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San Basilio aconseja
a
los Sacerdotes de mi Cristo
Vela sobre ti
mismo, oh Sacerdote, y mira por el ministerio que recibiste para que lo
realices con temor de Dios. Por lo demás: mira que no es terreno el ministerio
que tienes entre manos sino celestial, no es humano sino angelical.
Busca, oh
Sacerdote, presentarte como un operario que no tiene de qué avergonzarse y que
dispensa rectamente la Palabra de la Verdad.
Vela de no ir nunca
a la Synaxis (santa Misa) teniendo enemistad con nadie, para no
ahuyentar al Paráclito.
En el día de la Synaxis
no entres en contiendas ni en altercados, al contrario, permanece rezando
«escondido» leyendo hasta la Hora. Preséntate con compunción ante el Santo
Altar, sin mirar aquí o allá, o bien abreviando las oraciones con afán de
rapidez.
Por el contrario,
cuando estés orando, no tengas acepción por persona alguna, antes bien pon tus
ojos en el Rey, que está ante ti, y en los ejércitos de los ángeles que sirven
alrededor. No simules ni distribuyas el Divino Cuerpo donde no conviene.
Hazte digno de los
sagrados cánones y concelebra tal como los cánones establecen. En
efecto, considera cómo te presentas ante la Santa Mesa, y cómo
celebras y de quién participas y cuál es tu disposición.
Ten en cuenta,
pues, de no olvidar los mandamientos del Señor y las Tradiciones de sus santos
Discípulos, porque dicen: «No deis las cosas santas a los perros, ni echéis mis
perlas a los cerdos».
Cuídate también de
no dejarte guiar por el temor humano; ten cuidado de no entregar al Hijo de
Dios en manos indignas. En aquella Hora, no tengas respetos por los
nobles de la tierra, ni siquiera te asustes de los que ciñen la diadema; cuando
estés realizando las cosas santas, vigila a quienes quieren llevarse los
Dones a sus casas; tú, imponte, porque reciben regalos de las
mujeres, y también de los que son indignos.
Ten en cuenta,
pues, cómo los sagrados cánones y los Concilios de los Santos Padres han
establecido: tú, obra de ese modo y no distribuirás [los Dones] ni a gente que
no sea digna ya sea clérigo ya sea laico. Conviértelos a la fe ortodoxa, y ¡ay,
de quienes tienen esas compañías!
Mira, en efecto,
que no caigan moscas dentro del Santo Cáliz, ni que se empañe ni se estropee ni
caiga en manos de herejes, antes bien, vela cómo los reservas al concluir la Divina
Liturgia; ni que, por ir rápido, se te caigan las «Perlas» o
permanezcan en el Cáliz; o bien quedándose el agua, el Santo Cáliz se estropee.
Por el contrario, recogiendo ambas, vete en paz.
Si guardares esta
Tradición, oh Sacerdote, te salvarás a ti mismo y a quienes enseñarás; orando
también por mí, mísero, al Señor, a quien se debe gloria por los siglos. Amén".
(San Basilio Magno, Sermo ob sacerdotum
instructionem,
PG 31,
1685-1688)
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