Noticias que llegan de
momento y nos cambia la vida de golpe
Una
mañana tranquila, como una de tantas y en las siguientes horas nos llegan
noticias que nos sacuden cuerpo y alma dejándonos sin habla, con una intensa confusión mental donde los
pensamientos, los recuerdos, toda la vida pasa en un instante como una película…
las piernas pierden su fortaleza, el corazón se vuelve una llaga de dolor, y un grito silente quiere salir al exterior… sí,
gritar a todo pulmón y dejar salir en
ese grito todo el dolor que de golpe y de momento aprisiona cuerpo y alma aplastándola.
La
mirada recoge a cada miembro de la familia… el amor se hace más presente… la
mirada sube al cielo para encontrarse con la mirada de Dios y en un humilde,
doloroso, elocuente, y ¿por qué no? desesperado gesto… los labios se abren, la
voz temblorosa susurra un murmullo que suena como eco en el Cielo… “Señor, yo
creo , pero aumenta mi fe… yo creo…
pero mi fe se tambalea ante la noticia inesperada… yo creo… pero
necesito me cargues en tus brazos como Tú pequeña… pequeñísima hijita que en
estos momentos tiene miedo y no sabe a dónde correr… porque fuera de Ti… ¿Quién
podrá ayudarme aliviar, sanar mi cuerpo herido, mi alma desecha?
Hijita
de mi corazón… entiendo tu dolor… sé por lo que estas pasando… pero no temas…
aunque en estos momentos nada se entiende ante la noticia desgarradora de la
enfermedad… enfermedad silente que va ganando terreno a veces sin delatar su
presencia… Hijita, no temas… no pienses que es un castigo porque no lo es…
tampoco pienses que vas a morir… porque “Papa” es el único que sabe el día y la
hora de nuestro viaje.
En
este mes de los Sagrados Corazones de Jesús y María, recibes este “regalo” que
puede ser provechoso… o convertirse en amargo… Pero tú, mi pequeña eres mujer
de fe… y sé que la fe surgirá portentosamente… esplendorosamente… brillando en
todo su esplendor…
Hijita…
si yo estuviera en tus sandalias… ¿Qué yo haría? Te voy a contar lo que haría… Fíjate, mi pequeña,
lo primero que haría es llorar…llorar…llorar y llorar… para dejar salir todo el
dolor al exterior… pero lo haría lejos de la gente, de la familia… de todo ojo humano. Tomaría un pequeño cuadro
de la Mater, lo abrazaría con toda mi alma… y dejaría salir todo mi dolor en lágrimas
y en gemidos… apretaría el cuadro de la Mater
me haría de la idea que estoy en sus brazos llorando mi primer dolor…
que estoy recibiendo todo el consuelo de mi Madre Bendita… que en silencio me
escucha… que en silencio me abraza… que en silencio me va confortando poquito a
poquito… sin palabras… hasta que el dolor ya fuera… las lagrimas ya secas… la
mente ya en calma… el corazón mas sosegado… iría poquito a poquito levantándome
de la primera caída por la aplastante impresión de la noticia… que humanamente
es normal y necesario el desahogo.
Ya
en calma… le pediría a la Mater me ayudara a levantarme, a tener la fortaleza y
la visión que Dios necesita de mi… que la familia, amigos y conocidos necesitan
de mi… porque son momentos donde la fe debe prevalecer, donde el amor debe
crecer a grados insospechados, donde la esperanza debe estar izada
esplendorosamente.
Son
momentos para convertirme en testigo del Amor y la Bondad Divina… si mi Padre permite
algo así solo es porque en estos
momentos es lo mejor… lo que conviene… Recordando que Dios permite un mal
porque de ahí saca un bien mayor… sino no lo permitiría. Mi Padre sabe hacer las cosas.
Te
sigo contando hijita… Siendo este mes,
el mes de los Sagrados Corazones de Jesús y María… hablaría con mi director
espiritual, le confiaría mi deseo de hacer una consagración a los Sagrados
Corazones… ¿Por qué? Porque buscaría hacer algo que fuera del agrado de mi
Padre… y de provecho a mi alma en estos instantes donde las noticias cambian el
giro de la vida de golpe.
Escribiría
mi consagración con detalles exquisitos de agradecimiento, de amor, y de plena
confianza en los Sagrados Corazones. Pondría
toda mi salud de alma y cuerpo, mi vida, mi familia, mi eternidad en los
Sagrados Corazones de Jesús y María.
