jueves, 4 de octubre de 2012

Porque desconfió de mi misma cien por ciento



imagen de la web
 
 En estos días he tenido una pequeña preocupación ante la solicitud de una persona, de  dar a conocer más testimonios de vida para ayudar a las almas… En las redes sociales y en los blogs., que escribo, mi forma de escribir lo considero  libre, sencillo, simple y convincente, no persigo un estilo que no sea el ya elegido… por mi forma de ser quizás y ver la vida.

Personalmente escribo lo que siento y me viene como idea. Les confieso que ando con una libreta siempre cerca de mí por si llega la inspiración, escribir rápido lo que viene a mi mente.

A veces es una simple palabra, o frase, o una imagen que debo buscar, o una cita bíblica. Otras me tengo que sentar y escribir según voy sintiendo las ideas, o las palabras.

Todo surge de forma sencilla y simple. No me siento ni alarmada ni asombrada por esto… si  he conversado con Dios de mi ardiente deseo de ayudarle, de escribir sobre Él y sus cosas… de forma sencilla, simple, clara, convincente, con ejemplos de la vida cotidiana… es natural que Dios tome mi petición  e inicie el trabajo ayudándome a escribir sobre Él y sus cosas a su gusto. Y lo que hace conmigo lo ha de hacer con todos los que se colocan en sus manos divinas para llevar su mensaje…en eso estoy muy clara… Dios es Dios y se da a manos llenas…

Además entiendo perfectamente que esto de escribir sobre Dios y las cosas de Dios, en mi pequeña y pobrísima forma, lo que importa es  dejar al Espíritu Santo sople a su gusto, a su forma y a su conveniencia… tratando en no atar las manos de Dios, para hacer nuestro capricho, pues es tan fácil equivocarnos. Ah… como se cae en la vanagloria espiritual… y no nos damos ni cuenta… y ahí Dios nos deja solos completamente solos…

A veces siento que debo escribir  un testimonio de vida personal o de alguien… otras veces es un montaje de un mensaje y una imagen, o una cita y una imagen… otras es una oración que fluye con claridad e intensidad. A veces es una amonestación o una ardiente suplica… o simplemente una canción o video. Otras veces es  algo del Santo Padre, de la Iglesia, del Catecismo…en fin lo que sople el Espíritu Santo.

Me gusta mucho escribir en los montajes mensajes que las almas al leerlo lo lean como si fueran ellos mismos los que han escrito. Además de tratar por todos los medios crear conciencia, hacerlos pensar… pero no solo a ellos sino a mí misma… porque escribiendo aprendo  mucho…mi fe se acrisola, se renueva, crece vigorosamente… además que muchas veces me sirve como  examen de conciencia.

 Me motiva el tratar de hacerlos salir corriendo a los brazos de los sacramentos, a iniciar el camino de la santidad. Que todo lo escrito les devuelva al verdadero redil, les aclare las dudas, les fortalezca en la fe, les devuelva a los brazos de Dios y la verdadera devoción mariana y eucarística.

Trato en lo posible dejar  que mi Padre y mi amada Mater lleven el timón en todo esto… lo que ellos quieren eso busco hacer… y para estar segura que es una inspiración y no capricho propio y búsqueda de reconocimiento y alabanza, me sumerjo en la oración antes de escribir y después de escribir.

Además que en mi interior hay paz inmensa, y un gran temor de hacer mi propia voluntad llenándome de suma soberbia que es tan fácil de caer. Desconfió de mi misma cien por ciento… por eso todo lo dejo en manos divinas… lo que es de Dios siempre sale bien y llega como debe llegar a las almas… lo que me pertenece a mí, siempre sale muy mal y me deja un sabor amargo en mi interior.

Por otra parte los testimonios de vida personal, que ayudan mucho, es un arma de doble filo…  hay que tener cuidado… porque el gusano de la soberbia es muy astuto y anda como salvaje buscando a quien morder y llenar de orgullo, vanidad espiritual y soberbia. Es muy fácil caer en la soberbia sin darnos cuenta… es muy fácil complacernos a nosotros mismos desviando la mirada del objetivo que es DIOS.  

Hay que ver como se presenta ese testimonio de vida. Si entre líneas, (y es aquí donde mas brilla el verdadero objetivo que buscamos), o explícitamente, colocamos a los demás en una posición no agradable y rebajándole, con un mensaje algo así como “mirad este pobre infeliz”, “mirad lo que hace, dice o presenta, es un bueno para nada”… y nos colocamos nosotros en una posición de “qué bien lo hacemos”…”mirad lo que estoy haciendo, que grande soy”  andamos por caminos de peligro… de mucho peligro…porque no es un “mirad todos cuánta misericordia a tenido Dios en esta situación”, “que generosidad divina para con ellos, para conmigo”…que se puede descubrir entre líneas o explícitamente.  

Estamos en todo momento con el enemigo de las almas acechando y llenando nuestro camino de trampas y dulces argumentos a ver si resbalamos y caemos en sus redes. Además de nuestro caprichoso “yo” que anda alborotado buscando alabanzas y reconocimiento público. Por eso es tan importante la oración… y no solo la oración sino también humillarnos hasta el polvo en la presencia divina.  He aquí el secreto de tantos santos… humillarse ante la presencia divina siempre a tiempo y destiempo… humillar el “yo”… el “amor propio”… ante la Grandeza, la Hermosura, el Amor y Esplendor de la Verdad Eterna.

Suelo pedirle a mi Jesús que me utilice como instrumento al grado más alto que desee, pero eso si  que jamás me entere… incluso las veces que he hablado en retiros, charlas a grupos de jóvenes, de estudiantes, o llevando grupos de diferentes edades al Sagrario o ante Jesús expuesto, solía pedirle al Señor me hiciera olvidar todas las palabras que decía en el momento que terminara mi intervención… Dios siempre me complacía… porque me conoce perfectamente y sabe que nuestra naturaleza es corroída por el amor propio que siempre esta latente… y la mía mas que nadie…

En todo esto de escribir… lo único importante es llevar el Amor de Dios a las almas… darles a conocer que Dios nos ama con locura… hacerles ver el santo deber de tomar en serio nuestra alma, su salud y nuestra eternidad… siendo buenos católicos, obedeciendo al Santo Padre ciegamente, y viviendo los sacramentos, la vida de oración y virtud al gusto divino. Lo demás sobra… el “yo” sobra… y estorba… aquí solo se vale “Dios y sus cosas”… y a su gusto, momento, forma y tiempo.
 


Estoy convencida que “no hay mayor gozo que cuando dejamos “hacer” a Dios, a su gusto, usándonos con quien quiere, como quiere, cuando quiere, y donde quiere… la alegría de Dios es inimaginable… y la paz en nuestra alma es maravillosamente gustosa…”

Desde la Soledad del Sagrario

No hay comentarios:

Publicar un comentario