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La vida es corta, muy corta… que nuestro equipaje esté listo… que esté
suficientemente preparado para partir en el momento menos esperado… que la
sorpresa del viaje, no nos deje sumidos por la desesperación de haber perdido
la oportunidad de llevar las manos llenas de las obras de caridad, adornadas
por la humildad y enriquecidas por la pureza de intención…
Estemos alertas en la espera, con la
alegría de sabernos amados locamente por un Dios que nos espera con los brazos
abiertos.
En esta cuaresma, trabajemos
intensamente por un cambio radical en nuestras vidas, por una conversión y
transformación al gusto divino… siempre en aumento… con la claridad que nos
regala la conciencia, de sabernos caminando, por el camino de la santidad…
Hoy mas que nunca trabajemos intensamente por nuestra santidad personal y
la de la familia, con las herramientas de una fe solida, atrayente, brillante…
una esperanza contra toda esperanza… y una caridad exquisita cimentada en la
confianza ciega en Dios, en su amor, en su misericordia divina… bajo la
protección de nuestra madre bendita, caminemos alegres, de regreso “a casa”.
Desde la Soledad del Sagrario
Desde la Soledad del Sagrario
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