sábado, 4 de agosto de 2012

Carta de San Ignacio de Antioquia… para leer, meditar y aplicar todo lo que pueda beneficiarnos en nuestro caminar

Comparto con todos ustedes la carta de San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir, a san Policarpo de Esmirna. (Cap.1, 1-4: Funk 1, 247-249)  Fuente: Lectura de las Liturgia de las Hora, Tomo IV, pág. 638-639.
San Ignacio nos presenta como debemos "soportar TODO por Dios... por amor a Dios... "a fin de que El nos soporte también a nosotros". Es la base de la Misericordia... si tenemos misericordia con los hermanos... Dios tendrá Misericordia con nosotros... Si perdonamos a los hermanos... Dios nos perdonara a nosotros... Podríamos resumirlo en: "Haced a los demás... lo que quieres que Dios haga contigo"...
He querido subrayar frases y palabras que debemos tener en mayor cuenta. Saquemos provecho de todo lo que nos toca, a cada uno de nosotros, en el puesto y la vocación en que estamos…


CARTA DE SAN IGNACIO
DE ANTIOQUIA


Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a Policarpo, obispo de la Iglesia de Esmirna, o más bien, puesto  él  mismo bajo la vigilancia o episcopado de Dios Padre y del Señor Jesucristo: mi más cordial saludo. Al comprobar que tu sentir está de acuerdo con Dios y asentado como sobre roca inconmovible, yo glorifico en gran manera al Señor por haberme hecho la gracia de ver tu rostro intachable, del que ojala me fuese dado gozar siempre en Dios. Yo te exhorto, por la gracia de que estas revestido, a que aceleres el paso en tu carrera, y a que exhortes a todos para que se salven. Desempeña el cargo que ocupas con toda diligencia corporal y espiritual. Preocúpate de que se conserve la concordia, que es lo mejor que puede existir. Llévalos a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Sopórtalos a todos con espíritu de caridad, como siempre lo haces Dedícate continuamente a la oración. Pide mayor sabiduría de la que tienes. Mantén alerta tu espíritu, pues el espíritu desconoce el sueño. Háblales a todos al estilo de Dios. Carga sobre ti, como perfecto atleta, las enfermedades de todos. Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia.


Si solo amas a los buenos discípulos, ningún merito tienes en ello. El merito está en que sometas con mansedumbre a los más perniciosos. No toda herida se cura con el mismo emplasto. Los accesos de fiebre cálmalos con aplicaciones húmedas. Se en todas las cosas prudente como la serpiente, pero sencillo en toda ocasión, como la paloma. Por eso justamente eres a la vez corporal y espiritual, para que aquellas cosas que saltan a tu vista las desempeñes buenamente, y las que no alcanzas a ver ruegues que te sean manifestadas. De este modo nada te faltara, sino que abundaras en todo don de la gracia. Los tiempos requieren de ti que aspires a alcanzar a Dios juntamente con los que tienes encomendados, como el piloto anhela prósperos vientos, y el navegante, sorprendido por la tormenta, suspira por el puerto. Se sobrio, como un atleta de Dios. El premio es la incorrupción y la vida eterna, de cuya existencia también tu estas convencido. En todo y por todo soy una víctima de expiación por ti, así como mis cadenas, que tú mismo has besado.


 
Que no te amedrenten los que se dan aires de hombres dignos de todo crédito y enseña doctrinas extrañas a la fe. Por tu parte, mantente firme como un yunque golpeado por el martillo. Es propio de un grande atleta el ser desollado y, sin embargo, vencer. Pues !cuanto más hemos de soportarlo todo nosotros por Dios, a fin de que también el nos soporte a nosotros. Se todavía más diligente de lo que eres. Date cabal cuenta de los tiempos. Aguarda al que está por encima del tiempo, al intemporal, al invisible, que por nosotros se hizo visible; al impalpable, al impasible, que por nosotros se hizo pasible; al que en todas las formas posibles sufrió por nosotros.

Las viudas no han de ser desentendidas. Después del Señor, tú has de ser quien cuide de ellas. Nada se haga sin tu conocimiento, y tu, por tu parte, hazlo todo contando con Dios, como efectivamente lo haces. Mantente firme. Celébrense reuniones con más frecuencias. Búscalos a todos por su nombre. No trates altivamente a esclavos y esclavas; mas tampoco dejes que se engrían, sino que traten, para gloria de Dios, de mostrarse mejores servidores, a fin de que alcancen de él una libertad más excelente.

Desde la Soledad del Sagrario


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