lunes, 23 de abril de 2012

HOMENAJE A MIS PADRES



Doña Anita
y don Vidal








Ana Rosa huérfana a la edad de 7 años de madre. Huérfana a la edad de 18 años de padre. Vidal Antonio huérfano de padre a la edad de 9 años.  Ambos sufrieron mucho. Una vida dura, llena de dolor e incomprensiones. Una vida llena de fe y esperanza. Una vida que ambos recordaron siempre como experiencias vividas con buen humor y derroche de caridad y solidaridad con toda la familia y amigos que más o menos vivían con limitaciones y necesidades.
Vidal Antonio a temprana edad entra a participar como miembro del ejército de los Estados Unidos. Al año estalla la guerra de Corea. Cuando su batallón se dirigía de Panamá a Corea recibieron un telegrama  la guerra había terminado. La alegría de la familia fue grande. Dios había concedido el milagro. Vidal no estuvo en frente de batalla.
Ana tenía 20 años y un buen día se arrodilla, mientras se bañaba, y le pide a la Virgen de la Milagrosa le concediera la gracia de poder viajar y vivir en Estados Unidos. Le pidió que su prima viniera y quisiera llevársela con ella, pues ella vivía con su esposo en Estados Unidos. Al mes la Madre Celestial le responde exactamente como Ana le pide.
Comienza su vida en Estados Unidos.  Encontrándose con Vidal que vivía en la misma casa. Ana y Vidal eran primos hermanos, ambos eran de la misma edad.  Se conocían desde Puerto Rico. Habían crecido en el mismo barrio. Conocían muy bien lo que era la pobreza, la soledad y la tristeza. Gozaban  de muy buen corazón y de conciencia recta.



Vidal siempre había estado enamorado de Ana pero a esta no le gustaba mucho.  Ya en E.U. se hacen novios, y a los tres meses de noviazgo deciden casarse.  Iniciando su vida con la bendición de Dios al elevar el matrimonio al sacramento. Aunque eran primos hermanos, en ese tiempo la Madre Iglesia concedía una dispensa, así pueden casarse por la Iglesia.



A los cuatro años de casados, Ana sentía que en el hogar había un vacio, desea ardientemente ser madre y no logra ver plasmado su deseo.  Se vuelve hacia la Santísima Virgen María en su advocación de la Virgen de la Milagrosa y le suplica le conceda una hija.  La Madre le concede la ayuda que pide una vez más. A las pocas semanas Ana queda embarazada, su deseo de ser madre se concede. La alegría la invade. Prepara con mucho entusiasmo todos los detalles para la llegada de la hija tan anhelada.
En ese tiempo no se sabía si era niño o niña hasta que naciera.  Por eso Vidal esperaba un niño, pero Ana sabia que la Madre Celestial le concedería su petición, seria niña, su corazón se lo decía.  Nace la niña en el hogar bajo el cuidado del doctor de la familia.  Tan pronto nace Vidal pregunta que es, al responderle que es una niña, se retira molesto porque esperaba un varón.  La niña llora y Vidal regresa todo preocupado pidiendo que la arroparan.  Ana al escucharlo se siente tranquila.




