lunes, 16 de febrero de 2015

… Radiantes de felicidad en tan pequeño espacio…


Una casa sumamente pequeña, pero decorada con tan buen gusto.

Una casa sumamente hermosa, pero tan pequeña, sin embargo sus propietarios rebozan de felicidad en tan pequeña casa.

Un ambiente tan deliciosamente acogedor. Todo respira limpieza. Colores suaves, agradables a la vista.  

Las riquezas de esta pareja de edad mediana  motivo de orgullo, son sus hijas, yernos y nietos. Con delicado y buen gusto se puede apreciar las fotos que decoran la pared… toda una historia de amor, de recuerdos, de felicidad.

Sí, una casa sumamente pequeña, para una pareja sumamente feliz. Con la alegría, con el amor que acogen a los que llegan al hogar.

Una casa pequeña que posee un hogar inmensamente grande, pues la felicidad de esta pareja, reside en aceptar con agradecimiento lo que el buen Dios les ha concedido poseer.

No hay ambiciones, ni envidia, ni celos por poseer una casa grande, llena de lujos y comodidades.

Ellos viven en su pequeña casa como si fuera el castillo de sus sueños.
Que hermosa enseñanza he recibido hoy.  Que regalo del cielo se me han concedido.  Descubrir dos seres humanos ricamente felices en tan poco espacio. Felices con lo poco que poseen. Felices y agradecidos. Cuantas lecciones recibidas. Dios les bendiga abundantemente, en premio de esos corazones tan sencillos, tan simples, tan puros, que se regocija con lo poco, convirtiéndolo en abundantes riquezas de felicidad. Una felicidad que estalla en la alegría santa de quien se siente mimado por Dios y eso les basta.
¡Bendito sea Dios!


La pequeña de Dios

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