viernes, 18 de diciembre de 2015

En el Banco Celestial tengo mi cuenta… ¿y tú?




No debemos de olvidar que nuestro mayor empeño es llegar al Cielo. Para eso hemos nacido, para alcanzar la felicidad eterna. Debemos procurar mantener activos los bonos en el banco celestial. Debemos procurar depositar nuestras pequeñas naderías en esa cuenta del cielo, que irán convirtiéndose en verdaderos tesoros que nos enriquecerán en la eternidad.

Nuestro objetivo es alcanzar la meta… el Cielo. Para eso hay que trabajar intensamente, con verdadero entusiasmo y perseverancia. No puede haber descanso, si queremos ser “ricos” o “millonarios” en el cielo. Nuestros negocios, tienen que ser cimentados en la verdadera y ardiente caridad, sino no alcanzaremos poseer intereses, que se acumulan al depositar toda una vida de trabajos en el campo de los valores; de la moral intachable y viva; de una conciencia delicada, fortalecida y sana; de unos sacramentos hecho vida; de una oración hecha corazón; de un vivir a lo Cristo…de un morir a lo Cristo, en cuanto al pecado, a las tentaciones del mundo y a nuestro “yo” en esa voluntad caprichosa y egoísta que poseemos.
Si, el Cielo es nuestra meta y nuestro verdadero fin. Hay que llenar esa cuenta bancaria, en ese banco celestial, donde el administrador es Cristo. Hay que seguir sus consejos evangélicos y  sus determinados mandamientos para poder hacer crecer infinitamente nuestros bienes y propiedades espirituales.   Hay que tener en cuenta a los ladrones que son capaces de todo por desfalcar nuestra cuenta, haciéndonos perder todo en un abrir y cerrar de ojos. Ellos como león enfurecido, vigilante y silencioso anda detrás de nuestros bienes y propiedades espirituales… hay que ser “astutos como serpientes y mansos como palomas” viviendo una vida agradable a Dios en todo el sentido… cueste lo que cueste… porque la eternidad está en juego… No podemos perder a Dios que es nuestro mayor tesoro… Perdernos es sinónimo de perder a Dios para siempre… Seamos conscientes de nuestra verdad inefable…”hemos nacido para el Cielo, porque del Cielo hemos bajado”… y nuestro Cielo es Dios mismo…
Mater ayúdanos a llenar nuestra cuenta bancaria en el banco celestial con nuestras obras, palabras, pensamientos, gestos, presencia, posturas, aptitudes y actitudes, sentimientos, nuestro dar y nuestro caminar… nuestro silencio… Mater sé tú nuestra agente bancaria… Gracias, Mater.


Desde la Soledad del Sagrario

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