¿Purgatorio
aquí en la tierra?
Pues si…
por una
gracia especial…
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Desde niña escuche a muchas personas y quizás no tantas
pedirle a Dios pasar, vivir y sufrir aquí en la tierra el purgatorio que les
tocara sufrir en la eternidad.
Me preguntaba porque pedirlo y no dejar que Dios le
concediese la gracia de sufrirlo en la eternidad. Al ir creciendo me di cuenta de la verdadera intención
de estas personas… porque personalmente comencé a pensar en la eternidad… Comprendí
y desee entrar directamente sin hacer escala en el Purgatorio… Madre mia que no
pierda tiempo que al salir de este mundo entre directamente a “Casa de mi Padre”.
Mi tía abuela fue la primera persona que la escuche
pedirlo. Y Dios le concedió, para mi
entender, aunque yo era una niña pequeña,
la gracia de sufrir hasta el ultimo momento.
Recuerdo que mis padres nos llevaban a visitarla. Dios le concedió sufrir un cáncer, el cual provocaba
un perfume mal oliente que apenas se podía
estar cerca de ella. Toda la habitación se
impregnaba de dicho perfume que salía de su cuerpo.
Sus hijas se turnaban para atenderla. Tenían que taparse la nariz
sin que ella se diera cuenta. Duro
bastante tiempo en cama y cada vez era más
difícil de ayudar. Pues sus hijas tenían que limpiar las llagas podridas por el
cáncer. Sufría mucho pero siempre
con una sonrisa, con un rostro sereno,
con el rosario en mano, ofreciéndolo todo.
Era de mucho consuelo el verla y de admiración pues apenas se quejaba y
si lo hacía, lo hacía de una forma que casi no llamaba la atención.
El día que mi tía abuela murió, todos en su casa
sintieron por horas un exquisito perfume a rosas. Cuando la llevaron a la Iglesia, que estaba
al frente de su casa, al terminar la Santa
Misa, al levantar el ataúd, sus hijos y nietos que estaban alrededor del ataúd
sintieron exquisito perfume de rosas que les embriagaba…
He aprendido que Dios les concede la gracia a algunas personas aunque
no la pidan. Me parece sin ánimo de
juzgar que mi amada madre ha sido una de ellas.
Mami que de niña sufrió tanto siendo huérfana de madre y
luego de adolescente de padre… además de la enfermedad que la acompaño por
muchos años de adolescente y luego de casada.
Ahora postrada en cama, impotente para hablar con claridad, sin poder
comer por sus propias manos, corta de
vista, apenas puede moverse pues todo su
cuerpo es una llaga de dolor, no porque tenga llagas sino por el intenso
dolor que sufre.
Meditaba en estos días la bondad exquisita de Dios para
con mi madre y para conmigo… sin merecernos nada hemos sido agraciadas con la bendición
y la gracia de que mami sufra su
purgatorio aquí en la tierra… y a la vez
yo pueda estar a su lado ayudándola y preparando su alma a esa aceptación amorosa de los planes divinos. No me canso de
darle gracias a Dios por tan inmenso e incalculable regalo… vivir el purgatorio aquí en la
tierra.
Mi Madre sufre amargamente… pero su mirada es tierna, es
dulce, es elocuente… Mi Madre sufre intensamente pero su rostro es apacible, es
sereno, lleno de bondad… Mi Madre gime de dolor… pero es un gemido como un
murmullo para no llamar la atención, para no causar dolor ni pena en los que la
rodean.
"Oh, Dios mío, que bueno eres"… ¡Cuanta bondad divina!!...
derramada a borbotones sobre mi madrecita… mi ancianita que no sabe otra cosa
que sonreír y dormir…
No puedo dudar que mi Madrecita el día que viaje de “regreso
a Casa” irá directamente… por eso he
de pedir a mi amado Dios le conceda la gracia de purgar toda mancha pequeña o
grande aquí en la tierra… ya que ha sido su Voluntad Divina llevarla a esta
etapa de su vida… no importa el tiempo… nada importa el dolor o el sufrimiento… solo interesa
que al viajar mi Madrecita entre
directamente a “Casa de Papa”… se que el dolor y el sufrimiento vivido y
aceptado al gusto de Dios conlleva
tesoros inimaginables para la eternidad.
Papi no tuvo esa bendición pero papi era una persona
sumamente temerosa para el dolor… no lo entendía… temblaba ante el dolor físico…
Además mami siempre le pedía a Dios que
el día del “viaje a Casa” fuera papi el
primero porque conociéndolo, sabia que para su hija iba a ser muy difícil ayudarle…
y Dios la complació. ¡Qué bueno es Dios!!...que se hace solidario a nuestras
inquietudes complaciéndonos, cuando su
Voluntad Divina ve la sinceridad, honestidad y confianza en las palabras porque
Dios escucha el corazon que le habla…
Nadie como nuestro buen Padre Celestial.
En estos días son muchas las madrecitas que
conozco que estan viviendo estas gracias especiales… y son sus hijos los que están
a su lado ayudándolas en todo momento… la Madrecita de Gerardo que lleva años
en cama… siempre alegre, siempre sonriente, siempre rezando… la Madrecita de
Socorro que ha recibido la noticia de la enfermedad, un cáncer como preparación
para ese viaje de “regreso a Casa”.
Y qué decir de doña Carmen… carmelita terciaria y madre
de cinco hijos entre ellos dos sacerdotes…
se dio por la conversión de su familia, por la santidad de los suyos… sufrió un
purgatorio doloroso con la enfermedad… Cuantas veces me decía que se iba ya
para “Casa” y luego al encontrarnos me decía que no sabía ya que pensar porque
Dios la llamaba pero no enviaba el pasaje del viaje… doña Carmen gozaba de muy
buen humor, sabia darle chispa a su dolor y a su sufrimiento…
"Madre Santísima enséñanos a vivir la Voluntad Divina, en
el dolor, en el sufrimiento con alegría, con buen humor, llorando por el dolor
pero riendo de felicidad porque Dios vale la pena"…
Desde la Soledad del Sagrario
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