todo sale de
maravillas
maravillas
Mi mente comienza a recordar… mi imaginación hecha a volar… me subo al
carro del pasado para encontrarme en esos días donde peregrinaba la Mater con
los enfermos terminales.
¡Oh!! Experiencias maravillosas… insospechadas… increíbles… de tanto valor
espiritual, de tanto consuelo y esperanza. Años muy queridos donde Dios me
llevo a tantos lechos de enfermos terminales, a tantos hogares donde las
familias me abrieron las puertas de sus corazones… ¡Bendito sea Dios!!
Recuerdo que un buen día sentí en mi pequeña alma la invitación a tomar la
peregrina y llevarla a los enfermos agonizantes. Ya tenía la experiencia de
peregrinar a la Mater con niños, en hogares donde habían problemas en las parejas…pero
con los agonizantes… eso era otra cosa…
No tenía ni idea de tal encomiable misión. No sabía absolutamente nada…
solo mi amor a la Mater y mi confianza exageradísima en su poder de madre… en
su poder como abogada ante su Hijo.
Sentía que aquella misión no nacía de un capricho sino de la voluntad de mi
buen Jesús, que me enviaba, junto a su madrecita santa, a llevar consuelo, paz,
esperanza a los enfermos terminales y a sus familias. Además los frutos fueron
el signo infalible de confirmación.
Sin ningún curso, ni clases especiales en la materia me lance a la aventura
tan pronto se abrió la puerta, que de paso no tardo mucho en abrirse… y ¡de qué
forma!!…
Solo poseía mi pequeña oración, mi tiempo a los pies de Jesús Sacramentado
en el Sagrario, mi amor a la Mater, mi deseo constante y siempre en creciente…
de ayudar a Dios, de darlo a conocer, a amar… de hacer de la experiencia de
Dios como Amigo, un camino sencillo, fácil, convincente y atrayente a las almas
de todas las edades. Solo eso tenía entre manos, como mis pobrísimas y ricas herramientas,
para el apostolado que iba a iniciar…
además de la bendición del sacerdote.
Recuerdo muy bien, que un buen día llega mi amiga de un pueblo cercano a
buscarme. Estaba angustiada… con una tensión palpable. Venía a buscarme porque
una vecina, en el barrio, anciana que yacía postrada esperando el momento de su
“regreso a casa”, necesitaba
urgentemente ayuda…Según su opinión la
familia no aceptaba la partida, siendo una familia de fe indiscutible.
Nos fuimos a las 7 de la noche, con mi Mater peregrina, y con el corazón
desbordando amor y no les niego asustada un poco pues no sabía que iba a hacer… pero si sabía… que
la Mater me iba a guiar, ella no me iba a dejar sola...eso no lo ponía en duda
jamás.
Llegamos, ante mí, una casa humilde, hermosa simplemente hermosa, una anciana postrada, sin abrir sus ojos, sin
moverse, una familia amorosa y numerosa, rodeando la cama de la madre, abuela,
tía, hermana.
Yo tenía a la Mater peregrina en mis
manos… los escuche hablar… desahogarse… luego salude a la enferma… le hable con
el corazón en cada palabra, con una alegría desbordante… ante la presencia de
ellos. Le hable de la Mater que venía a quedarse unos días con ellos… que venía
a ayudarles en este momento tan difícil.
La familia me confesó un deseo que les atormentaba… querían celebrarle los
100 años que cumplía dentro de un mes… estaban tan ilusionados con la idea… y
solo pedían eso. Se les veía llorosos por causa de la partida de quien tanto
amor les prodigo…pero sumamente ilusionados con el cumpleaños.
Les hable del Cielo, según iba mirándolos uno a uno y a la enferma también…
les hable del Amor de Dios, les hable de
la Mater… les hable como una enamorada habla de su amado… incluso les hice
reír…Dios me concedió una chispa de buen humor en medio de la seriedad del
momento… les hable de la necesidad de la enferma saber que ellos aceptaban la
Voluntad Divina, que están unidos, que la enferma puede partir tranquila. Me miraban complacidos, un poco sorprendidos,
pero con gestos y aptitudes de convencimiento y de gran consuelo.
Volteándome hacia la enferma…le hable de la misma forma. Le explique de la
fiesta en el Cielo por su llegada, de la Mater disponiéndolo todo porque su
pequeña hija “regresaba a casa”, de la alegría del Padre, que estaba en una explosión de amor por tenerla ya en casa… por
Jesús que la esperaba con los brazos abiertos… le hice un cuadro hermoso de lo
que esperaba…
¿Cómo es esto? ¿Quién soy yo para asegurarles, con mis palabras, a todos
que iba derechito al Cielo, que no iba a hacer escala en el purgatorio?
Mientras me escuchaba pensaba… “Mater no me dejes decir locuras, mira que el
buen Dios se va sentir conmigo.”…
Sin embargo, me sentía convencida de ello… porque claro, el rostro de la
ancianita era de una paz profunda y una dulzura palpable… pensé que podía ser
que su purgatorio sea la enfermedad, muy dolorosa por cierto… y con este
pensamiento…reconociendo que solo Dios y el confesor podían conocer la verdad
de esto… le hablaba del Cielo con una naturalidad y entusiasmo que yo misma me
sorprendía… Dios mío, parece como si mi ojo vio, y mi oído oyó… No… no era
eso…solo era un corazón que conocía una minúscula gotita del Amor divino y
sabia por la fe, que todo eso se daba siempre que llegaba “a casa” un hijo de
tan cansado viaje … Además una hija siempre espera todo del Padre… yo no me
imagino una llegada a “casa de Papá” sin haberse formado esplendorosa fiesta de
recibimiento… no cabe en mi pobre mente…el amor me exige esperar un derroche de
explosión divina de esa fuente de Amor…
Regresando a mi enferma… recuerdo que antes de irme, la llame por su
nombre, le dije que me iba… ¡Madre Santísima!!...que espectáculo… que noticias
del Cielo…la ancianita abrió sus ojos me busco con la mirada, me regalo la
mejor de las sonrisas…
Había ocurrido un pequeño milagro… ella llevaba mucho tiempo sin abrir sus
ojos, sin comunicarse… y los había abierto… y había comenzado a hablar. La
familia reía y lloraban de la alegría… los deje en la paz desbordante de un Dios
que sale al encuentro de sus hijos…de una Madre Celestial que hace cargo de la
situación de sus hijos. La Mater había llegado a la casa a quedarse haciéndose
cargo de TODO…
Después de esto no había dudas, por eso con una amplia sonrisa que me
provocaba el regalo de la Mater… les comente que la fiesta de cumpleaños se iba
a dar… Ellos ya habían pensado lo mismo… y así fue, porque Dios, en su infinita
misericordia les concedió celebrar el cumpleaños de la anciana madre…con la
invitada de honor en medio de la fiesta… regiamente adornada… la Virgen
Peregrina de Schoenstatt… pasado unos cuantos días salía de viaje a la patria
celestial…
Antes de irme, ya aparte con la familia les pedí llamaran al sacerdote… cosa que ya habían hecho…
Les pedí prepararse para el acontecimiento con una confesión general y una recepción
de la Eucaristía vivida con todo el corazón… Ellos asistieron complacidos con
la idea… pues eran familia de fe solida.
Este fue mi primer encuentro con un
enfermo terminal… experiencia hermosa… experiencia rica… experiencia que me
hizo crecer en la fe y en el Amor, en la compasión y en la esperanza… ¡Bendito
sea Dios!!
Desde la Soledad del Sagrario
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