viernes, 3 de agosto de 2012

Clavados en la dolorosa cruz del abandono y la soledad por parte de la familia




¿SOLOS?
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¿ABANDONADOS POR LA FAMILIA?
¿QUE HACER ADEMAS DE LLORAR?





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En estos días me han llegado tantas noticias de personas que viven la necesidad de ayuda, de caridad, de solidaridad, de amor por parte de la familia inmediata… y sin embargo solo reciben puertas que se cierran estrepitosamente, caras con sorpresas y disgustos, gritan con los gestos y la rudeza en el tono de la voz un estrepitoso “NO”… “no puedo ayudarte”… y todo porque “tengo que estar en mis cosas”…o simplemente “no puedo verla o verlo así, me afecta emocionalmente”.

Esa misma familia si les toca necesitar ayuda de los suyos, son los que exigen, demandan y pelean por ayuda.  Es el pan diario de tantas familias que se debaten en la necesidad de ayuda, de apoyo, de descanso…solos y abandonados por los suyos…


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Cuantos matrimonios con hijos en cama, o por el contrario es el esposo o la esposa con una enfermedad inesperada, o un accidente se ven clavados a la cama… o es papá o mamá quien por la edad, o la enfermedad esta postrada en cama. Se queda la hija o el hijo, o el hermano o la hermana, con el corazón destrozado porque no recibe el alivio que necesita de la familia...aunque solo se les este pidiendo un día en la semana... o simplemente una hora en la semana… pero ni eso se puede recibir…   

Conozco un buen hijo, que siempre ha vivido con sus padres, quien tiene dos hermanos, hermana y hermano, y ahora que su  madrecita amada esta postrada en cama, se las ve y se las desea porque sus hermanos no pueden tener la caridad, el amor y la generosidad, además del agradecimiento a esa madre y a ese hermano… de venir cuando así el hermano necesite ayuda.

Sin embargo conozco abuelitos que viven solos, y los hijos no vienen a ayudarlos. Un caso bien triste fue al visitar con el padre a una anciana solitaria, abandonada por la familia a vivir en una covacha en el patio cerca de la casa, sin ventilación, solo la puerta abierta, entre el sucio y los insectos… en cama sin poderse valer por si misma… porque no había lugar en la casa. No podía creer lo que veían mis ojos… eso se conoce como “maltrato” en nuestra sociedad… pero a mí personalmente lo conozco como “hijos sin entrañas”…

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Por el contrario hacen muchos años, una de mis hijas espirituales que empezábamos a conocernos, me llevo a ver a su abuelita, no había lugar en la casa, la tenían en una habitación en los bajos, pero muy bien atendida, con amor, limpieza, dedicación. Donde la familia bajaba todo el tiempo a verla, estar con ella… era un continuo subir y bajar las escaleras… La abuelita estaba contenta…se notaba su rostro tranquilo y feliz.. el amor se descubría en los detalles.   

La familia no se da cuenta que la persona a cargo del enfermo o el envejeciente necesita un momento de desahogo, salir del ambiente,  hacer diligencias, o simplemente una visita a un amigo, un estarse en audiencia con Jesús… un momento para tomar fuerzas y continuar dando amor a quien esta desvalido y necesitado y a cargo de su generosidad.  Es aquí donde la fe se prueba en la familia… porque quienes viven el esplendor de la fe son los primero en decir “presente”…

Admiro estas personas que toman la responsabilidad del ser amado, de esa hermosa crucecita que Dios les presenta y les entrega con tanta delicadeza y esperanza divina… Admiro a estas personas que dándolo todo buscan las mil formas de que el ser amado no sufra el abandono de los suyos… sino por el contrario siempre están dispuestos a suplir el amor que la familia deja en ese vacío…que se palpa por la ausencia… ni siquiera una llamada telefónica…un estamos orando por ustedes… “necesitas algo”…

 Llegar a la casa, no como visita sino como verdadera familia…fijarse qué se necesita y sin decir nada arreglar lo que este dañando, comprar lo que hace falta… eso se llama caridad y agradecimiento, solidaridad y apoyo con esa persona que lo está dando todo por el TODO…pero nos falta el sentido del amor y la mirada de misericordia… y el sentimiento de servicio a los demás…

Me contaba una buena amiga que en su desahogo por teléfono y llorosa me decía: “si invito a la familia a cenar en casa… vienen bien contentos… y se van contentos… pero si los llamo en un momento de urgencia y necesidad apremiante, no pueden o si vienen, vienen de prisa, con nerviosismo, el rostro desfigurado y apenas disimulando su mal humor”… así no nos ganamos la felicidad eterna… ¿Qué nos está pasando hijos míos…que nos está pasando?  ¿Católicos en teoría… y no en el laboratorio de la vida diaria...?

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Sin embargo hay que ver estas personas como toman con tanto amor y tanta fe su responsabilidad y más que responsabilidad su deber de hijo o hija, de esposo o esposa, de madre o de padre, y aun de abuelo o abuela… dando el todo por el TODO… porque todo lo hacen con amor y por amor a Dios… y a ese ser querido indefenso y necesitado…que llevan clavado al corazón.

Ellos se alimentan día a día de la fortaleza que Dios les concede… sus miradas siempre puestas en Jesús y en la Mater… sus lágrimas solo derramadas en los brazos de la Mater porque solo Jesús y la Mater les pueden entender… los demás solo saben decir “llévalo a una institución si no puedes con la carga”…

No hace mucho una de estas personas me decía: “mi alegría es cuidar de mi hijo invalido. Sé que Dios no nos da una cruz que no podamos llevar en los hombros… y para mí, más que una cruz, es un privilegio que agradezco día a día a mi buen Dios, que me ha mirado con tanta ternura y bondad.” Así responde los verdaderos católicos llenos de Dios y agarrados de la mano de la Mater… porque Dios vale la pena…porque se sabe agradecer a quien tanto amor nos ha regalado primero…porque se valoriza la vida humana de los seres queridos… porque se saben “familia”.



Desde la Soledad del Sagrario

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