediatamente una vena
en mi mano. Pensé en mi amado Jesús y temblé de pies a cabeza pensando en los
clavos que le clavaron en sus manos. Mi Dios cuenta con una verdadera “cobarde”…
pero con toda cobardía siempre he dado un paso al frente aunque por dentro me
muera de dolor y de temor…
Llego el momento de entrar a la capsula, con un dolor de cabeza de esos que
parece que la cabeza va a estallar, el motivo por el cual se hacia el estudio.
Pensaba en mi interior que no iba a poder soportar el ruido del martilleo de la
maquina… aunque tuviera los oídos tapados… siempre los escucho, ahora con el
dolor de cabeza iba a ser insoportable.
Entre a la capsula, con mi rosario en mano… pero no rece… vino a mi mente
la oración “Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos, llenos están
el Cielo y la Tierra de Tu Gloria.” Comencé a repetirla con confianza… y entre
mas la decía mas sentía mi alma inundada por una inmensa y tierna paz… era tan
grande la presencia que el ruido ni lo escuchaba como ruido, me parecía una
exquisita melodía… que me producía alegría y agrado escucharla…con los ojos
cerrados sentía un ambiente dentro de la capsula tan agradable… Me encontraba a
gusto… y cuando creía que apenas había pasado unos 5 o 10 minutos, resultaba
que el estudio había terminado y había pasado 45 minutos.
Salí de la capsula nueva… con una inmensa alegría y felicidad… Estuve
repitiendo la oración 45 minutos sin detenerme, pausadamente y con confianza…
Entre más la decía mas derroche de atención recibía de mi buen Padre Celestial
que se había metido conmigo dentro de la capsula… me hizo sentir su presencia
divina… me hizo sentir sus cuidados… como un Padre que sabe y entiende a su pequeña
y viene a su rescate haciéndole saber que TODO está bien porque “Papa” se ha
hecho cargo de la situación… “Papa” esta con su pequeña…Papá la tiene en sus
brazos…”
Luego me retire, volví a buscarlas y como no las encontré me decidí a
esperar en una de las salidas del hospital. Allí a los pies de la Virgen
Milagrosa me senté a mirar la fuente hermosa y a las personas que pasaban
mientras iba rezando el santo rosario.
Un señora joven se acerco, se sentó a mi lado, buscando algo en su cartera.
Me miro, me pidió que orara por ella, pues había salido con una enfermedad
grave y era joven estaba muy nerviosa por la noticia.
El médico quería operarla lo más pronto posible. Insistía en mi oración, me decía su nombre.
Con mucha caridad la mire y le hable de lo único que conocía y podía hablarle:
la envié a los pies de Jesús en el
Sagrario, allí en la capilla. Le asegure que Jesús le ayudaría… que nadie como Él
para entenderla y ayudarla. Que confiara, y que le hablara con el corazón en la
mano. Como no sabía donde quedaba la capilla y estaba tan nerviosa, me levante
y la lleve de la mano hasta la capilla. Al entrar exclamo: “Que belleza”… se
lleno de alegría, me abrazo, y me dio las gracias… y se fue casi corriendo a
los pies de Jesús, llorando inconsolablemente. Cerré la puerta, no sin antes
decirle a mi Amado, que se la enviaba que confiaba ciegamente en Él…
A la media hora una de las madres venia directamente donde mí, había sentido
que pasara por ese lugar y ahí estaba yo, sentada a los pies de la Virgen Milagrosa…
contemplando las personas que pasaban y rezando mi rosario…
Un día hermoso… un día lleno de Dios… un día donde el alma se siente cada
vez mas enamorada de ese Dios que se abaja hasta su criatura para decirle: ”no temas
“Papa” está contigo…TODO lo tengo bajo control…”
¡Qué bueno es Dios!! ¡Cuánto nos ama!! Gracias Padre por ser mi Papá… gracias Papá
por estar siempre dispuesto a ayudar a
tu pequeña… a ayudar a todos… porque Tu Papaíto eres El Que Eres…
Desde la Soledad del Sagrario.
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