viernes, 6 de julio de 2018






… ¿Mi eternidad?... la elijo yo...solo yo...

La decisión es tuya, solo tuya: seguir a Cristo o seguir al mundo. El camino que tomes es tu responsabilidad y el fruto de ello será la eternidad que seleccionaste.  Tu eternidad esta en tus manos… la dicha eterna o la desdicha perpetua… Si te equivocas en la elección, al despertar de este mundo, para tu sorpresa encontraras que no hay marcha atrás. Entenderás con suma facilidad que tus acciones, palabras, pensamientos tienen un peso eterno. Que todo lo de este mundo es simple espejismo comparado con la eternidad. Que la verdadera vida no es esta, sino la que nos aguarda. Que las diversiones, los afanes, y el desgate en las cosas de este mundo quedan aquí… al despertar encontraras que tus prioridades fueron incorrectas… que te gastaste viviendo para las cosas que no tienen el más mínimo valor… nada de eso te abrirá las puertas de la dicha eterna.

Ni el lujo, ni las comodidades materiales, ni la fama, ni el buen nombre, ni el dinero, ni las joyas, ni los títulos que puedas tener, ni los conocimientos que adquirir… ni nada de este mundo por el cual suspiraste, deseaste y lograste alcanzar te proporcionaran un segundo de felicidad eterna…porque tu corazón estaba puesto en los dioses de este mundo… Olvidarnos de Dios para vivir despreocupados y tranquilos en los afanes de la vida cotidiana, es estar ciegos y sordos, con la voluntad enfermiza por la parálisis espiritual y el corazón debilitado por tanto mundo, tanta concupiscencia y tanto trato con el enemigo  de las almas… y todo sin darte cuenta… caminando hacia el camino ancho que nos aleja de Dios… todo por voluntad propia. No hay tiempo, ni interés, ni gusto, por conocer, experimentar y vivir a Dios…  El enemigo de las almas no da tregua porque tú le has abierto la puerta al negarte a seguir a Cristo, al elegir todo menos darte a Dios plenamente…porque al atardecer de nuestra vida se nos juzgara por el amor... 

La eternidad que viviremos es nuestra elección personal. La oportunidad que le demos a Dios para conquistarnos, guiándonos por el camino estrecho que nos lleva a la cima del Calvario y desde allí nos lanza al puerto eterno de las playas de  la dicha eterna, es nuestra oportunidad de salvación. La Misericordia divina es en esta vida. Cuando la puerta de la eternidad se abre y la traspasamos, ya ha terminado la oportunidad de la Misericordia divina. Solo prevalece en el juicio personal si hemos tenido misericordia. Pero la misericordia divina Dios la ejerce en esta vida como medio inefable de ayuda en atención a nuestra eternidad. 

Mater ayudanos a abrir los ojo y a caminar por el camino que nos lleva a la plenitud de la felicidad eterna... 

Desde la Soledad del Sagrario



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