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Padre Santo, lo he pensado mucho. No te niego, Papaíto, se que aun me falta mucho aunque el invierno adorna
mi cuerpo. Y es que, Papá, el tiempo no pasa en vano. El tiempo no se detiene,
aunque dicen los que saben, que el tiempo no existe. Mi tiempo se va agotando…
tengo que correr… necesito avanzar…
Papaíto, en mi viaje a la eternidad, no quiero hacer
escala. No, Papá, no quiero… quiero regresar a casa sin desviarme… quiero y
deseo ardientemente… como una niña pequeña… correr y correr, entrar por la
puerta principal de "la Casa"… correr a tus brazos, sin detenerme… lanzándome a
esos brazos amorosos que llevan tanto tiempo esperando por ese abrazo… donde mi
corazón, dilatándose, te expresara todo mi amor de hija, mi gratitud, mi donación…. a quien tanto me ama,
a mi Papaíto del Cielo… que me pensó, me dio la vida para hacerme feliz eternamente.
Si, Padre, en mi camino de regreso "a Casa", no quiero
desviarme, porque el tiempo apremia, las horas pasan y se acerca el día, la
hora de mi viaje eterno… Papaito, no me dejes hacer escala… que yo viva aquí,
en el tiempo y en el espacio, mi purificación… pero por misericordia divina, Papaíto,
déjame vivir una purificación cimentada
en el amor… mi cruz sea el amor… amarte y amar a los demás en este tiempo, en medio
de estos acontecimientos mundiales, en medio de tantas tinieblas que arropan
nuestros días, nuestras familias, nuestra sociedad…
En manos inmaculadas queda mi alma, bajo la mirada
amorosa de mi madrecita celestial, quedo tranquila, porque ella me llevara a
feliz puerto en la eternidad.
La pequeña de Dios
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