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¿Cómo caminar
en presencia de Dios? ¿Cómo andar según el gusto divino? Un buen católico
joven o mayor, niño o anciano, rico en salud o cargado del misterio de la
enfermedad, hombres y mujeres, de todas las esferas sociales, profesionales u
obreros, sabios o ignorantes, educados o analfabetos… pero que toman en serio
la eternidad, que buscan ardientemente su alma sea tabernáculo del Eterno Dios…
viven convirtiendo sus vidas en una elocuente oración a la Voluntad Divina.
¿Cómo puede
ser esto? Una Teresita de Lisiux, un San Juan Bosco, un sacerdote
misionero en una isla de Leprosos, padre Damián, Madre Teresa de Calcuta… todos
ellos y muchos más, vivían convirtiendo sus vidas en una constante y plena
oración a la Voluntad Divina… esa constante plegaria de: “Hágase en
mi según tu Voluntad, Señor”… ese… “Quiero que mi vida sea siempre una
respuesta a tu Querer… a tu Voluntad Divina”… “Si Tu lo quieres… yo lo quiero;
lo que Tú no quieres… yo no quiero”. Es la plegaria hecha vida de todos los
santos… de todas las almas que desean complacer a Dios dejándose guiar por el
Querer Divino.
Vivir de
“cara a Dios”… tomando los acontecimientos del diario vivir, sean como sean,
tristes o llenos de alegría, tomarlos como venidos de la mano divina y
dar esa respuesta que Dios está esperando del alma.
Vivir de
“cara a Dios”… donde las almas solo buscan darle gusto, complacerlo y para ello
su oración es una respuesta de obediencia a la observancia de las leyes
divinas, de los consejos divinos… es la oración salida de lo más profundo del
alma donde el alma se somete voluntariamente en ese “Fiat” diario… que lo lleva
a una libertad interior insospechada y a una profunda amistad divina.
Para ello
imita a Jesús… estudian a Jesús… observa minuciosamente el andar, el obrar y el
vivir de Jesús… para así poder vivir profundamente ese “Fiat” a lo Jesús, al
gusto del Padre… al gusto de la Divina Providencia…
Es cuando el
alma se levanta por la mañana y ofrece su día a Dios… y al terminar su ofrecimiento,
elevando su mirada pronuncia ese “Fiat” con alegría, y disposición a vivir
durante el día todo lo que Dios desea y espera del alma. Que hay momentos
de lucha… los hay… que hay que doblegar el yo y hacerse violencia hasta quedar
el yo sometido al querer divino… cierto, muy cierto…
El alma de
carácter indomable, explosivo, encuentra en su oración diaria de ese “Hágase en
mi según Tu Voluntad Divina”…, (que se traduce en un simple: “porque Tu lo
quieres, porque Tu me lo pides, solo por Ti”_…,un ejercicio diario de morir a
ese carácter para vivir en la paz, tolerancia, paciencia, caridad, y buen humor
que Dios pide en esos momentos difíciles donde es más fácil y agradable para el
amor propio explotar como una válvula de presión…hiriendo sin piedad a los
demás… y a veces al que nada tiene que ver con la situación.
Ese Fíat que
es simplemente la Voluntad de Dios en el alma… y ¿Cuál es esa Voluntad
para todas las almas? ¿Qué Dios pide, espera, quiere en las almas y en cada
alma en particular? Dios nos pide que seamos almas dóciles en sus manos,
que seamos testigos vivos de su Amor, de su Misericordia y Compasión, pero
sobre todo que seamos testigos vivos del Esplendor de su Verdad… que seamos
“Jesús” para el Padre Dios, seamos “María” para el Padre Dios… que
nuestras vidas sean reflejo de almas santas, exquisitamente santas… donde Dios
puede vivir a gusto en el Tabernáculo de nuestro corazón… un alma llena de
virtud, de ansias de cielo, con la mirada en la eternidad y los pies pisando
tierra… porque Dios vale la pena…
Por eso la
Voluntad Divina se hace oración de vida en las almas que caminan por el camino
de la santidad… “Señor, porque Tu lo quieres, porque Tu lo pides, porque Tu lo
esperas… esperas una respuesta de vida hecha oración donde el alimento diario
sea “Hágase en mi según Tu Voluntad Divina”…, día a día, hora a hora, minuto a
minuto, en el quehacer diario, en medio del trabajo, de la familia, en la
Iglesia, en cada acontecimiento, muriendo a todo… para vivir de Dios y en Dios…
porque Dios vale la pena”…
Desde la Soledad del
Sagrario
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