Les
pediría oportunidad de trabajar para ellos si así lo desean, de convertirme en
su pequeño instrumento desde la oración, el cultivo de la santidad personal y
la acción evangelizadora con celo y derroche de amor… en el hogar y en todo
momento, con palabras o sin palabras, con la vida misma… siendo testigos de los
Sagrados Corazones de Jesús y María.
Esta
consagración la haría ante el Santísimo y de manos del sacerdote para darle un
toque solemne al gusto divino…
En
preparación a la Consagración haría un buen examen de conciencia y una confesión
general de toda mi vida.
Recibiría
a Jesús Sacramentado todos los días… buscaría la forma de no quedarme un solo día
sin comulgarle… llevaría a mayor intensidad de comunicación de vivencia mi
amistad con Jesús Sacramentado y con la Mater.
Llenaría
mi mente de buenos pensamientos… pensamientos de amor, de esperanza, de fe… jamás
permitiría que pensamientos autodestructivos de miedo y negativos se apoderaran
de mi mente… el amor de Dios y la Mater… el amor a la familia… a todos los que
amo… llenarían mi mente…
Hijita
pensando, que mi Padre permitiera; que la enfermedad siguiera su curso… te sigo
contando… mi corazón abierto de par en par para recibir a todos… dándole
alegría en medio de la enfermedad… ofreciéndolo todo…TODO… con un
desprendimiento grande… levantando caídos por el pecado empezando por los de
casa… a cada dolor… un ofrecimiento con toda el alma… a cada sentimiento
aplastante por la enfermedad… un ofrecimiento con toda la pasión capaz de vivir…
a cada ataque de tentación del enemigo… un ofrecimiento a grado heroico de
entrega a Dios por las almas que agonizan o han de morir por sorpresa para que
nadie se pierda para la eternidad…
Sin
dejar de esperar el regalo hermoso de la sanación de manos de los Sagrados
Corazones de Jesús y María… seguiría viviendo la enfermedad como regalo de mi
Padre, que lo permite…, sin pensarlo mucho…me convertiría en una mina para que Jesús
y María sacaran de ella para la salvación de las almas, en especial por los de
casa, y por los sacerdotes…
Si
en los planes divinos esta la sanación de cuerpo y alma… me convertiría en su más
pequeño instrumento desde la oración fiel y asidua… hasta la acción donde es la
vida la que evangeliza… porque hijita… si yo estuviera en tus zapatos… lo daría
TODO… porque la Voluntad Divina reinara en mi… y en todos...
Hija
no te asustes con mis palabras… he sentido la tentación de colocarme en tus
sandalias… pensaba desde que conozco la noticia…, si fuera yo… ¿que haría?
Hijita
de mi alma… nada temas… solo una cosa puedes temer… perder a Dios… y eso si…
que sería una gran desgracia eterna… pero tú, eres mujer de fe… y Dios en sus
hermosos planes te concederá lo que su bondadoso y poderoso corazón desea…
Recuerda “Jesús es tu medico, tu medicina, tu TODO”…. Porque para Dios nada… NADA… es imposible… y
si Dios quiere puede sanarte… Recuerda el evangelio… “Señor si quieres puedes
sanarme”… “Quiero… queda sano”… pero antes el leproso le reconoció como Dios…
que tenia el poder para sanarlo… lo busco… lo encontró… se arrojo a sus pies humillándose
y adorándolo… y luego le hizo la petición…
“Si tu quieres”… “puedes sanarme”… este leproso le robo el corazón a Jesús… y Jesús
no lo pensó dos veces… para sanarlo… Hijita… tenemos que ser como él ante Jesús…
Desde la Soledad del Sagrario
La enfermedad es una gracia porque ella nos permite crecer en la fe, en el amor y en la esperanza, además en la humildad y la solidaridad con los que sufren. A todos nos toca de una forma o de otra… pero no todos responden con la generosidad que se debe. He querido expresar en mis pobres palabras lo que yo haría en el caso de una enfermedad de cuidado intensivo. He querido ponerme en la sandalias de muchos y de todos los que tiemblan de pavor al conocer la noticia… y de aquellos que simplemente lo ven como una forma de ganarse el Cielo. Debemos estar preparados a vivir la Voluntad Divina que a veces es una permisión pero con la voluntad de sacar “bienes” para la eternidad…
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