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Dios
obrara claro que sí, que obrara... pero por motivos que solo Dios conoce, Dios
nos pide colaboremos con Él, para entonces desplegar
todo su poder y su misericordia, en la mayoría de los casos donde necesitamos
ese milagro en nuestras vidas o en
nuestro pueblo.
¿Pero
por qué? ¿Acaso Dios no puede hacer las cosas sin nuestra ayuda? ¿Cómo podemos estar seguros que nos pide
colaborar con Él para realizar los milagros que le pedimos?
Demos
un vistazo a las Sagradas Escrituras.
Miremos a Moisés, con los brazos
alzados orando, mientras los israelitas luchaban con sus enemigos en pleno
combate. Si Moisés bajaba sus brazos por el cansancio, los israelitas
comenzaban a perder el combate, mientras Moisés mantenía los brazos altos, los
israelitas iban ganando. ¿Necesitaba Dios de los brazos en altos de Moisés para
manifestar portentosamente su ayuda? Claro que no… pero Dios quiere nuestra
colaboración para responder favorablemente a nuestras peticiones.
Ahora
nos encontramos en Fátima, con los pastorcitos.
Escuchando a la Virgen en Fátima pedirle a los Pastorcitos, y al pueblo de Fátima, el rezo del Santo Rosario y promete que la guerra terminara. Pero se da una condición: rezar el Santo Rosario y la guerra terminara. Una condición que si no se cumple no habrá resultados favorables como estaban esperando.
Escuchando a la Virgen en Fátima pedirle a los Pastorcitos, y al pueblo de Fátima, el rezo del Santo Rosario y promete que la guerra terminara. Pero se da una condición: rezar el Santo Rosario y la guerra terminara. Una condición que si no se cumple no habrá resultados favorables como estaban esperando.
También
hizo saber, con grande pena, que son muchos los pobres pecadores que se pierden
para la eternidad porque no hay quien rece por ellos. Con esto nos hace conocer
la importancia de nuestra oración.
Por
otro lado, cuando Sor Lucia ya vivía como
religiosa en el convento la Virgen le pide que el Santo Padre consagre el mundo
a su Inmaculado Corazón, en especial a Rusia, pero en
unión con todos los obispos del mundo, el mismo día, a la misma hora… Todos haciendo la consagración unidos al
Santo Padre y Rusia no esparciría sus errores por el mundo. Sabemos que
Rusia se levantaba como una nación comunista. ¿Qué sucedió? Por motivos que no
entendemos, el Santo Padre Pio XII consagra a Rusia al Inmaculado Corazón de María.
pero no de la forma que ella lo pide, no
en unión con todos los obispos del mundo. Resultado no se da lo prometido porque no se cumplió
con la parte que nos tocaba… la unión del Pueblo con su Pastor.
Años
después, el beato Juan Pablo II, como Papa, realiza la consagración como pidió la
Virgen. Juan Pablo II consagró el 8 de Octubre del 2000 al Inmaculado corazón
de María todo el tercer milenio. Sor Lucia da a conocer, por cartas, que el Papa Juan Pablo II había hecho la consagración
cumpliendo la petición de la Virgen, consagración publica, en unión a todos los
obispos del mundo.
Se
cumple con la parte que nos tocaba como Iglesia, y la Virgen cumple con su
parte, con su promesa. La conversión de Rusia implicaba tres realidades: el abandono del comunismo ateo, la
restauración de la vida religiosa intensa o reevangelización, la unión con la
Iglesia Católica. Un año después de la consagración el gobierno había cambiado
y el nuevo presidente anunciaba grandes cambios en el país. Se inicia la reevangelización.
Logrando abrir las Iglesias, bautizando a la gente, regresando a la oración, al
santo rosario, a frecuentar los sacramentos… La unión con la Iglesia Católica
de Roma ha ido poco a poco dando sus pequeños pasos de acercamiento. Ahora con
el Papa Francisco ha habido mayor apertura.
La Virgen ha cumplido su parte pero para ello había que cumplir la
nuestra.
Otro ejemplo es el de la
religiosa Josefa Meléndez, quien recibía la visita de Jesús que pedía le
ayudara a salvar algunos sacerdotes desobedientes y en pecado… en algunos casos
le entregaba la cruz y ella llevaba el peso de la cruz, invisible para las
demás hermanas, pero para sor Josefa realidad impactante que sentía como el
peso de la cruz en su hombro la hacía desfallecer pero por amor a Jesús y a los
sacerdotes que deseaba ayudar a salvar para la eternidad lo hacía gustosamente
y prontamente.
Cuantos santos sacerdotes y obispos de nuestra Iglesia no pasaban largas horas ante el Santísimo pidiendo la conversión de su feligreses… cuantas penitencias y oración ante el Santísimo no realizo el Cura de Arcs por la conversión de su pueblo.
Cuantos rosarios no rezo padre Pio Pietrelcina
ante el Sagrario pidiendo el obrar de Dios o de la Mater en muchos casos…
milagros sobre milagros se daban pero era necesario la colaboración de ellos
para que Dios obrara portentosamente porque Dios así lo quería… así lo quiere…
Se me ocurre pensar que nuestra oración y nuestra penitencia ayudan a pagar el desagravio a Dios, cometido por los hermanos en pecado o por los hermanos que se dejan utilizar como instrumento por el enemigo de las almas. O simplemente Dios desea nuestra colaboración, nuestra ayuda, donde el corazón se desborde en confianza pero en un trabajo intenso de oración y penitencias.
En Schoenstatt se conoce esto como una respuesta de amor, un pacto o alianza donde la Mater se compromete a obrar pero con la colaboración nuestra. “Nada sin Ti, Mater, nada sin mí.” En la medida que nos damos en oración, en penitencia, en amor, en virtud, en entrega sin medida, en la misma manera ella se entrega en su obrar en aquello que pedimos para nosotros, para nuestras familias, para nuestro prójimo, para nuestra Iglesia.
Esto se hace una realidad palpable, en esa medida que nos damos, en esa misma medida descubrimos y conocemos el obrar de la Mater. Lo mismo sucede con su Hijo Jesús.
Esta pequeña explicación solo la hago para motivarles a darse en oración y en penitencia, en sacramentos, en virtud y en santidad.
Conocemos
que Dios obra, que la Mater también obra, pero no podemos quedarnos en solo el
conocimiento, hay que darnos también… como Moisés, con los brazos altos rogando
el milagro… no porque lo dudemos, sino porque Dios lo pide. En la historia de
la Salvación y en la historia de la Iglesia lo podemos constatar en tantos
personajes de la Sagrada Escritura y en los Santos de nuestra Iglesia
En la unión esta la fuerza y la oración de corazones unidos en humildad y en confianza, mueve esplendorosamente al gusto de Dios… Con la Mater venceremos…
Desde la Soledad del Sagrario
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