Hija mía, es fácil, muy fácil poseer
ese hermosa y maravillosa virtud llamada fe.
Búscalo… Acércate… Contémplalo… Háblale… Cuéntale tus cosas… Lee su
Palabra… Escucha sus consejos evangélicos…Síguelo… Pisa sus huellas, descubriéndolas
en tu vida… Confiésale tu vida pasada, tus temores, flaquezas y debilidades
cometidas y que le han herido tanto… Aliméntate de Él…
Luego, cierra tus ojos e invoca
con toda el alma al Espíritu Santo. Pídele con verdadero deseo, que aumente y fortalezca tu fe, quizás tibia o
debilucha... Pero no vayas sola… Ve con la Mater. Ella te ayudara a orar y
pedirle a su Esposo Paráclito. Ella te ayudara a conseguir una fe luminosa, llena de esperanzas y confianza... Una fe que sea fuego en tu vida... Una fe
convincente... pídela, no te canses de pedirla. Pídela día y noche. A tiempo y
destiempo. Con gemidos desgarradores donde el alma es la que pide y se postra
ante su Dios. Póstrate con humildad. Pide con verdadera pureza de intención. Que ese deseo queme tu alma. Dios te contemplara con beneplácito.
Agradécele a Dios tanto amor para
contigo; tanta paciencia; tanto esperarte. Se generosa en agradecerle. No desconfíes. Que tu confianza en Dios no
tenga límites. Y Dios te concederá la fe
y mucho más… Colmara tus deseos de tal
forma que desearas que todos los que amas, conoces y no conoces, reciban la
gracia de poseer fe en sus vidas. Porque
la vida cambia drásticamente, para bien y felicidad nuestra, cuando el alma
vive la fe como Dios concede.
Dios te bendiga abundantemente.
Desde la Soledad del Sagrario
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