LA BONDAD DIVINA
SIEMPRE DE MANIFIESTO
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Profundamente dormida… sonido de campanas me despierta, es la alarma del
celular… son las cuatro de la mañana… hora de levantarse, pues las madres
esclavas vienen pronto a buscarme.
Hoy, es un día de esos en que el ánimo interior se tambalea entre la
tristeza y sentimientos encontrados… que por más que se tratan de ocultar salen
como ráfagas de viento al descubierto…es una lucha para que el interior no
salga al exterior… para que el exterior no entre al interior…
La Santa Misa a las 6 y media en la Catedral… hay que salvar el tiempo de
la Santa Misa… ¡Hermoso!!... a los pies de Jesús… viviendo el esplendor del
Amor de Dios que se da en la sagrada y santa misa. La Sra. que canto… ¡hermoso!!... como los ángeles…
¡qué voz tan llena de ternura y de amor!! Se siente lindo en la misa… se siente
la ternura de Dios.
Ya de nuevo en ruta para el hospital a la rutina de seguimiento…El trafico
bastante pesado… parece que todo el mundo se dio cita para estar en la calle a
la misma hora. Al fin llegamos después de dos horas entre congestión de autos y
la contemplación del hermoso paisaje de la autopista.
Luego de terminar con mis cosas, camino al encuentro de las madres que
estaban en la parte de terapia física.
La sala de espera estaba llena de pacientes de la tercera edad… piernas
rotas, sillas de rueda, muletas… una joven con sus niños que hacían saber el
malestar que causa la espera y niños al fin, querían salir corriendo del
lugar. Un joven que llego en su silla automática,
dejando a todos maravillados por su buen manejo, casi un atleta en pista de
carreras…
Me senté en la última fila, en la primera silla cerca de la puerta. Tenía
mi rosario en la mano, y comencé a rezar mi primer rosario del día, mientras
observaba a los pacientes en sala. Las Madres sentadas en primera fila no se habían
percatado de mi presencia…estaban en medio de una amena conversación con dos
hermanas de las Hijas de la Caridad.
De momento, camina hacia mí, un señor de hermosa cabellera blanca, con
camisa blanca, de espejuelos, su rostro tierno con una amplia sonrisa y me
dirige unas palabras. “¿De dónde eres? ¿A qué comunidad perteneces?” Luego de contestarle, su sonrisa fue más
amplia, la alegría era desbordante y con una dulzura exquisita me dice: “Soy sacerdote,
cumplo 67 años de ser sacerdote, y tengo 94 años de edad.” ¡Que sorpresa! Levanto su mano sobre mi cabeza y a la vez me
dijo: “voy a bendecirte”, pronunciando su bendición hizo una cruz en mi frente.
Sonrió tiernamente y con una alegría desbordante me miro a los ojos, volviendo
a repetirme: “soy sacerdote”… y se fue… Y lo era, no había dudas, su porte,
todo en él hablaba de un sacerdote a lo Cristo…
Estaba sorprendida… enormemente sorprendida… mi rosario en la mano lo
atrajo… habían cuatro monjas en la sala de espera… y e1 solo vino a mí… En mi
pensamiento surgía el convencimiento de que Jesús vino a verme… Jesús vino a
regalarme la sonrisa más amplia y más tierna… Jesús me mostro un rostro lleno
de felicidad, y desbordando alegría… todo en el era limpio, era suave, era
tierno, era pura bondad… Yo que estaba en una lucha interior, con un ánimo de
esos que arrastran o quieren arrastrar… con sentimientos encontrados… luchando
porque no salieran al exterior… buscando la forma de transformarlos… sin
percatarme que estaba perdiendo el tiempo contemplándome y no salía mi mirada
de mi misma… Dios me regala su presencia, su encanto, su alegría, su ternura,
su chispa ardiente de felicidad del gusto por el momento a vivir… su mensaje…
sus palabras… a través de este sacerdote de mi Cristo.
El efecto fue fulminante para mi estado interior… TODO desapareció… mi
mirada volvió a clavarse en donde siempre debe estar… la tempestad que trataba
de levantarse en mi interior desapareció… ¡Que bondad divina tan palpable!! ¡Qué
bueno es Dios!! Viene a socorrer a su pequeña
con una prisa que solo la posee un Padre… que ve en la necesidad en que se
encuentra su pequeña… tomándola de la mano la devuelve a su estado.
Mientras me gozaba en mis pensamientos y en la alegría que Dios me causaba…
se acerca un señor, me mira y me dice: “Tengo prisa, si no fuera porque tengo
prisa…” entra su mano al bolsillo de su pantalón, saca algo y al abrir su mano
me dice: “ si no fuera porque tengo prisa la acompañaría”… mostrándome un
rosario… “pero me tengo que ir”… lo decía muy apenado.
Mi habito es blanco… mi rosario es blanco, mis manos descansan en mi falda,
mi rosario se pierde con el blanco de mi habito… ¿como él puede notar mi
rosario?… ¿puede adivinar que estoy rezando?…
Dios volvía a mirarme y a darme un dulce mensaje… ¡Qué bueno es Dios!! Le respondí al señor con una sonrisa amplia
que llevaba la alegría de mi corazón… me miro… y se fue…
Al salir del hospital las madres visitaron a las Carmelita contemplativas… otro regalo de Dios… Oh, si
Dios se ha mostrado grande con su pequeña hijita, en el día de hoy… Con las
Carmelitas sentí la ternura de mi Madre Celestial… fue un hermoso banquete
espiritual…
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Eternamente agradecida de mi Padre Celestial, de mi amado Jesús, de mi
adorado Maestro Paráclito… y de mi dulce Mater… hoy fui mimada y consentida… ¡Qué
bueno es Dios!!... conmigo… con TODOS… porque Dios es Dios…
Desde la Soledad del Sagrario
Dios Es bueno Muy bueno siempre esta ahi. Aunque no lo veamos y ademas nos envia sus mensajeros.
ResponderEliminarCierto muy cierto.
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