… ¿Mi eternidad?... la elijo yo...solo yo...
La decisión es tuya, solo tuya:
seguir a Cristo o seguir al mundo. El camino que tomes es tu responsabilidad y
el fruto de ello será la eternidad que seleccionaste. Tu eternidad esta en tus manos… la dicha
eterna o la desdicha perpetua… Si te equivocas en la elección, al despertar de
este mundo, para tu sorpresa encontraras que no hay marcha atrás. Entenderás
con suma facilidad que tus acciones, palabras, pensamientos tienen un peso
eterno. Que todo lo de este mundo es simple espejismo comparado con la
eternidad. Que la verdadera vida no es esta, sino la que nos aguarda. Que las
diversiones, los afanes, y el desgate en las cosas de este mundo quedan aquí…
al despertar encontraras que tus prioridades fueron incorrectas… que te
gastaste viviendo para las cosas que no tienen el más mínimo valor… nada de eso
te abrirá las puertas de la dicha eterna.
Ni el lujo, ni las comodidades
materiales, ni la fama, ni el buen nombre, ni el dinero, ni las joyas, ni los títulos
que puedas tener, ni los conocimientos que adquirir… ni nada de este mundo por
el cual suspiraste, deseaste y lograste alcanzar te proporcionaran un segundo
de felicidad eterna…porque tu corazón estaba puesto en los dioses de este mundo…
Olvidarnos de Dios para vivir despreocupados y tranquilos en los afanes de la
vida cotidiana, es estar ciegos y sordos, con la voluntad enfermiza por la parálisis
espiritual y el corazón debilitado por tanto mundo, tanta concupiscencia y
tanto trato con el enemigo de las almas… y todo sin darte cuenta… caminando
hacia el camino ancho que nos aleja de Dios… todo por voluntad propia. No hay
tiempo, ni interés, ni gusto, por conocer, experimentar y vivir a Dios… El enemigo de las almas no da tregua porque tú
le has abierto la puerta al negarte a seguir a Cristo, al elegir todo menos
darte a Dios plenamente…porque al atardecer de nuestra vida se nos juzgara por el amor...
La eternidad que viviremos es
nuestra elección personal. La oportunidad que le demos a Dios para conquistarnos,
guiándonos por el camino estrecho que nos lleva a la cima del Calvario y desde allí
nos lanza al puerto eterno de las playas de la dicha eterna, es nuestra oportunidad de salvación.
La Misericordia divina es en esta vida. Cuando la puerta de la eternidad se
abre y la traspasamos, ya ha terminado la oportunidad de la Misericordia
divina. Solo prevalece en el juicio personal si hemos tenido misericordia. Pero
la misericordia divina Dios la ejerce en esta vida como medio inefable de ayuda
en atención a nuestra eternidad.
Mater ayudanos a abrir los ojo y a caminar por el camino que nos lleva a la plenitud de la felicidad eterna...
Mater ayudanos a abrir los ojo y a caminar por el camino que nos lleva a la plenitud de la felicidad eterna...
Desde la Soledad del Sagrario
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