Con la llegada de la niña Ana siente que el vacio que sentía en el hogar ha sido llenado. La presencia de la niña alegra a sus padres.  Ana quiere complacer a Vidal y le pide a la Madre Celestial un segundo hijo pero que fuera varón como Vidal tanto deseaba. La Madre Celestial la complace pero tarda cinco años en llegar el segundo hijo que Ana ha pedido.  Cuando nace la felicidad de Ana y Vidal esta completa, pues Ana no podía tener hijos y la Madre Celestial había escuchado sus suplicas y había intercedido por ella ante su adorado Hijo nuestro Señor Jesús.
El hogar de Ana y Vidal fue siempre un hogar donde el amor siempre estaba presente en todo momento. Ana era sumamente entregada a sus hijos y a su esposo. Ama de casa, hacendosa, cuidaba de todos los detalles del hogar y de sus hijos y esposo. Siempre decía que “la casa tenía que ser hogar” que todos se sintieran feliz de estar en casa. Decía para pelear se necesitan dos. 
Ana y Vidal habían tenido una seria conversación antes de casarse. Ana le había dicho a Vidal en tus negocios o trabajos mandas tú… en el hogar mando yo.  O sea que las decisiones que tomara Vidal en bien de la familia estaban bien para ella. Pero en cuanto a decorar, comprar muebles, etc..., quitar o poner en el hogar  eso ella quería  libertad para hacerlo.  Y así sucedió todo el tiempo que vivieron juntos. Aunque muchas veces Vidal le comentaba algún negocio que iba a realizar y ella siempre le decía lo que tu decidas está bien para mí.
Otro detalle que hablaron y decidieron mutuamente procurar fue que cuando uno tuviera molesto o de mal humor, el otro permanecería callado. Cuando estuviera más tranquilo entonces se hablaría del tema.  Y esto se cumplió perfectamente.

Ana siempre procuro que jamás llegaran al descanso nocturno con algún enojo por pequeño o grande que fuera.
En la casa siempre se rezo el Santo Rosario… todas las noches. Aun cuando los hijos se fueron del hogar ellos siguieron la devota costumbre de rezar el Santo Rosario todas las noches antes del descanso nocturno.
Fueron padres que enseñaron con el ejemplo la honradez, la caridad para con el prójimo. Cuantas veces Vidal  devolvió dinero que recibió en cambio de cheques que le entregaban de más, una vez en el mismo Banco, otra vez luego de hacer la compra en el colmado.  Al llegar a casa y contar el dinero se daba cuenta que le habían devuelto de mas, regresando al comercio para entregar el dinero que no le pertenecía. Siempre decía "lo que es mío es mío, pero lo que no lo es yo no lo quiero."  
Siendo ganadero cuando iba a hacer un negocio siempre decía la verdad. Por ejemplo iba a vender una vaca pero la vaca tenía algún problema siempre lo decía al comprador. El comprador siempre la compraba. Enseñaba a sus hijos que no se engañaba a nadie, “no hagas lo que no quieres que te hagan a ti”.   
Cuantas veces Ana estaba limpiando el balcón de la casa y veía pasar una vecina enferma caminando con dificultad, dejaba lo que estaba haciendo buscaba la llave del carro y llevaba la vecina hasta las puertas del hospital o de la oficina del médico. Cuantas veces iba en su carro con sus hijos y al ver algún anciano o mujer embarazada caminando con dificultad por la calle, se acercaba para llevarla en su carro hasta el lugar que iba aunque significaba desviarse de su camino.  Cuantas veces no llevo a deambulantés al médico, pagando ella los servicios y las medicinas, y esto sin conocer a las personas que ayudaba pero que al percatarse que estaban enfermas no podía dejar de ayudarles.
Ana Rosa y Vidal Antonio padres maravillosos que prodigaron amor a sus hijos enseñándoles la fe, la moral y las virtudes a cultivar. Enseñándoles el temor a Dios y  la grandeza de la familia. La familia siempre unida en la alegria y en el dolor.  Amaron a sus hijos y nietos. Fueron buenos vecinos y a todos les brindaron sincera amistad.
Vidal Antonio murió a la edad de 84 años.  Ana Rosa cumple 89 el próximo 20 de julio aunque esta postrada en cama.  Su rostro es dulce, su mirada es tierna… llena de paz. Un corazón que ha amado tanto y ahora es mimada y amada por sus hijos y nietos.
Vidal Antonio y Ana Rosa… padres maravillosos… ellos son mis padres… a quienes agradezco lo que soy hoy en día.  Dios me ha bendecido con padres tan a su gusto divino. Sus defectos se opacaban por sus virtudes que irradiaban en todo momento. Gracias, Dios mío, por dármelos como padres… que un día todos nos encontremos contigo en el cielo.
Desde la Soledad del Sagrario



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