Parte I
TU VOCACION
En mi larga y corta vida he visitado
muchos hospitales como familiar de un paciente o amistad, o como paciente. He
visto todo… he estado con todos, por eso me animo a escribirles a todos esos
enfermeros y enfermeras que viven su vocación de enfermeria con dedicación, con
entereza, con derroche de vida que estalla en amor y en sacrificio diario a
pesar de sus problemas personales.
Da gusto contemplar tu rostro
sereno, amable, con mirada limpia y suave.
Da gusto contemplar la amplia sonrisa
que sale de un corazón lleno de amor… un corazón que sabe sacrificarse sin quejarse.
Da gusto contemplar tu interés,
tu comprensión, tu generosidad, tu trato afable, tu forma de escuchar con
paciencia y responder con paciencia… a los pacientes, a los familiares.
Da gusto contemplarte trabajando donde fácilmente se aprecia
que pones tu corazón, tus conocimientos, tu sacrificio en todos los detalles pequeños
e insignificantes en tu desempeño diario.
Llegas con alegría y te vas con alegría.
Llegas descansada con ánimos de trabajar… te vas sumamente cansada pero con la alegría
que da la satisfacción de haber dado lo mejor de ti a cada paciente… a cada familiar… a todos sin
distinción…
Sabes escuchar… sabes cómo resolver,
conducir y manejar a un paciente fuera de sí, a un familiar desesperado. No te
desesperas, no te angustias, no te
descontrolas sino por el contrario sabes cómo imponerte con suavidad pero con mucha firmeza.
Tienes control y sabiduría para bregar con las diferentes situaciones que se
presentan.
No hablas mucho pero que bien
escuchas. Cuando hablas sabes trasmitir paz, sabes responder a lo que se te pregunta
con sencillez y claridad, sin prisa.
Buscas la forma de ayudar y
aliviar las necesidades del paciente y el familiar sin que se te pida ayuda.
Sabes colocarte en los zapatos
del paciente y del familiar. Tu caridad
se desborda. Tienes muy buen humor sin caer en lo chabacano y vulgar.
Cuando sonríes es una sonrisa
natural no fingida y estudiada. No pierdes el tiempo… trabajas en silencio sin
llamar la atención. Te llevas con todos, no intervienes en cuentos y
murmuraciones. No tienes tiempo para eso… vas a lo tuyo.
A todos atiendes y a nadie dejas
sin atender. Todos los pacientes y familiares se sienten cómodos con tu ayuda.
Tu fuente es la oración… se nota…
eres creyente… conoces de Dios y amas como Dios pide… y tienes a Dios como Amigo
y cuentas con Él para todo… esa es la diferencia…
Tu alegría es vivir tu vocación día
a día al gusto de Dios. Te das a todos y recibes de todos el amor de Dios…
Hijita… hijito… da gusto verte
trabajando como una hormiguita de un lado para otro atendiendo a tus enfermos
con tanta dedicación y ternura. ¡¡Dios
te bendiga hoy, mañana y siempre!!!
DESDE LA SOLEDAD DEL SAGRARIO
Nota aclaratoria.
La imagen utilizada pertenece a
www.silvitablanco.com.ar
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