jueves, 28 de febrero de 2013

Benedicto XVI habla al Pueblo de Dios… desde su corazón de padre… meditemos


Queridos amigos, estoy muy contento de estar con vosotros, rodeado por la belleza de la creación y por vuestra simpatía que me hace sentir bien.
 
 
 
 

"Gracias por vuestra amistad, por vuestro afecto."
 
 
 
 
 
 


"Sabéis que para mí este día es distinto de los demás: no soy Pontífice Supremo de la Iglesia Católica; es decir, lo seré hasta las ocho de esta tarde, después ya no."
 
 
 
 
 
"Soy ,simplemente, un peregrino que empieza la última etapa de su peregrinación en esta tierra."
 
 
"Pero quisiera todavía, con mi corazón, con mi alma, con mis oraciones, con mis reflexiones, con toda mi fuerza interior, trabajar por el bien común y el bien de la Iglesia y de la humanidad."



 
"Vayamos adelante con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo."


 
 

 
"Os imparto, de todo corazón, mi bendición.Sea bendito Dios Todopoderoso, Padre , Hijo y Espíritu Santo,"
 
 
 
 
"Prometo total obediencia al futuro Papa."



“hemos vivido momentos bellísimos de luz radiante con la Iglesia, así como momentos que han sido oscuros. En estos momentos hemos tratado de seguir a Cristo y a su Iglesia con amor profundo y total”.

 
"como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón el deber sobre todo de agradecer a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y así alimenta la fe en su Pueblo".



"el ‘siempre’ es también un ‘para siempre’: no se puede volver más a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recibimientos, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que quedo de modo nuevo ante el Señor crucificado".

 

"Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el servicio de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto".

 

"recordarme ante Dios, y sobre todo rezar por los cardenales llamados a una tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu".
 
"En estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios con insistencia en la oración que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia.

 
 
 
He dado este paso en la plena conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo.

 
 
 
Amar a la Iglesia significa también tener el coraje de tomar decisiones difíciles, sufrientes, teniendo siempre primero el bien de la Iglesia y no el de uno mismo".
 


 
 
(cuando fue elegido Papa)
 "las palabras que resonaron en mi corazón fueron: ‘¿Señor, qué cosa me pides?’ Es un peso grande el que me pones sobre la espalda, pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que Tú me guiarás".
 


"el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los que la pesca ha sido abundante; y ha habido también momentos en los que las aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir".

 
"Pero siempre he sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundirse; es Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede ofuscar. Y es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios porque no ha dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo, su luz y su amor".
Quisiera invitar a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos de Dios, certeros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que permite caminar cada día también en la fatiga.
 
 
 
 
Quisiera que cada uno se sintiese amado por aquel Dios que nos ha dado a su Hijo a nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites".

 
 
 
 
"qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos".

 
 

 
 
"Experimentar la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la fuerza de su verdad y de su amor es motivo de alegría, en un tiempo en el que tantos hablan de su declive".


 
 
 
"Dios guía a su Iglesia, la levanta siempre también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única y verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo.
 
 
 
 
 


“no significa abandonar a la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma entrega y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de modo más apto a mi edad y a mis fuerzas”.




“la presencia de Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas de la antigua Alianza, es sumamente significativa: toda la historia de la Alianza está orientada hacia Él, hacia Cristo, quien realiza un nuevo ‘éxodo’, no hacia la tierra prometida como en tiempos de Moisés, sino hacia el Cielo”.
 
 
 
 
“La intervención de Pedro: ‘¡Maestro, qué bello es estar aquí!’ representa el intento imposible de demorar tal experiencia mística”.
 
 “en el monte tenía a Cristo como alimento del alma. ¿Por qué habría tenido que descender para regresar a las fatigas y a los dolores, mientras allá arriba estaba lleno de sentimientos de santo amor hacia Dios que le inspiraban, por tanto, una santa conducta?”.
 
 
 
“la primacía de la oración, sin la cual todo el empeño del apostolado y de la caridad se reduce a activismo”.
 
 
 
“En la Cuaresma aprendemos a dar el justo tiempo a la oración, personal y comunitaria, que da trascendencia a nuestra vida espiritual”.
 
“la oración no es aislarse del mundo y de sus contradicciones, como en el Tabor habría querido hacer Pedro, sino que la oración reconduce al camino, a la acción”.
 
 
“la existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios”.
 
 
 
“la intercesión de la Virgen María, que ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa".

 


 

 
“el Señor me llama a ‘subir al monte’, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación”.
 

 
Desde la Soledad del Sagario
 
 

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