Cada vez que me siento a la mesa a comer, mi pensamiento va a ellos. Cada
vez que salgo y veo tanta comida expuesta, mi pensamiento va a ellos.
Cada vez que entro a mi casa, mi pensamiento va a ellos. Cada vez que salgo
y veo casas tan hermosas, tantos carros, tanto lujo, tanto consumismo… mi
pensamiento vuela a ellos.
Cada vez que arreglo mi ropa, mi pensamiento va a ellos. Cada vez que voy
de tiendas y veo tanta ropa, de todos tamaños, de todos colores, de todos diseños,
precios diversos, hasta llegar a lo inconcebible como miles de dólares por un
vestido… mi pensamiento va a ellos.
No lo puedo evitar. Están en mi pensamiento, porque están en mi corazón… y
quisiera sentir toda la compasión de Dios, al recordarlos, al verlos, al
escucharlos, al pensar en ellos.
Dios mío, cuánto dolor en el mundo. Cuanta necesidad básica en los hermanos
que han caído en la miseria. ¿Quién tiene la culpa? Cuando me sirvo de más, y
no puedo comerlo, pienso en ellos… me siento como si les estuviera faltando…
como si les estuviera robando la comida que ellos anhelan, necesitan y yo
desperdicio. Termino comiendomela, aunque me provoque dolor de estómago, porque
pienso que es un pecado contra la caridad, para con mis hermanos en miseria,
votar la comida mientras ellos mueren de hambre.
Cuando veo que tengo un par de zapatos mas, porque me lo han regalado,
pienso la necesidad de ellos, y yo con dos pares, si solo puedo usar uno…yo no
tengo cuatro pies para usarlos a la vez. Me siento que les falto en la solidaridad. Al verlos correr de un lado hacia otro, como
Dios les a hechado al mundo al nacer desnudos; esqueléticos, enfermos, raquíticos, llenos de dolor,
llenos de desesperación, llenos de miedo porque no tienen nada, absolutamente
NADA para ellos, para sus hijos que lloran por comida, por agua… ¿Quién tiene
la culpa?
Es muy fácil echarle la culpa a los demás?
Yo prefiero mirarme a mi misma y ver en que les estoy ayudando a vivir
esa crueldad de llevarlos lentamente a la muerte. No quiero tener nada de más…
que otro necesite… y yo posea sin usar, solo por tener… por vanidad… Nooo… eso
para mí es falta de caridad, es egoísmo, es vanidad, es injusticia.
¿Y qué tal si tuviera dinero extra?…pienso
en cuanta necesidad hay en el mundo… buscar en la Iglesia quien se dedica a
ayudarles y aportar ese dinero extra… eso se llama misericordia…
Cuantas personas no solo aportan el dinero extra... sino que son capaces de
los sacrificios más grandes, con tal de hacer llegar un poquito más de dinero
para esos niños, madres, padres, que viven en la miseria inimaginable. La alegría
de estas personas es verdadera… la mirada de Dios esta puesta en ellos.
Yo también me uno a estas personas que poseen un corazón tan inmenso… voy a
empezar a aportar, no el extra porque extra no tengo… voy a compartir el poquito
que me llega… y la riqueza de la oración para que Dios mueva el corazón de los
que verdaderamente pueden hacer algo y no lo hacen.
Que no se vote la comida en los países ricos cuando sobra… que la empaquen
y la lleven hasta ellos… que les ayuden a levantarse como pueblo… ellos quieren
levantarse y tienen todo el derecho… solo suplican ayuda, no entienden porque
no pueden ser socorridos en su tragedia. Sus gritos y lamentos llegan hasta el
Trono de Dios… desgarran el corazón de los que los escuchan… son nuestros
hermanos que sufren amargamente el abandono inmerecido… Dios mío, cuánto dolor
en el mundo…
Padre mío, escucha nuestras pequeñas voces… ayuda a tus hijos, a estos
pueblos que luchan por sobrevivir y no tienen NADA… enternece los corazones
endurecidos para que les ayuden… que no es… esterilizando y enviando pastillas
abortivas como se ayuda.
Madre mía, que mi corazón posea la intensidad de la compasión del Corazón
de Dios… por mis hermanos que viven y mueren en la miseria…yo les quiero ayudar…
que ninguno se pierda para la eternidad… que esta vida, llena de amarguras y
necesidades de lo más básico para vivir, sean las riquezas para entrar a la
felicidad eterna…
Desde la Soledad del Sagrario
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