Almas pequeñas, engolfadas en
Dios… e ignoradas por el mundo…
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Hoy me he levantando con ciertas imágenes en mi mente de personas que
conozco y que admiro grandemente. Almas pequeñas dadas totalmente a Dios…
engolfadas en Dios… almas que gustan de Dios… que Dios es como el oxigeno de
sus vidas.
Almas que no llaman la atención por su humildad, por su pequeñez, por ser
almas que causan escándalo y a veces el mundo las puede desechar como personas
no gratas o no interesantes.
Hoy en misa, esta mañana se encontraba una de ellas frente a mí en los
primeros bancos. En un momento dado me encontré mirándolo y para mi sorpresa, note que estaba
de rodillas, aparentemente escucho la misa de rodillas, de momento abrió sus brazos y sin llamar la atención los
levanto un poco bajando su cabeza en forma de oración, de suplica. Estaba
sumergido en el misterio de la misa.
Esta alma, a quien llamaremos Pepe, hombre de la tercera edad, viudo hace poco, viene
muy temprano a misa. Gusta de entrar a
la capilla de las Madres, de rodilla desde el umbral hasta llegar al pequeño reclinatorio
que está en el centro del pasillo, detrás de las rejas que dividen la capilla
entre el coro de las Madres, y la parte para los fieles que asisten a misa. Allí pasa todo el
tiempo en oración hasta que empieza la Santa Misa, donde minutos antes se
levanta y busca su lugar entre los primeros bancos de la capilla.
Pepe gusta de hacer lo mismo cuando sube al Santuario de Schoenstatt de
nuestra parroquia, que se encuentra en la cima de un mogote. Desde abajo, del
inicio del camino comienza a subir de rodillas, haciendo paradas donde se le ve
en oración de suplica, con los brazos alzados, o bajando su cabeza humillándose. Las personas pasan por su lado, y Pepe como
que no ve a nadie… va sumergido en oración, entre Dios y él, entre la Mater y él…
Pepe gusta de adorar, tiene un par de libros pequeños que están sumamente
consumidos por el tiempo… por el manoseo de manos, de unas manos que acarician
con deleite este tesoro…Hay que ver como Pepe trata sus pequeños libros de oración…con
tanto amor… su oración pequeña, donde todos sus gestos, aptitudes y posturas
son de adoración, de reconocimiento de que esta ante Dios, un Dios de bondad,
delante de la Madre Celestial. Como un niño
pequeño se le ve a gusto contemplando el misterio del Sagrario, contemplando la
imagen de la Mater de Schoenstatt… como un hijo pequeño contempla con amor y
deleite a su sagrada madrecita.
Pepe es de misa diaria, es de oración continua… su rostro refleja paz. No
tiene un vocabulario fino y extenso. No habla con la propiedad de quien tiene
estudios y conocimientos de una buena educación. Sumamente pobre, pero tan
limpio y modesto en toda su persona. Pepe no conoce de otra cosa que no sea
venir a los pies de Jesús a contarle sus cosas, a pedir por los demás, a
escucharlo en el silencio elocuente de un Dios que habla en la soledad y en el
silencio del sagrario. Pepe es escuchado por Dios, por la Mater, es atendido en
sus suplicas… Dios está a gusto con Pepe… ¿Qué será lo que Pepe le pida a Jesús
y a la Mater que no consiga? Sabe como
pedir… sabe cómo hablarles, sabe confiar plenamente en ellos, los sabe amigos íntimos…
Pepe goza de la amistad de Jesús y la Mater. Se siente tan a gusto con Jesús
y la Mater que no los deja… ahora que es viudo pasa más tiempo en la capilla o
en el Suntuario.
Pepe en su humilde forma gusta de llevar el amor de Dios a los seres amados
de su familia. Su alegría, su preocupación por los demás, su desinteresada ayuda
con los que lo necesitan… la paz que transmite Pepe es envidiable por
cualquiera que se sienta en necesidad de paz interior.
