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Hoy domingo,
día de las madres, siento la necesidad de manifestarle al mundo la nostalgia
inmensa que siento por la falta de mi linda madrecita.
Hoy es
mi primer día de las madres donde no podre abrazar y festejar a mi madrecita,
por ser la madre hermosa que Dios me concedió. Su hermosura, no es solamente física,
que si, que Dios la doto de belleza, sino más
bien, por poseer un alma tan llena de amor, de detalles, de delicadezas y
ternura para con el prójimo. Siempre dada a expresarse en bien del necesitado,
del pobre… solicita a acudir prontamente a expresar ese Amor de Dios a manos
llenas.
Mi
amiga, mi confidente, mi consejera… mi mamaíta sabia que despertó en mi, y en
mi hermano, un amor inmenso hacia Dios, hacia la Mater, hacia la Iglesia.
Gracias
Dios mío, por el regalo que fue mi madre… Gracias, Padre Celestial… ahora que
no está conmigo la valoro mucho más descubriendo detalles en ella que me hacen
asombrarme y alegrarme… Mi madre era una verdadera madre… una mujer llena de
virtudes, de una moral intachable, de una fe inquebrantable, de un carácter fuerte
que la impulso siempre a buscar a Dios en todos los momentos difíciles y
dolorosos de su vida.
Madre mía…
gracias…gracias…gracias… por todo… solo te pido tus oraciones ante el Trono de
la Misericordia, por los que aun quedamos en este valle de lágrimas…
Tus últimas
palabras fueron: “los espero en el Cielo”… ayúdanos con tu oración a no
desviarnos del camino mamá…
Hasta
el Cielo, madre mía…
Desde
la Soledad del Sagrario
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