Al igual que Pepe se encuentra María, Roberto y Rosita. María de edad avanzada, tímida pero
llena de generosidad, de servicio desinteresado a los demás, siempre dispuesta
a ser la primera en dar la mano cuando alguien necesite ayuda. Viuda, madre y
abuela… mujer de fe probada, mujer de vida humilde, sin estudios, de un corazón
gigante, de virtud acrisolada, de oración constante y perseverante. Con un amor
a Dios increíble. Con una confianza en Jesús y la Mater envidiable. Es una
almita de las que trata a Jesús y a la Mater con una familiaridad, con una
confianza, con una amorosa y tierna amistad como si sus ojos los viera sin ver
nada, como si los escuchara sin escuchar nada. Su alegría desbordante, su
entrega incondicional… su gusto por la oración porque sabe que la oración es el
medio de comunicación con Dios, con su madrecita celestial. es la puerta que se
abre para hablar de “tú a Tú” de corazón a corazón.” Una verdadera riqueza espiritual,
en su interior, sin llamar la atención…
Roberto, enfermo sin carro, camina desde su casa, 20 o 25 minutos, varias
veces al día, para llegar a la Iglesia, a la Santa Misa diaria, a la adoración,
a ayudar en la parroquia en el mantenimiento o en todo lo que se presente y
requiera de su ayudar. Con una gracia especial de conocer y hablar del Amor de Dios,
de la Misericordia divina… con una naturalidad, como quien conoce íntimamente y
gusta de ese Amor y de esa Misericordia divina. Escucharlo da gusto.
Pertenece a varios grupos apostólicos…
siempre dado a ayudar al párroco, a ayudar a quien necesite de su ayuda incondicional.
Solidario con los enfermos, con los
sufridos, con los marginados. Adorador incansable, pasando horas delante del
Amigo íntimo del alma, Amigo entrañable que gusta de su amistad. Siempre
dispuesto a conquistar almas, a ayudar a quien se ha retirado de la Iglesia. De
oración perseverante. De virtud probada… alma que ha sufrido mucho, pero que,
su porte y su rostro, denotan un alma sumamente grande, abrazada a la cruz con
una alegría radiante, una esperanza que ilumina sus ojos… Roberto un alma pequeña,
que pasa inadvertida para el mundo pero no para el Cielo.
Rosita, viuda, donde perdió a sus dos hijos y a su esposo en forma trágica
y en diferentes acontecimientos… mujer de fe que se ha dado a ayudar a los
ancianos y enfermos sin permitir un solo centavo a cambio de su desinteresada
ayuda y tantas veces ayuda sacrificada. Allí donde hay un anciano o anciana
solo abandonado, ahí cae Rosita como en paracaídas en ese hogar, como una hija
que se da a unos padres en necesidad. No
importa la hora, ni el tiempo, ahí esta Rosita, llevando el Amor, la compasión,
la ternura, la esperanza y la alegría de Dios a las personas necesitas, solas y
abandonadas por los suyos, o por la falta de familia por no poseerla.
Rosita, mujer de fe, una fe inquebrantable y heroica… mujer cimentadasufrimiento de las experiencias propias vividas, tan impactantes, que en otra
persona hubiese sido motivo de perder su fe, volviéndose rebelde y agriada. Rosita se volvió a Dios porque su fe era
solida, aceptando la cruz que le toco vivir, busco la forma de canalizar su
dolor haciéndose solidaria con aquellos que más sufren y más solos están.
Dios está a gusto con estas pequeñas almas que han sabido amarlo y darse en
amor al prójimo. La Mater está a gusto con estos pequeños hijos que le han
demostrado tanto amor y tanta confianza.
Habría que preguntarnos cuantos Pepe, María, Roberto y Rosita conocemos
en nuestra vida que están tan engolfados en Dios… pero nosotros los miramos
como personas ignorantes, y en cierta forma, les consideramos personas no
interesantes para nuestro gusto, en la amistad e intereses. Sin embargo, para
el Cielo son los mimados, consentidos y amados… donde el Cielo se goza en
verlos, escucharlos y atenderlos.
¡Qué mucho nos toca aprender de ellos!!… aun estamos a tiempo…
Desde la Soledad del Sagrario.
Es una página muy bella y esperanzadora, gracias Sor Maridel.
ResponderEliminarGracias Pedro por sus palabras que alienta mi pequeña alma a seguir escribiendo, a veces pienso que debo ya de retirarme... DLB
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